Le llamaban el hombre del boxeo total. Y con total justicia. Verlo pelear era un espectáculo único.
Su agilidad de manos y piernas era un enigma para sus contrincantes. Su destreza en las tres distancias del boxeo: la larga, la corta y la media, era sencillamente insuperable. Su vasto y efectivo repertorio de golpes, un verdadero dolor de cabeza para quien debía subirse con él a un cuadrilátero.
Fue tres veces campeón mundial, una vez medallista de plata olímpico, y acumuló un amplísimo palmarés en certámenes nacionales y de todo el mundo. En su época, el público lo adoraba y los comentaristas lo ensalzaban como uno de los mejores del planeta. Ahora ha muerto.
Adolfo Horta Martínez, uno de los más grandes pugilistas de Cuba, falleció la noche de este lunes a consecuencia de un derrame cerebral. Tenía 59 años. Estuvo varios días hospitalizado hasta que los médicos dictaminaron su muerte. Cerró sus ojos en Camagüey, la ciudad que lo había declarado Hijo Ilustre y que ahora lo llora.
En otras circunstancias, la noticia hubiese ocupado titulares en la Isla. E incluso fuera de ella. Pero el fallecimiento de Horta, quien naciera el 3 de octubre de 1957, coincidió con el homenaje póstumo a Fidel Castro, con su multitudinaria despedida en toda la Isla.
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La silenciosa partida de Adolfo Horta no demerita, sin embargo, todo lo que consiguiera con sus puños. En quince años como boxeador amateur logró 319 victorias con apenas 27 fracasos. Alcanzó diez fajas nacionales y representó con éxito a Cuba en lides regionales y universales.
Sus tres coronas del mundo las consiguió peleando en divisiones diferentes: 54, 57 y 60 Kg, un hito no igualado por ningún otro púgil hasta la actualidad. Su último gran título lo conseguiría en Reno, Estados Unidos, frente al soviético Orzubek Nazarov, quien luego como profesional ostentaría el título ligero de la Asociación Mundial de Boxeo.
Su mayor frustración deportiva fue no poder alcanzar el oro olímpico. En Moscú ’80, cuando era el principal favorito, cayó derrotado por el alemán democrático Rudi Fink. Al parecer el exceso de confianza lo condujo a la inesperada caída. Luego, la ausencia de Cuba a los juegos de Los Ángeles’ 84 le imposibilitó saldar esa deuda.
Horta se retiró con solo 29 años, muy pronto en opinión de la mayoría. Había comenzado a boxear en su infancia, bajo la mirada del entrenador Jorge Navarro, y su debut en un evento de alto nivel tuvo lugar en 1974, en el torneo internacional Giraldo Córdova Cardín celebrado en la ciudad de Camagüey.
Tras abandonar el ring como deportista siguió vinculado al boxeo como entrenador. Prestó colaboración fuera de Cuba y adiestró a jóvenes atletas en la academia camagüeyana de la disciplina. Esporádicamente hacía apariciones en eventos boxísticos realizados en el país.
El sepelio de Adolfo Horta está previsto para este miércoles 30 de noviembre a las 8:00 de la mañana. Con anterioridad, su cadáver ha sido velado en la Casa de Cultura Ignacio Agramonte, un emblemático inmueble del centro histórico de Camagüey al que las personas han podido asistir de manera simultánea al homenaje que se tributa a Fidel Castro en otros lugares de la ciudad.
Fue uno de los grandes del ring. Recuerdo su elegante estilo que desconcertaba a casi todos sus contrarios. Que descanse en paz!