Aunque mucho menos publicitados que sus homólogos convencionales, más allá de figuras y momentos de excepción, los deportistas cubanos con discapacidad atesoran una rica historia en eventos internacionales y, en particular, en Juegos Paralímpicos, en los que suman ocho participaciones oficiales.
En su principal cita multideportiva, los paratletas de la Isla exhiben ya 43 títulos, 20 subtítulos y 28 terceros lugares, para un total de 91 medallas desde Barcelona 1992 hasta los recién finalizados Juegos de Tokio 2020. En la capital nipona, aunque estuvieron por debajo de lo pronosticado inicialmente, los antillanos lograron cuatro oros, una plata y un bronce, para acercarse al centenar de preseas, a pesar de asistir muchas veces con pequeñas comitivas atléticas.
Esta cosecha los ubica en el puesto 34 del medallero histórico, el cual es encabezado por Estados Unidos (809-736-741), Reino Unido (668-627-628) y China (534-400-301). Entre las naciones de América Latina, por su parte, Cuba marcha tercera, solo superada –aunque por amplio margen– por Brasil (110-135-134) y México (104-92-114).
Por deportes el atletismo lleva la voz cantante, al acumular 36 metales áureos, 18 plateados y 19 bronceados, 73 en total. De hecho, en Tokio sus representantes fueron los únicos que alcanzaron preseas, para confirmarlo como “el buque insignia” del deporte paralímpico cubano. Del resto de las disciplinas, solo el judo (6-0-7) y la natación (1-2-2) han logrado subir al podio.
Hasta la fecha, 40 paratletas cubanos han conquistado al menos una medalla en estas lides, la gran mayoría de ellos en el campo y pista, y 22 han repetido posiciones entre los tres primeros. Sin embargo, la lista se reduce a apenas nueve si nos enfocamos en quienes han logrado escalar más de una vez a la cúspide paralímpica, como fruto de su talento, constancia y voluntad.
Ellos, gracias a sus hazañas, componen la vanguardia del deporte para discapacitados en la Isla y son un indiscutible motivo de orgullo para todos los cubanos, al nivel de sus más encumbrados colegas convencionales.
Estos son los titanes de Cuba en Juegos Paralímpicos.
Omara Durand Elías (Santiago de Cuba, 1991) (8-0-0)
Se confirmó en Tokio como una leyenda del deporte cubano y la mayor ganadora de títulos para la mayor de las Antillas en estas citas. Con sus triunfos en 100, 200 y 400 metros, Omara igualó su proeza de Río 2016 y llegó a ocho cetros paralímpicos, repartidos entre las categorías T13 (2) y T12 (6) para atletas con discapacidad visual, estos últimos junto a su ya inseparable guía Yuniol Kindelán.
La santiaguera, que atesora igualmente un largo listado de títulos mundiales, parapanamericanos y de Grand Prix, lleva una década sin conocer la derrota y ostenta los récords mundiales de su categoría en las tres distancias en que compite: 11.40 segundos en 100 metros, 23.02 en 200 –impuesto recién en la capital japonesa– y 51.77 en 400. Por sus marcas “extraterrestres” y la facilidad con que desbanca a sus rivales, muchos la comparan con el mítico Usaint Bolt. En el umbral de sus 30 años, Omara Durand no parece tener más límite que el cielo.
Yunidis Castillo Castillo (Santiago de Cuba, 1987) (5-1-0)
“La Hija del Viento” reinó sin discusión en las pistas paralímpicas de Beijiing 2008 y Londres 2012. Cinco títulos integran su botín dorado en la velocidad de la categoría T46 (afectados en miembros superiores), dos en la lid china (100 y 200 metros) y tres en la británica (100, 200 y 400), donde además destrozó los récords del orbe y resultó la estrella indiscutida de la delegación antillana.
