El reciente Mundial de Clubes de voleibol volvió a poner sobre la mesa el talento, el poderío y las perspectivas de la nueva generación cubana, que sigue creciendo a pasos agigantados en el concierto profesional. Ninguna evidencia en ese sentido es tan clara como el reinado del Miguel Ángel López, seleccionado Jugador Más Valioso de la lid y miembro del Equipo Ideal, y la irrupción definitiva de Marlon Yant, líder anotador y en ataque.
Suena raro hablar del impacto cubano en el Mundial de Clubes y que los máximos protagonistas de las historias no sean Osmany Juantorena, Robertlandy Simón, Wilfredo León y Yoandy Leal, pero a esos cuatro fantásticos ya se pueden sumar otros nombres que prometen llevar a la Isla hasta la cumbre del deporte de la malla alta en el presente y el futuro.
López y Yant son los líderes de esa nueva hornada de talentos, empeñada en tomar el relevo del mejor grupo de jugadores que jamás ha dado la Isla. De momento, los dos jóvenes brillaron con luz propia en el Ginasio Poliesportivo Divino Braga de Betim, Brasil, donde dieron una demostración de consistencia, regularidad y madurez competitiva.
Los mayores honores se los llevó López, flamante monarca con el tetracampeón Sada Cruzeiro, que hizo valer su condición de local y reinó con un solo set perdido en cuatro partidos. El auxiliar cienfueguero se erigió en una de las puntas de lanza del plantel brasileño, desplegando un arsenal de recursos impresionante para un chico con menos de cinco años de experiencia profesional.
“Fuimos fuertes desde el primero hasta el último punto del torneo y estoy muy orgulloso de todos nosotros. Cuando llegué aquí, dije que quería ganar tantos títulos como fuera posible y esta victoria es una gran parte de eso. Para mí, nuestro equipo es el verdadero MVP. Cada jugador hizo su trabajo muy bien y estoy orgulloso de todo el equipo”, aseguró López tras conquistar una victoria que lleva su sello.
Despegue galáctico, fuerza brutal en ataque y servicio desestabilizador son algunas de las virtudes que el sureño de 24 años exhibió en Betim, donde mostró su gen competitivo y extraordinaria capacidad para crecerse y asumir balones en los momentos cruciales.
“El liderazgo no se pide, es algo que va surgiendo con el tiempo”, me decía el pasado año López, quien se ha convertido en una de las piezas fundamentales del Sada Cruzeiro a base de humildad y trabajo fuerte. Esos valores y sus cualidades atléticas podrían llevarle a ser uno de los voleibolistas más determinantes del planeta, a juicio de su entrenador Filipe Ferraz.
“Es un puntero excepcional. Disfruta de una salud increíble, su ataque y su saque son muy agresivos. Creo que es uno de los más agresivos que he visto. Si califica un poco más en la recepción, podría convertirse en uno de los jugadores más grandes del mundo”, dijo Ferraz al portal Web Volei.
Ciertamente, López ha experimentado un notable crecimiento cualitativo en el último lustro. Mucho ha tenido que ver en ese despegue la posibilidad de jugar en su puesto natural de atacador auxiliar. “No me siento cómodo de opuesto, no es lo que me gusta hacer”, decía hace año y medio el atacante de 1,90 metros de estatura sobre su ubicación en la selección nacional cubana. En el Sada Cruzeiro ha logrado romper con esa tendencia y asentarse en la posición que mejor domina.
El salto de calidad de aquel jugador inexperto que llegó en el 2017 a los Gigantes del Sur en Argentina ha sido descomunal, y la prueba de ello es la estabilidad de su rendimiento en un club de máxima exigencia como el Sada Cruzeiro, donde ha logrado consolidarse como titular en cuestión de 15 meses.
La guinda del pastel ha llegado con el título en el Mundial de Clubes y el premio de MVP, sexto que consigue un jugador cubano en la historia de estos certámenes, tras los cuatro de Osmany Juantorena (2010, 2011, 2012 y 2017) y uno de Yoandy Leal (2015), este último defendiendo también la camiseta del Sada Cruzeiro.
Por si fuera poco, Miguel Ángel López puede sentirse orgulloso porque ya figura al lado de Lorenzo Bernardi, Matey Kaziyski, Dmitry Muserskiy, William Arjona, Aaron Russell, Bruno Rezende, Leal, Juantorena o su actual compañero de equipo Wallace de Souza, grandes estrellas mundiales que también merecieron el premio de MVP en ediciones anteriores del Mundial de Clubes.
Lo mejor para Cuba es que esto puede repetirse en el futuro, y no necesariamente con López como protagonista. Por su proyección, herramientas y desarrollo, Marlon Yant también podría convertirse en MVP de cualquier torneo a corto plazo. Su nombre no ha resonado tanto a nivel profesional, pero el impacto del joven villaclareño en las filas de un club poderoso como la Lube Civitanova es innegable.
Yant vivió un primer año de adaptación en el plantel italiano con viento a favor, en gran medida por la posibilidad de entrenar y nutrirse todos los días con los conocimientos y la experiencia de estrellas como Robertlandy Simón, Leal, Juantorena o el pasador argentino Luciano De Cecco, con quienes podía comunicarse sin barreras idiomáticas, pues todos hablan español a la perfección.
Si bien no tuvo mucho de tiempo de juego, Yant compensó con horas de aprendizaje en los entrenamientos y en la cancha, lo cual empieza a notarse ahora que ha gozado de mayor protagonismo por la salida de Leal rumbo al Módena y la lesión de Juantorena. Poco a poco el villaclareño ha ido ganando espacios y regularidad, y el Mundial de Clubes fue un escenario idóneo para mostrarse.
En Betim, el cubano fue líder anotador (68 unidades) y en ataque (57) con un descomunal 65,52 % de efectividad, superando en ambos departamentos al fenómeno italiano Alessandro Michieletto (Trentino), otro chico de 20 años con un futuro prometedor. Además, Yant terminó segundo en servicio con seis aces y no desentonó en la recepción con solo dos errores.
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“Es un monstruo, un diamante en bruto”, decía sobre Yant el experimentado entrenador italiano Silvano Prandi, fundamental en el desarrollo del antillano por las oportunidades que le dio en el Chaumont francés, donde destacó y llamó la atención de la Lube, uno de los gigantes del circuito transalpino.
Ahora, con más oportunidades de jugar en torneos de máximo calibre como la Liga de Campeones o la Liga Italiana, Yant puede exigirse, trazarse metas ambiciosas y probar sus límites. Si sigue por ese cauce de superación, apelando a también a su fuerza mental para reponerse ante cualquier contratiempo, de seguro se convertirá en un fenómeno.
De momento, tanto Marlon Yant como Miguel Ángel López son el espejo en que otros jóvenes talentos del voleibol cubano pueden mirarse. Su irrupción en la élite sirve de aliciente para la nueva generación del deporte de la malla alta en la Isla, que mira con esperanza al futuro.