Si bien restan varias semanas para decir adiós a 2023, el calendario FIFA para el año ya cerró. Por tanto, estamos en condiciones de analizar lo que fueron los últimos 12 meses de la selección cubana de fútbol, en su rama varonil. Un lapso que, si bien dejó algunas alegrías a nivel de resultados, se va dejando un sabor amargo en el seno de la afición futbolera de la isla.
A inicios de año los objetivos para los de La Mayor de Las Antillas, por más que no fueran explícitos, estaban bastante claros: clasificar al Nivel A de la Liga de Naciones de CONCACAF, mantener la máxima categoría en esa competición y avanzar a los cuartos de final de la Copa Oro.
Si analizamos el desempeño de la absoluta en función del cumplimiento de estas variables, la valoración podría llegar a ser positiva: Cuba terminó liderando su llave en en el nivel B de la Liga de Naciones, logrando de esta forma su ascenso al Liga A, en la que también logró la permanencia contra todo pronóstico meses después.
El único objetivo no cumplimentado sería el de la Copa Oro, donde no solo no se consiguió llegar a cuartos, sino que se terminó en el último lugar del grupo, firmando así una de las peores actuaciones en la historia de este torneo.
Podemos decir que —de los tres objetivos implícitos— se cumplieron dos. Desde una perspectiva estrictamente resultadista, no parecería un mal año. Sin embargo, cuando ponemos bajo la lupa el funcionamiento de la selección durante todo el proceso, es imposible (para los amantes del buen fútbol) estar conformes.
De los 12 partidos que disputó el combinado nacional en este tiempo, solo se ganaron 3 y se empataron 2, sucumbiendo en los siete choques restantes. En algunos casos de forma estrepitosa.
Los rivales sobre los que se obtuvieron las mencionadas victorias fueron Barbados, Guadalupe y Surinam, en todos los casos con marcador de 1-0. Los empates, ambos sin goles, ocurrieron ante Haití y Honduras, lo cual tiene mérito por tratarse de equipos a todas luces más fuertes. Pero también debemos matizar que ambos resultados se consiguieron a base de parquear el bus frente al arco y mostrando una producción futbolística muy pobre. Mientras, de las siete derrotas sufridas, cuatro fueron por goleadas; siendo Chile (0-3), Guadalupe (1-4), Honduras (0-4) y Rusia (0-8) los verdugos a cargo.
Uno de los datos más alarmantes para el combinado cubano fue la escasa producción de goles. En los 12 partidos, Los Leones del Caribe solo consiguieron perforar el arco rival en seis ocasiones, tres de ellos desde el punto penal. Es decir, en todo el año natural, la selección cubana de fútbol sólo marcó tres goles en jugada. Esto como resultado de la pálida capacidad asociativa y pobre circulación de balón que se ponía de manifiesto, prácticamente, partido tras partido.
A nivel defensivo, se recibió la friolera de 26 goles en una docena encuentros, lo que nos deja un promedio de 2.17 dianas permitidos por juego. Aunque, eso sí, hay que matizar que, de esas 26 dianas encajadas, ocho fueron concedidas en el reciente partido amistoso ante Rusia, un rival inmensamente superior al que se enfrentó con importantes ausencias, dejando un resultado que —en nuestra opinión— no refleja la realidad potencial de la absoluta cubana.
Como dato positivo, es bueno destacar que en cinco de los 12 choques disputados la defensa cubana logró mantener su arco en cero, sobre todo gracias a las providenciales intervenciones de los porteros Sandy Sánchez y Raiko Arozarena. El guardameta tunero dejó su valla invicta en el primer partido del año ante Barbados y, luego, Raiko repitió la dosis ante Guadalupe, Haití, Surinam y Honduras.
2024 se encuentra al doblar de la esquina. Este será un año de elevada importancia para el fútbol cubano. La ampliación de la Copa Mundial de fútbol a 48 selecciones derivó en un aumento considerable de plazas para todas las confederaciones; por lo que ahora son más los equipos que pueden pelear por un billete la próxima edición del máximo evento balompédico del planeta.
En el caso de la CONCACAF, si bien tres de estos boletos ya se encuentran otorgados a México, Estados Unidos y Canadá en su condición de sede conjunta del próximo Mundial, otras tres plazas directas y dos repechajes quedarán en disputa. Por lo que, en el proceso eliminatorio que arrancará en marzo de 2024, incluso aquellas selecciones de nuestra zona geográfica que veían el sueño mundialista como algo lejano, pueden pelear de forma seria por un cupo a la importante cita del orbe. En esa dirección hay que mirar.