La selección cubana de fútbol se despidió de sus posibilidades de asistir a la Copa Oro 2025 tras sucumbir ante Trinidad y Tobago por estrepitoso marcador de 4-0 en la vuelta de la ronda preliminar rumbo al torneo de combinados nacionales más importante del área.
Este resultado, de conjunto con el 1-2 que nos habían propinado en la ida, nos dejó un marcador global de 6-1 en favor de los trinitarios, el cual, más allá de certificar la eliminación de Los Leones del Caribe, también puso en evidencia la magnitud de la crisis que vive actualmente el fútbol en la isla.
Desconocer la responsabilidad de los jugadores en el fracaso de estos dos últimos partidos sería faltarle a la verdad. El rendimiento colectivo e individual no estuvo a la altura de lo que se espera si miramos los clubes y ligas en los que militan nuestros efectivos.
En la ida, no hubo fútbol. Y en la vuelta, una desconcentración infantil costó la expulsión de Romario Torres apenas al tercer minuto de partido, condicionando el análisis del funcionamiento colectivo del equipo. Esto, sumado al costoso error de Yosel Piedra y la falta de asociación entre los jugadores de ataque, terminó sentenciando cualquier posibilidad de conseguir una remontada.
Pero una cosa es el fracaso en un partido puntual, y otra muy distinta el de un proceso. En esto último, inevitablemente, las miradas se enfocan sobre el entrenador Yunielis Castillo, quien no debería continuar al frente de la absoluta si nos guiamos por los dividendos de su gestión.
El técnico solo ha ganado 3 de sus 15 partidos. Incluso, si tomamos en cuenta los empates conseguidos ante Honduras y Jamaica, equipos que están por encima de nuestras posibilidades, tampoco podríamos “maquillar” su balance, que quedaría con cinco resultados positivos en 15 presentaciones.
Por si fuera poco, cuando Castillo llegó a la selección, acabábamos de clasificar al Nivel A de Liga de Naciones y hoy estamos en el Nivel B. Además, justo en el momento de su nombramiento, el plantel nacional venía de jugar la Copa Oro y hoy se ha perdido la oportunidad de clasificar a ese evento. Estos son argumentos que indican un evidente retroceso y el fracaso de una gestión.
Castillo no es un mal entrenador. Al César lo que es del César. Su papel con las dos últimas selecciones Sub-20 dan fe de sus capacidades. Pero así como existen “jugadores de equipo grande” y “jugadores de equipo chico”, también hay entrenadores a los que se les da mejor el trabajo en categorías formativas. Y ello no implica un demérito en lo absoluto.
Habrá quien argumente que los jugadores tampoco han tenido un buen rendimiento y, sin embargo nadie pide su salida de la selección. Pero en el fútbol, como en todos los deportes colectivos, cuando las cosas van mal, la solución siempre es un cambio de dirección y no una limpieza de vestuario. Simplemente porque el sentido común indica que es más fácil cambiar a uno que a una veintena. Y más cuando se trata de Cuba. Si prescindimos de lo poco que tenemos, ¿quién nos queda para convocar?
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El fútbol está lleno de intangibles. De alguna manera inexplicable, todos podemos reconocer cuando un ciclo debe cerrar. Es algo que está en el aire, se respira. Sucedió con Pablo Elier Sánchez tras la Copa Oro de 2023 y no nos tembló la voz para exponerlo. Hoy estamos en una situación mucho más alarmante, así que toca decirlo: el proceso de Castillo ha terminado.
Corresponde a los directivos de nuestro fútbol no aplazar lo evidente. Lo que en el fondo saben que tarde o temprano habrá que hacer. La selección necesita a un entrenador con resultados contrastados en el fútbol profesional. ¿Que son caros? Sí. Para eso está el dinero que dona FIFA.
Incluso si este corte de entrenadores estuviera lejos de lo que podemos permitirnos, en nuestro patio hay opciones para buscar reconstruir el proyecto: Alexander “Chandler” González, Raúl González Triana y Walter Benítez son nombres que podrían valorarse para el presente inmediato.
En julio la selección cubana volverá al césped para cerrar la fase grupos de las Eliminatorias Mundialistas de Concacaf ante los combinados Bermuda y Antigua y Barbuda. De ganar ambos partidos, como se espera, nos llevaríamos un boleto a la fase final de este proceso clasificatorio. Y allí, rivales como Trinidad y Tobago serán lo menos exigentes que podemos enfrentar. Urge el cambio.