Es muy difícil pasar desapercibido por La Habana. A pesar de su parsimonia ella suele delatar a cualquier visitante. La más mínima notoriedad suele quedar al descubierto en esta ciudad, incluso las menos renombradas.
Si la intención es pasar sin que sepan que pasaste, créanme que hay pocas opciones de lograrlo. Alguien siempre te delatará. Algún detalle dejarás caer del bolsillo y bastará para encender las alarmas de tú visita.
Seguramente nada de esto tuvieron en cuenta los jugadores retirados del béisbol norteamericano que han arribado a Cuba. Dicen que pertenecieron a la Major League Baseball, que militaban en los Dodgers de los Ángeles en sus años mozos. También dicen que en la tarde de ayer irrumpieron con pantalones y chamarretas deportivas en el lobby del Hotel Cohíba y que venían de jugar en no se sabe dónde.
Eso dice La Habana, pero lo que yo comprobé fueron sus ansias de andar en puntillas de pie en esta ciudad, sin que nadie los detenga ni los mire con cara de asombro. Si quieres que nadie te reconozca en La Habana, debes andar al hilo, al pie de la letra. No puedes exponerte a tomar un par cervezas en uno de los bares del hotel en el que estas hospedado, pues rápidamente alguien notará tu foránea expresión. La Habana no perdona ese tipo de desliz, sin pensarlo te descubrirá.
Tienen el aspecto clásico de los peloteros anglosajones. Mascan chicles hasta con un brusco buche de cerveza cristal en plena garganta. Andan en shorts y pulóveres, sus músculos todavía muestran algo de lo que algún día fueron. Algunos llevan un decorado mostacho encima del labio, otros exponen al aire sus rebosantes calvicies y solo uno tiene encajada la gorra del equipo Cuba al Tercer Clásico Mundial de Béisbol.
Con la llegada de un grupo de reporteros de OnCuba salieron como moscas, se dispersaron como si lo tuvieran planeado ante la cercanía de alguna emboscada de la prensa. No aceptaron el más mínimo roce, una pequeña interacción. Solo uno, que hablaba un poco de español, nos dedicó sendos minutos.
“Estamos retirados del béisbol, venimos para topar con equipos cubanos de jugadores ya veteranos como nosotros. Llevamos poco más de una década viniendo a Cuba a jugar, pero no queremos ningún tipo de publicidad, solo venimos a eso”, sentenció con cara de pocos amigos y se marchó uniéndose al resto del grupo que ya enrumbaban su huida.