Recientemente recibimos con placer otra noticia sobre el nadador Hanser García (10 de octubre de 1988). Nuevamente “el pollo” se ratificó en la elite mundial de los 100 metros estilo libre, al culminar séptimo con récord nacional de 47.19 segundos, para desbancar su anterior 47.28 en el Mundial de Curso Corto de Estambul.
Es cierto, aún su técnica no se ha perfeccionado a la par de sus potentes brazadas y pateo, todavía persisten en él pequeñas deficiencias en los elementos subacuáticos de entrada al agua, el delfín y su giro, pero de lo que no cabe duda es de que Hanser puede definirse como un “pollo” sumamente competitivo, veloz y que marcó el despertar de la natación cubana tras casi cuatro cuatrienios de sombrío andar.
Sí señores, al menos en el panorama olímpico, pues desde Atlanta 1996 cuando Rodolfo Falcón (54.98) y Neisser Bent (55.02) se agenciaron plata y bronce, ningún otro nadador antillano había podido acceder a una final bajo los cinco aros.
Por esas casualidades o cábalas que tiene la vida fue el siete el número que marcó a Hanser en este 2012 que baja el telón. Justamente esa misma posición le deparó la cita londinense, en donde también estableció plusmarca del patio con 48.04.
Las emociones fuertes junto a Hanser García las comenzó a vivir el pueblo de Cuba en octubre del 2011, justo en las finales de los Juegos Panamericanos de Guadalajara. Y no solo él, entonces tuve el placer de ser el único periodista de prensa escrita que presenció esa carrera. Casualmente eso fue lo que tuve que experimentar para llegar justo antes del disparo inicial, una sprintada de casi 500 metros con laptop y mochila al ristre, y mi camarada Ismael Francisco por el carril de al lado. Justo como Hanser en la línea de largada tres, nada más y nada menos que junto al fenómeno brasileño César Cielo, recordista y monarca en esa ocasión (47.84).
¿Y saben? Nuevamente el destino le deparó al pollo en la ciudad del Big-Ben ese tercer carril, otra vez codo con codo con Cielo, pero las posiciones fueron distintas para ambos, 47.92 el auriverde y a continuación… ya saben.
Sobre todas esas emociones, flashazos de gloria y un 2012 en el que precisamente por lo acaecido en la capital británica se incluyó entre los mejores deportistas de la nación accedió a conversar con OnCuba este pollo, veloz como pez en el agua:
El 2012… ¿año crucial?
Sí, totalmente, no solo por el hecho de quedar séptimo en una final olímpica en un estilo tan exigente como el libre —concurrieron los 60 mejores exponentes del planeta— sino además por la confirmación en la elite de la modalidad, incluso en curso corto. Es verdad que ninguno de los finalistas de Londres asistió a Estambul, pero también lo es el hecho de que es sumamente complicado mantener un pico de rendimiento cuatro meses después de la competencia fundamental, y ya tú ves, lo conseguí.
A eso súmale el estar siempre insertado entre los tres primeros del circuito Mare Nostrum, eso fue muy gratificante, pues en el 2011 apenas finalicé séptimo en ese mismo escenario.
Menos de un cuatrienio y resultados en extremo alentadores. ¿A qué se debe ese vertiginoso y sostenido progreso?
La vida es tremenda, si te dijera que comencé en natación en la escuela primaria Orestes de la Torre, pero en la EIDE luego un entrenador me dijo que no reunía muchas condiciones y me pasé al polo acuático con 13 años. Eso influyó en el desarrollo de mi técnica, hasta que nuevamente en abril del 2009 retorné a la natación.
Lo otro que es vital para triunfar en la vida son las ganas de crecer. Soy de los que no me gusta perder en nada, a eso le debo esa competitividad extrema. El apoyo de mi familia, amigos y en especial de mi entrenadora María Luisa Mojarrieta, ha sido fundamental. Su paciencia, conocimientos, largas horas de trabajo juntos, kilómetros y kilómetros de pscinas, secuencias de ejercicios para perfeccionar la técnica y pulir deficiencias, en fin, todo.
Competitividad, técnica… ¿Qué falta para una presea a nivel mundial?
Trabajar duro sobre esos elementos que aún no tengo parejos, como el delfín y el halón (impulso final) en la vuelta. Ya he logrado estabilizar la relación del peso corporal en los entrenamientos (85-86 kg) con el competitivo (81.5-82). Soy de esos atletas que se trazan metas escalonadas, por lo tanto mi objetivo inmediato es el Campeonato Mundial de Barcelona el año próximo. ¿Predecir una medalla? Bien difícil, tienen que conjugarse muchas pequeñas cuestiones.
Por ejemplo, en este minuto la piscina donde entrenamos en la Marcelo Salado está en muy malas condiciones, no tiene recirculación el agua y los niveles de cloración no son los idóneos apenas tres meses y un tanto después de llenada. Pero eso es en el plano extradeportivo, si la preparación fluye sin interrupciones y logro acceder a la final, será otra experiencia metido de a lleno en la elite. Una vez allí cualquier cosa pueda pasar. Espero que a partir de entonces otro número y no el siete dicte mi ubicación.