Peloteros dominicanos quieren impartir clínicas en Cuba

Según nos cuenta el embajador de República Dominicana en Cuba, José Manuel Castillo, varios peloteros y entrenadores de su país le han propuesto venir a Cuba a impartir clínicas de bateo. Tal posibilidad hace un tiempo me hubiera ofendido, pero como están las cosas, solo atino a decir como Silvio: “Ojalá…”

Poco antes de una conferencia magistral de Roberto Cassa, director del Archivo Nacional de República Dominicana, el diplomático aseguró a OnCuba que existe un buen campo e interés de sus compatriotas en ayudarnos a –cito- “adecuarnos al uso de técnicas modernas a las que Cuba no tiene acceso por haber estado al margen”.

Castillo reconoció que Cuba es una cantera de talento deportivo de primer nivel, con una historia olímpica encomiable, aunque advirtió que nos hace falta adecuarnos al béisbol moderno. “Ya Cuba regresó a la Serie del Caribe, y se irá adecuando poco a poco, hasta recuperar sin dudas su lugar de siempre”, aseguró el embajador.

Agregó que a nivel de gobierno se negocia con el Instituto Cubano de Deportes (Inder) la renovación de sus acuerdos en materia deportiva. Valga recordar que en virtud de dichos convenios, los quisqueyanos han elevado su nivel en el voleibol  gracias a entrenadores como los cubanos Felipe Calderón y Osiel Velásquez.

La idea es buena, integradora si se quiere, pero no faltará quien la considere una herejía, y costará Dios y ayuda que reconozcan que nos hace falta actualizar también el béisbol.

No obstante, no parece descabellado que una mirada avezada y externa evalúe, en frío, cómo anda la biomecánica de nuestros jugadores, que los dote de pensamiento técnico-táctico, que les refresque el A-B-C de este juego, y que corrija lo que deba ser corregido. Par de fotos tomadas con un celular le bastaron a Ken Griffey Jr. para detectar los defectos técnicos de Yuliesky Gourriell. “¿Y este es su mejor pelotero?”, dicen que dijo el Natural. Más por asombro que por desdén, estoy seguro.

Me cuesta creer que en Cuba nadie sea capaz de saber qué problemas tienen nuestros peloteros con la técnica, pero o no hablan, o no les hacen caso, o al pelotero talentudo no le interesa perfeccionarse, si con lo que tiene resuelve…

Hace años leí que Miguel Cuevas, el primer gran jonronero del béisbol cubano después de 1959, tenía una libretita donde anotaba ciertas claves para mejorar como jugador: estudiaba a los lanzadores, sus hábitos, costumbres, tendencias, recursos, y al enfrentarlos ya tenía una idea de cómo podían trabajarlo. Él tuvo claro entonces lo que algunos aún no se han metido en la cabeza: sin obviar el talento natural y la aptitud física, el béisbol cada día es un deporte más científico.

Y unas clínicas no resolverán los problemas de fondo del béisbol cubano, pero tampoco vendrían mal…

En la foto: Alfredo Despaigne / Ricardo López Hevia tomada de JR

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