Multicampeona mundial y parapanamericana, su brillante prontuario sería aún mayor si las lesiones no se hubieran atravesado en su camino. Ello le impidió defender sus coronas paralímpicas en Río de Janeiro, donde, no obstante, logró colgarse la medalla de plata en el salto de longitud (T47). Desde entonces, aunque ha intentado regresar a la máxima competición, no ha logrado ser la misma y quedó fuera de Tokio. Pero, aun así, la jovial deportista tiene asegurado por derecho propio un sitio de honor entre los más grandes atletas cubanos.
Enrique Cepeda Caballero (La Habana, 1963) (4-2-1)
Es la gran figura del deporte paralímpico cubano en la década de 1990, un hombre de hierro a pesar de su discapacidad visual, que logró su primer cetro paralímpico con casi 30 años en Barcelona 1992 y se despidió de estas lides con más de 40, con una medalla de plata en Atenas 2004. Fenomenal saltador y velocista, repartió sus títulos entre el salto el triple (2) y el largo (2), prueba en la que alcanzó un triunfo extraordinario en Sydney 2000 aun compitiendo con una lesión.
Sus mejores juegos fueron los de Atlanta 96, donde se colgó par de oros con récord mundial incluido en el triple y un saboreado desquite en la longitud (F12), con un brinco dorado en el último intento, en tanto quedó segundo en el hectómetro (T12). Sempiterno ganador de eventos internacionales desde los años 80 hasta su retiro tras el subtítulo de la capital griega en el relevo 4×100 –cuando, según él mismo, se sentía en condiciones para seguir–, fue incluido con toda justicia entre los 100 mejores deportistas de Cuba en el siglo XX.
Omar Turro Moya (Guantánamo, 1965) (3-1-1)
Aunque solo participó en dos Juegos Paralímpicos, Turro dejó su huella en estas citas. Lideró la comitiva cubana en Barcelona 1992 al conseguir la escalera en la velocidad de la categoría B2 (débiles visuales profundos): oro en 400 metros, plata en 100 y bronce en 200. Su título en la vuelta al óvalo, con récord mundial incluido, tuvo el plus de ser el primero conquistado oficialmente por un cubano en estos certámenes multideportivos.
Cuatro años después, en la ciudad estadounidense de Atlanta, el guantanamero redondearía su cosecha. Volvió a triunfar en los 400 metros y se desquitó en los 200, con otra presea dorada y marca del orbe, ahora en la categoría T11. Parecía destinado a reinar por mucho tiempo más –como hizo prácticamente en la década de 1990 en cuanto evento se presentó–, pero finalmente no pudo participar en Sydney 2000 y ese fue el final de su historia paralímpica. No obstante, lo hecho hasta entonces es más que suficiente para encumbrarlo en el Olimpo.
Leonardo Díaz (Granma, 1975) (2-0-2)
Durante más de una década ha sido uno de los dominadores del lanzamiento del disco en la categoría F56 (lanzadores que compiten sentados), en la cual es multicampeón mundial y paralímpico. Su historia bajo los cinco aros había comenzado en Atenas 2004, pero fue en Beijing 2008 donde escribió su nombre con letras doradas en el concierto estival, tras ser el único contendiente con un disparo de más de 40 metros.
Ese momento marcó el despegue de una carrera fabulosa que no se ha apagado hasta nuestros días. Leonardo, bayamés de pura cepa, repitió el oro en Londres 2012 y después cosechó sendas preseas de bronce en Río 2016 y Tokio 2020, cita esta última en la que igualó a Yunidis Castillos como los únicos atletas paralímpicos de Cuba con medallas en cuatro Juegos consecutivos. Lo mejor es que la historia de este titán parece no terminar y en París 2024 podría convertirse en el único exponente de la Isla con preseas en lides estivales.
