Los nuevos inmortales del béisbol cubano (II)

Omar "El Niño" Linares, para muchos el mejor pelotero cubano de las últimas cinco décadas. Foto: Archivo.

Omar "El Niño" Linares, para muchos el mejor pelotero cubano de las últimas cinco décadas. Foto: Archivo.

En la refundación del Salón de la Fama del Béisbol Cubano también fueron exaltados cinco atletas de la segunda etapa, desde 1962 hasta la actualidad.

Aquí la tarea resultó harto difícil teniendo en cuenta el vacío  histórico de más de cincuenta años sin exaltaciones, y la cantidad de peloteros destacados que han pasado por las 54 series nacionales. ¿Primarían en las votaciones los peloteros de las décadas del sesenta y setenta o los especialistas se decantarían por las astronómicas estadísticas en la era del bate de aluminio?

Los finalistas seleccionados en esta etapa fueron: Manuel Alarcón, Ramón Carneado, Pedro Chávez, Jose Antonio Huelga, Víctor Mesa, Braudilio Vinent, Luis Giraldo Casanova, Orestes Kindelán, Antonio Muñoz y Omar Linares.

Es muy difícil comparar épocas y no sucumbir ante las avasalladoras estadísticas de los homenajeados.

El más votado fue Omar Linares, para muchos especialistas el pelotero más completo que ha pasado por las series nacionales. El Niño, en su paso por 20 clásicos cubanos, está situado entre los cinco primeros en los departamentos ofensivos más importantes con excepción de las bases robadas, que es décimo lugar. Su average  histórico de 368 parece una barrera infranqueable así como los 644 de SLU solo aventajado por Alfredo Despaigne con 650 sin computar la última serie aunque es muy difícil que el granmense supere tras su retiro  el slugging del pinareño.

Por si fuera poco, y esta estadística la agradezco al inquieto Benigno Daquinta, Omar junto a Yuliesky Gourriel y Fernando Sánchez constituyen el selecto trío de peloteros que computan más de 200 jonrones, más de cien bases robadas y más de cincuenta triples. Casi nada.

Otro de los seleccionados fue Braudilio Vinent. Su longeva carrera de veinte temporadas lo ubican entre los cinco primeros en diez departamentos. Las 63 lechadas que propinó y los 265 juegos completos constituyen records imbatibles para el béisbol cubano. El Meteoro de la Maya ganó más de 200 juegos (221) y propinó más de 2000 (2134) ponches. Marcas respetables y a las que accedieron muy pocos lanzadores. Es el único lanzador exaltado en la etapa revolucionaria.

Antonio Muñoz es otro de los imprescindibles de la pelota cubana. Su trayectoria de 24 series nacionales lo llevan a estar entre los seis primeros en 14 departamentos. Es el único pelotero de los seleccionados que comparte su excelencia ofensiva con la defensiva al situarse cuarto en participación en doble plays con 1392, y segundo en outs realizados y en total de lances con 17 057 y 17 954 respectivamente. Fue un bateador tan respetado que lidera las bases intencionales con 273, y las bases por bolas con 1551 aventajando en 110 a su más cercano perseguidor Enriquito Díaz.

El Gigante del Escambray será recordado por el jonrón que decidió el Campeonato Mundial de 1980, y por su extrema sencillez dentro y fuera del terreno de pelota. Esas cualidades lo dignifican aún más.

Orestes Kindelán es el único de los exaltados que lidera históricamente cuatro departamentos ofensivos. Sus 487 jonrones parecen de otra galaxia, y solo Yuliesky Gourriel y Alfredo Despaigne pudieran acercarse a semejante cifra. Las 1511 carreras impulsadas constituyen una quimera para cualquier pelotero al punto que aventajó a Muñoz en más de cien remolcadas. El total de bases recorridas ascendente a 3893 es otra barbaridad. Su único liderazgo asequible y menos importante es el de 91 sacryflys. El Tambor Mayor sentó cátedra bate en mano en eventos nacionales e internacionales.

El quinto exaltado fue Luis Giraldo Casanova. Si bien sus números en series nacionales no son tan deslumbrantes como los restantes peloteros (se sitúa en solo cuatro acápites entre los diez primeros) el pinareño pasó a la historia como «El Señor Pelotero» por su gran integralidad. Sirva como ejemplo que junto a Lázaro Junco y Omar Linares constituye el único trío de peloteros con más de 300 jonrones y más de cien bases robadas. Además sus prestaciones internacionales fueron encomiables.

Las excelsas estadísticas primaron sobre el beisbol romántico de las primeras décadas revolucionarias. Y aunque voté entre mis 10 propuestas por los cinco seleccionados siento la ausencia de grandes íconos del inicio del béisbol revolucionario como Pedro Chávez, Miguel Cuevas y José Antonio Huelga.

Creo también que figuras legendarias del periodismo deportivo cubano como Eddy Martín y José Antonio «Bobby»  Salamanca pudieron estar entre los cien nombres elegibles de la boleta en esta etapa. Por suerte se saldó una deuda histórica, y en materia de beisbol nunca existirá consenso en Cuba.

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