Corría el minuto 38 de juego. El equipo Cuba mostraba peligro sobre la cancha del capitalino Estadio Pedro Marrero. Los visitantes panameños poco podían hacer con su superioridad técnica. Un pase filtrado al área. El pequeñín y capitán del conjunto Alberto Gómez recibió de espaldas al arco, dio media vuelta y disparó raso. El balón “caprichosamente” se coló en la red rival y los cubanos chillaron a todo pulmón el grito de Gol ahogado durante 487 minutos en esta eliminatoria mundialista.
Al final, Panamá empató el partido y clasificó a la decisiva hexagonal de la Confederación Norte, Centroamericana y del Caribe de Fútbol, pero seguramente los de las cuatro letras no pensaban en otra cosa que no fuera el hecho de marcar un gol: lo más hermoso del que –dicen- es el deporte más hermoso del mundo.
El tanto panameño llegó en una jugada inesperada, un centro perdido se clavó en la escuadra de la portería. Un guardameta inexperto –bien durante todo el choque- no pudo con el demoníaco balón que rebotó en el suelo sin que nadie lo tocara y se elevó lo imprescindible para que los soñadores desterraran la posibilidad de una victoria. Así de orgullosos son los cubanos en materia deportiva, siempre quieren ganar, esperan el milagro y si es necesario ponen velas a todos los santos.
Pero Cuba anotó un gol, y Beto Gómez se convirtió en noticia, y los jugadores sub 20 que entraron en la cancha lucieron bien, y cuatro puntales dentro del conjunto desertaron hace unos días en Canadá, y nunca veré al equipo de la Isla en un Mundial de Fútbol (perdonen el pesimismo, ojalá me hagan tragar las palabras para la versión de 2018).
Ahora, la mirada del fútbol cubano está en la venidera Copa del Caribe, cuya primera fase comenzará el 12 de noviembre. Las intenciones son las de coronarse en ese evento, pero estos pronósticos en materia de goles y gambetas son –incluso en ese nivel- risibles hasta la médula. Y es que para ser campeón en cualquier torneo futbolístico, marcar un gol no puede ser un sueño, tiene que ser una realidad repetida muchas veces. Ojalá y también me hagan tragar estas palabras.