Dentro del vertiginoso desarrollo que ha alcanzado el atletismo en Cuba, disímiles protagonizas han subido a lo más alto del podio en sus diferentes especialidades. Una de ellas, la carrera de fondo, registra nombres de gran valía, desde el legendario Félix “Andarín” Carvajal hasta Felipe Chaviano, fundador del Marabana, y Antonio Revé, único exponente de la Isla que ha corrido en la Maratón de Boston, el más antiguo que se celebra de forma continua en el mundo.
Justamente estas figuras pueden haber sido un impulso en la carrera de Pedro Rodríguez Saavedra, también corredor de fondo que, a pesar de no lograr grandes resultados en su vida como atleta (así él suscribe), ha escrito una historia de superación profesional que merece ser contada.
“Pedrín”, como le conocen sus allegados, nació en tierras vueltabajeras, donde devoró kilómetros y kilómetros en las pistas, sin susto. Desde niño, daba un sinfín de vueltas al óvalo y, gracias a ello, enfiló rápido al atletismo.
“Un día estaba en el Fajardo, en Pinar del Río, con un amigo de la secundaria y nos jugamos un cocotazo a que yo le daba 12 vueltas a la pista. Sin saberlo, ese fue el principio de mi carrera en el atletismo, porque allí me vio el laureado y reconocido entrenador Gabino Arzola (preparador del medallista olímpico Leonel Suárez). Cuando iba por la sexta vuelta me llamó y me preguntó si quería practicar el deporte”, recuerda Rodríguez Saavedra.
Quizás muchos puedan imaginar que la respuesta a aquella interrogante fue un sí rotundo, sin embargo, el novato corredor no tenía plena seguridad porque lo que le gustaba era jugar béisbol. “Le dije que sí por pena, pero no estaba muy convencido”, rememora “Pedrín”, a quien después le surgió otra motivación: la medicina.
Además de su dedicación por el deporte, algo que nunca dejó de lado, decidió volcarse a los estudios, pasó noches de desvelo y aprendizaje, pegado a los libros para consagrarse en esa profesión. “Quería hacerme médico y nunca desistí”, asegura.
Residente ahora en Costa Rica y con la mira puesta en un nuevo trabajo en España, “Pedrín” relata a OnCuba los retos de combinar su carrera deportiva con la medicina, así como las vivencias que ha acumulado durante años vinculado al universo del músculo en sus niveles más altos.
Después que Gabino te “descubre”, ¿qué pasó con tu carrera en el atletismo?
Dos meses después de que Gabino me viera y hablara conmigo en la pista del Fajardo, se efectuó una carrera de la selección de la EIDE y de la ESPA, en 800 metros. La mira estaba en los Juegos Nacionales Escolares y le pedí a Gabino que me dejara correr.
Consultó a los entrenadores de dichas selecciones y le dijeron: “si quiere correr, que corra”. Creo que dieron esa respuesta pensando: “total, ese muchacho no se ve gran cosa”. Pues corrí y gané la carrera.
Me imagino la sorpresa…
Muchacho, querían llevarme para la ESPA, pero yo decidí irme a los Camilitos, quería hacerme médico, como ya te dije. Lo que durante mis estudios nunca dejé el deporte. En el primer año de la Universidad empecé a prepararme seriamente, pues me encontré a un entrenador de la selección nacional, Lázaro Pérez Morejón, y ese mismo año me subieron a la preselección pues corrí menos de 15 minutos en 5.000 metros, menos de 31 minutos en 10 kilómetros y así.
¿Qué pasó entonces?
Yo nunca desistí de trabajar como médico y quizás eso condicionó mi futuro en el atletismo. Me gradué en 1993, salí de las Fuerzas Armadas y ya en Salud Pública me ubicaron como médico en Habana del Este, también con algo de fortuna.
Yo había ganado el Cacahual-Plaza, la media maratón que se hacía tradicionalmente, y en el momento de la ubicación laboral una señora de 60 años que trabaja en el departamento de Recursos Humanos me miraba y me miraba, y de pronto me dice que yo me parecía mucho a un atleta que había ganado el evento del Cacahual.
Al inicio, por pena le decía que no era yo, pero ella insistía hasta que le dije que sí. Me preguntó qué necesitaba y cuando le respondí, directo me envió para que me ubicaran en Habana del Este. Empecé a trabajar como médico de la selección nacional y era atleta a la vez.
Seguiste corriendo hasta la maratón. ¿Cómo fue la llegada a tu primer Marabana?
Me inscribí estudiando Medicina, pero por poco no puedo correr. Recuerdo que tenía exámenes y no me había anotado. Fui dos días antes de la competencia y un amigo me dice que ya las inscripciones para los cubanos estaban cerradas. Hablé con Juantorena a ver si me autorizaba y me respondió que solo estaban abiertas para los extranjeros. La suerte es que había un muchacho de La Habana que se había inscrito en las dos modalidades: 21 y 42 kilómetros. Él iba a correr solo la maratón y me dio su dorsal de la media. Corrí y fui el mejor rendimiento por edades contra récord mundial.