Cuba y sus protagonistas en los Juegos Paralímpicos de Tokio
Liudis Massó (Guantánamo, 1970) (2-1-0)
Fue la reina indiscutible del disco entre los Juegos de Atlanta y Sydney, con dos preseas doradas en las categorías F11 y F13 (ciegos o débiles visuales), en esta última con un récord mundial intocable durante más de dos décadas. En la cita estadounidense de 1996, dominó el lanzamiento del disco por amplio margen, quedó en plata en la jabalina (la belga Marianne van Brussel la superó con disparo de 32.04 metros por 31.92), y finalizó cuarta en la bala, a 21 centímetros de una presea de bronce que hubiera sido histórica, porque nadie ha logrado subir al podio en disco, jabalina y bala en unos mismos Juegos Paralímpicos
No obstante, la guantanamera consiguió su doblete dorado en Sydney 2000 con disparo de 44.67 metros en el disco de la categoría F13, récord del orbe que nadie ha podido quebrar según los datos de World Para Athletics. Cuatro años más tarde, en Atenas, intentó defender su corona, pero no logró ninguna marca de acuerdo al sitio oficial de los Juegos Paralímpicos. Madre también por partida doble, Liudis Massó no se ha desvinculado del deporte, de hecho, ha sido seleccionada como una de las mejores entrenadoras de atletas discapacitados en Cuba en la última década.
Leinier Savón (Guantánamo, 1989) (2-0-1)
Inspirado en los saltos de Iván Pedroso y en el poderío de Usain Bolt, este velocista cubano nunca se ha rendido en la batalla por cumplir sus sueños. Comenzó en el deporte por el boxeo, como dictaba la tradición familiar, siguiendo los pasos de sus primos Félix y Erislandy Savón, medallistas olímpicos. Sin embargo, le gustaba “sentir la adrenalina” y apostó por el vértigo de la velocidad en el atletismo, donde labró su camino a la gloria.
En Río 2016, Leinier corrió más rápido que nadie en los 100 y 200 metros de la categoría T12 (débiles visuales) y pasó a englobar la exclusiva lista de cubanos que han ganado dos títulos en unos mismos Juegos Paralímpicos, en la cual solo brillaban Enrique Cepeda, Omar Turro, Yunidis Castillo y Omara Durand. El guantanamero sigue en la pelea y en Tokio se agenció una presea de bronce en el salto de longitud, la cual le puede servir de aliciente para regresar en París 2024.
Isao Cruz (Villa Clara, 1982) (2-0-1)
Uno de los referentes cubanos en el judo de los Juegos Paralímpicos, con dos títulos y tres preseas entre las citas de Sydney, Beijing y Londres. Su pegada en los tatamis se evidenció temprano, poco después de cumplir los 18 años en el 2000, cuando derrotó al francés Sebastien Le Meaux en la discusión de la corona. Este resultado en la urbe australiana marcó el nacimiento de una estrella que durante años reinó en Campeonatos Mundiales para Ciegos y Débiles Visuales y también en el concierto bajo los cinco aros.
En Beijing, ocho años después de su triunfo en Sydney, se encaramó otra vez en la cima de los 81 kilogramos al vencer al francés Cyril Jonard, mientras en Londres 2012 se agenció un bronce y quedó como el judoca cubano con más medallas en Juegos Paralímpicos. Como detalle llamativo, Isao fue un coloso en lides paralímpicas y mundiales, pero siempre se le hizo esquivo el sitial de honor a nivel continental. En Juegos Parapanamericanos, el villaclareño terminó con bronce en Río 2007, plata en Guadalajara 2011 y quinto lugar en Toronto 2015.
Dalidaivis Rodríguez (La Habana, 1983) (2-0-0)
Pura sangre caliente, una de las atletas cubanas más competitivas que se recuerden. Reinó con casi 30 años en Londres, donde arrolló a todas sus rivales y se convirtió en referente del judo paralímpico, al punto de ganar los honores como abanderada de la delegación antillana cuatro años más tarde en Río 2016. A la lid brasileña llegó con sed de venganza, luego de caer en la final del Mundial del 2014 en Colorado Springs ante la ucraniana Iryna Husieva.
Pero la vida le dio revancha y se volvió a cruzar con la europea en discusión de la corona de Río, donde no hubo margen para la equivocación. La habanera derribó a Husieva, la inmovilizó y consiguió un segundo wazari que decretó el ippon automático. Dalidaivis festejó por todo lo alto entre lágrimas, consciente de que cerraba con broche dorado su experiencia bajo los cinco aros.