Los Juegos Olímpicos de Tokio se celebrarán en un estricto formato burbuja y bajo medidas sanitarias sin precedentes destinadas a evitar contagios de coronavirus, lo que no ha impedido la aparición de los primeros casos de la COVID-19 entre atletas.
El listado de restricciones, protocolos de seguridad sanitaria y sanciones por incumplimiento es tan amplio que prácticamente lo único que estará permitido en los Juegos de la capital nipona será competir por las medallas.
Todos los miembros de la familia olímpica estarán aislados en las zonas especialmente asignadas para los Juegos durante su estancia en la nación asiática, de donde no podrán salir en ningún caso, y dentro de las cuales serán, además, sometidos a constantes test y a una estrecha vigilancia.
Hasta este martes, 67 participantes en los Juegos, entre ellos cinco atletas y tres de los cuales residentes en la Villa Olímpica, han dado positivo por COVID-19 en las pruebas del virus a las que se someten desde el 1 de julio todas las personas involucradas en la cita olímpica desde su llegada a Japón.
La burbuja olímpica
Al margen de viajar vacunados en la mayoría de los casos, los atletas, técnicos y representantes de comités y federaciones deberán someterse a dos test PCR antes de partir de sus países y a otro más a su llegada al país asiático.
La organización obliga a todos los participantes a tener instaladas dos aplicaciones en sus teléfonos móviles, que sirven para introducir de forma diaria datos sobre su estado de salud —como temperatura corporal y posibles síntomas de COVID-19— y para controlar sus movimientos a través de GPS y Bluetooth.
Con estas medidas se aspira a tener controlados los desplazamientos de los participantes foráneos, así como a poder trazar posibles contactos cercanos en caso de que haya positivos.
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A los atletas solo les está permitido moverse entre la Villa Olímpica u otros alojamientos y las instalaciones de entrenamiento y de competición, y afrontarían sanciones que van desde las multas hasta la descalificación si intentaran salir a dar un paseo, de compras o a comer fuera.
Dentro de la Villa Olímpica también habrá fuertes medidas preventivas que incluyen la recomendación de que los deportistas coman y beban solos o separados por mamparas protectoras, eviten la cercanía o el contacto físico entre ellos y lleven mascarilla en todo momento salvo cuando estén comiendo.
Los atletas serán además sometidos a test de saliva de forma diaria durante los Juegos y, en caso de dar positivo, serían enviados a un centro sanitario específico ubicado en la Villa Olímpica donde se les realizarán pruebas adicionales.
En caso de confirmarse el contagio, se les pondría en cuarentena y si presentaran síntomas moderados o graves se les trasladaría además a uno de los hospitales de Tokio y alrededores designados para acoger a pacientes de COVID-19 durante los Juegos.
Gradas vacías
Los anfitriones han decidido a última hora que todas las competiciones olímpicas se celebren a puerta cerrada en Tokio y en las regiones colindantes, donde están la gran mayoría de las sedes deportivas.
Esta medida, que da marcha atrás a la anunciada poco antes de permitir a un máximo de 10.000 personas en las gradas, se debe al repunte de contagios en la capital en las últimas semanas, y a la propagación de las nuevas y más contagiosas variantes del virus, lo que más inquieta a los expertos médicos.
El panel de especialistas sanitarios que asesora al Gobierno venía alertando del riesgo excesivo que supondría el movimiento de personas para asistir a las competiciones olímpicas, e incluso había advertido del peligro de que durante los Juegos apareciera una nueva cepa del coronavirus.
Las autoridades niponas, en principio, contemplan permitir que haya un número limitado de espectadores —y dependiendo de la situación de los contagios— en solo tres prefecturas del norte y el centro del país (Miyagi, Shizuoka e Ibaraki), sedes de algunos partidos de fútbol y de las pruebas de ciclismo en pista, montaña y ruta.
A esto se suma la decisión tomada el pasado marzo por los anfitriones de vetar la entrada al país de turistas extranjeros durante los Juegos, en el contexto de cierre de fronteras que aplica el país asiático desde hace meses salvo para sus residentes, y que no ha logrado evitar la penetración de las temidas nuevas variantes del virus.
Por si todo ello fuera poco, los organizadores han pedido a los comités, federaciones, patrocinadores y otras entidades implicadas que reduzcan al mínimo posible las comitivas que enviarán a Japón, lo que también incumbe a los dignatarios de Gobiernos extranjeros.
Sin ambiente en las calles
Desde el pasado lunes 12 de julio y hasta que acaben los Juegos, Tokio se encuentra bajo un nuevo estado de emergencia sanitaria por coronavirus, lo que implica principalmente restricciones para bares y restaurantes y la recomendación a los ciudadanos de evitar desplazamientos no esenciales.
El Gobierno de Tokio ha cancelado sus planes de instalar pantallas gigantes en diferentes espacios públicos para que los aficionados pudieran seguir las competiciones, y ha decidido también restringir al público el último tramo del recorrido de la antorcha olímpica por la capital antes del encendido del pebetero.
Antonio Hermosín Gandul / EFE