A pesar de correr tanto, al final te decantas por la medicina. ¿Cómo fue el momento de tu retiro del deporte?
Ya en el año 2000 me retiré pues mis intereses eran otros. A mí siempre me gustaba entrenar bien duro, pero sentía que me pesaba levantarme y prepararme como debía y fue un aviso que era el momento de parar.
Me quedé como médico de la selección nacional, en el área de salto y en la de fondo, y ya después en los deportes acuáticos. En tal función participé en dos mundiales de deportes acuáticos (Montreal 2005 y Melbourne 2007), y también en Centroamericanos, Panamericanos, clasificaciones olímpicas…
De la selección nacional de atletismo, qué recuerdos tienes al codearte con figuras de élite…
Si te cuento no terminaría. Andaba con Javier Sotomayor, Anier García, Iván Pedroso… Recuerdo que en 1999, después del Campeonato del Mundo, estábamos en Varadero precisamente Sotomator, Anier, Pedroso y Emeterio González, saliendo del hotel. El custodio me vio, me llamó y me preguntó si yo era el atleta que corría fondo. Le dije que sí y me respondió: “compadre, como me gustaba a mí verte correr”. Yo me sorprendí un poco y lo que me dio por preguntarle es que si sabía quiénes eran los que iban caminando conmigo. El hombre me respondió: “sí, yo sé que son grandes, pero a mí lo que me gusta es el fondo”.
Otro momento grande fue con Anier y su última medalla olímpica, en Atenas 2004. Resulta que él tenía una lesión en el piriforme y fue a verme a pesar de que yo no era su médico directo. El día antes de irse para Europa le di una terapia neural y le dije que confiaba en él, que sabía que iba a coger medalla.
Anier es uno de los atletas más valientes y decididos que he visto en mi vida. En la primera carrera no hizo una buena marca y enseguida los amigos que tenía al lado comenzaron a chotearme. Me decían: ése amigo tuyo está liquidado, está frito. Y yo solo les pedí paciencia.
Ya cuando vi que en eliminatorias corrió por debajo de 13.40, dije: “entró en medallas”. Y así fue; bronce con 13.20. Fue una medalla que disfruté mucho más que el oro de Sydney 2000.
¿Cómo comparas aquellos tiempos del atletismo con los de ahora?
A mí me tocó una época bien dura en aquellas carreras de fondo donde un 14:10 minutos en 5.000 metros planos podía ser octavo. Después vino otra etapa en la que se ganaban las carreras con 15 minutos. Yo he visto ganar el Cacahual-Plaza con 1:10 o 1:12 horas, y ese era un tiempo que nosotros hacíamos en el entrenamiento.
También te digo que la motivación del atleta es fundamental; a veces se pierde y eso influye en el logro de un resultado. A nosotros no nos regalaron nada, los muchachos de ahora quieren correr con Adidas y yo les cuento cómo corría con zapatillas Batos y las cosía con tela de mezclilla cuando se rompían. La parte de abajo las cogía con una cámara de carro y así, toda una odisea.
¿Consideras que el ciclo de competencias del atletismo a nivel mundial es demasiado riguroso?
Sí, yo pienso que el tema de la mercantilización del deporte ha perjudicado al atletismo. Se paga muchísimo en los mítines y un grupo grande de atletas que no tienen patrocinio tienen necesidad de ir a triunfar ahí para costear sus próximos compromisos. En el caso de los nuestros, van a medirse, a prepararse para los grandes eventos, pero también van a buscar un resultado y el dinero, más ahora que en Cuba se está pagando todo al atleta. En parte es por ello que se compite demasiado.
Entonces haces una buena preparación general a principios y final de año, pero ya después los entrenamientos son polarizados, en bloques, y eso demanda, en primer término, más conocimiento del entrenador, y en segundo, que el atleta que físicamente no esté fuerte se va a lesionar.
¿Qué opinión te merece el modelaje competitivo en Cuba?
Cuba tiene historia en el triple salto mundial, por decir una modalidad, pero hubiese podido ser mucho mayor.
En nuestro país había seis atletas por encima de los 17 metros en el triple salto y los hacían saltar en una Copa Cuba o en un Memorial Barrientos a dos meses de la competencia fundamental.
De hecho, tenían que hacer sus mejores marcas, porque si no, no iban, tenían que quedar dentro de los tres primeros y ya al llegar a la competencia, perdían mucho en su forma deportiva. Por eso pienso que Cuba tiene que mejorar mucho el modelaje competitivo.
¿Has vivido experiencias como médico con otros deportes?
Sí, en el ciclismo, por ejemplo. Mira, en los Panamericanos de Guadalajara 2011, donde Cuba obtuvo oro, plata y bronce en la ruta femenina, yo fui el médico de esa selección. Dos semanas antes les hago a las muchachas un examen de medición de seguridad y todas tenían la urea alta. Me acerqué a su entrenador Leonel Álvarez para comentarle que no podía hacer volúmenes con ellas y se puso las manos en la cabeza.
Recuerdo que le dije que si confiaba en mí me dejara trabajar con cada una, y empecé haciéndoles aeróbicos suaves en el rodillo, regulándoles la frecuencia cardíaca. Así las tuve la semana completa. Ya la urea la tenían en cuatro, en niveles aceptables, y en el momento de la competencia agarramos el oro, la plata y el bronce. A pesar de que no me llevaron a los Juegos, sentí un regocijo enorme con aquel resultado.
Hablas de entrenadores: ¿a quiénes has admirado más?
Mis respetos en primer lugar para Santiago Antúnez, a mi juicio el mejor entrenador del mundo. Subía y bajaba el rendimiento del atleta con una maestría increíble. Ya hablé de Gabino Arzola, Leonel Álvarez y otros más a los que les tengo mucha estima. Quiero agregar y resaltar el meritorio trabajo que nuestros entrenadores realizan. Dentro de las grandes estrellas que Estados Unidos y muchos países europeos tienen y que son ampliamente reconocidos, Cuba ha logrado insertar con letras doradas a grandes atletas con sonados resultados en Copas Mundiales, Campeonatos del Mundo y Juegos Olímpicos
¿Qué cosas te han disgustado más en todo el trayecto que has tenido en el deporte, tanto en una profesión como en otra?
Soy enemigo de los comentarios nocivos que algunos medios de comunicación hacen sobre nuestros sacrificados deportistas. Por ejemplo, a mí me disgustó mucho en una ocasión las críticas a Yeimer López que hizo un narrador-comentarista deportivo cubano, todavía activo, tras perder una competencia.
Lo encaré y le dije: “estás criticando mucho sin saber de entrenamiento deportivo ni nada por el estilo”. Fue duro con Yeimer sin tener en cuenta a los grandes corredores que había dejado atrás y las tres carreras que había hecho al cien por ciento de su capacidad. Y te digo más; creo mucho y apuesto todo por la nueva generación que viene despuntando.
Desde hace un tiempo estás fuera de Cuba trabajando. ¿Cómo recalas en Costa Rica y cuáles son los planes futuros?
Yo siempre me dije que si tenía la oportunidad de trabajar en un país diferente en Medicina del Deporte, lo haría, y Costa Rica me dio la opción. Me invitó la directiva de una Universidad de ese país a dar cursos de Traumatología y Psicología del Deporte, y una vez que llegué me contrataron la Federación de Ciclismo y el Comité Olímpico.
Ahora debo moverme a España gracias a un amigo, médico del deporte también, quien labora en Barcelona. A través de él surge la idea de irme allá. Es un sueño cumplido, pues deseaba con mucho anhelo trabajar con el alto rendimiento en España y en una clínica del deporte de máximo rigor.
Gran entrevista a Pedro Rodríguez (Pedrin)
Un gran hombre u amigo , consagrado al deporte , cómo atleta y como médico deportivo, con grandes resultados en todos los deportes por dónde pasó en selecciones nacionales de cuba y en Costa Rica.
Muchas felicidades para kitin y para Pedrin.
Excelente artículo. Un buen ejemplo del sacrificio de los atletas de alto rendimiento, redoblado esfuerzo si se es cubano. Merece que se le cumplan todos los sueños porque simplemente para ello ha trabajado y trabaja.
Excelente entrevista, no hablaré cómo Hermano de Pedrin,si no como profesional del deporte.. Pedrin fue un atleta destacado, apasionado y valiente, todo lo corria bien desde 800 m hasta los 42 km. Ahora como médico es un profesional excepcional, y lo definiria cómo un científico en medicina del deporte. Es un privilegio contar con talentos y seres humanos de este nivel que hacen enorgullecer nuestra sangre cubana, dando ejemplo a nivel mundial con cada uno de sus éxitos.!
Felicidades hermano que continúen tus logros y Dios te bendiga..
Saludos cordiales y mi respeto a Kitin
Excelente entrevista. Conocí a Pedrin y su familia cuando estudiaba medicina y corría… lograba ser excelente en ambas. Aún en vacaciones se despertaba de madrugada a correr. Perdía las uñas d la humedad, él mismo se hacía las curas. Mucho ánimo le dábamos en los Marabanas
Ejemplo d dedicación, sacrificio, voluntad y vocación. Y q no crean lo contrario… le gustaba la fiesta y bailaba muy bien. Igual q cuida d su profesión, así lo hace con su familia.
Un abrazo Pedrin, estoy muy orgullosa d ver tus resultados.