Robles y Barrios, un plus rumbo a Río

Foto: marca.com

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Dayron Robles pasa vallas y Yarelis Barrios lanza discos. Hoy muestran físicos algo diferentes a antaño. El primero anda escaso de libras, de fibra muscular, pero mantiene sus espejuelos. La segunda tiene las onzas que le faltan a Robles, pero levanta pesas como si nunca se hubiese ausentado. Vuelven y tienen mentores diferentes. No está Santiago Antúnez ni Raúl Calderón. Ahora imponen reglas Ramiro Álvarez e Hildelisa Ramos. El tiempo es implacable y movió y quitó. Como mismo ellos salieron y ahora regresaron.

A las principales figuras que vimos en los Juegos Panamericanos de Toronto y en el Campeonato Mundial de Beijing -Yarisley Silva, Pedro Pablo Pichardo, Denia Caballero y Yaimé Pérez- ahora se pegan dos de renombre, caché suficiente para inspirar respeto y deseos de sobra de acomodarse otra vez en sitios donde en algún momento sonrieron. Un par que, a su vez, incentiva a aquellos que ya estaban, y suman desde lo cualitativo.

Examinado desde cualquier ángulo, la entrada de Robles por la puerta principal del Estadio Panamericano, al este de la capital cubana, es un plus para los 110 metros con vallas y, por consiguiente, para la disciplina. Los más allegados a los óvalos, a los cajones de salto, a los círculos de disparos comprenden que el guantanamero eleva el nivel de una especialidad que transita por sus peores momentos desde la década de los años 70.

No corren tiempos de Alejandro Casañas, de Emilio Valle, de Anier García, incluso de menos recordados como Yunier y Yoel Hernández. Estos eran los instantes de Dayron y de Orlando Ortega y ninguno estaba. Cada cual había decidido a su manera, de forma parecida, pero visto de cerca, de modo diferente. Entonces, son los meses también de Yordan O’Farrill  y Jhoanys Portilla, dos que sí están, pero no han tocado la verdad.

Sin necesidad de analizar qué parte falló (antes), cuál dio marcha atrás (hoy), o quién con mente fría comprendió la urgente necesidad de reelaborar drásticamente dictámenes, percepciones e instintos obsoletos para la realidad que impera, esos que ansían y sueñan con buenos resultados saben que  al llamado “Lord del Guaso” no le será difícil, primero, afincarse dentro del equipo élite de casa oficialmente, y, segundo, representar, ahora vestido con la marca Puma, nuestra enseña nacional.

Que Dayron pueda ganar en los Juegos Olímpicos; que rompa el récord mundial que en algún momento disfrutó; que se pueda lesionar otra vez en una final, o cosas parecidas son temas que se pueden volver a dar o no. Incluso, pueden reaparecer los dilemas con la Federación Nacional. Nada está escrito. Lo que puede estar claro es que el monarca de Beijing 2008 lo tiene todo, a sus 29 años, para adentrarse en un panorama de las vallas cortas que no encuentra un claro dominador extrafronteras.

Explico someramente. Robles, que es un atleta inteligente, se entrenó  “solo” (a ratos se le vio salir del estadio Pedro Marrero) durante varios meses rumbo a la temporada invernal de este 2015. Un día le dejó claro a este redactor que su misión era correr para que sus rivales supieran que aún existía. Corría, porque corría. Porque correr es su suerte, es su amor, es su talento, no porque quería demostrar algo corriendo. No sentía nada, solo, según entendí, el mero placer de dar pelea de vez en cuando. No corría por ganar.

Él, que siempre tuvo al avezado Antúnez a su lado, se quedó “solo”. Un “solo” extraño,  porque un mar de pueblo siempre lo convocó a volver. Así, “solo”, fue uno de los grandes protagonistas de los 60 metros con obstáculos entre enero y abril de este año. Cerró décimo en el ranking universal de la distancia bajo techo, y se quedó a ocho centésimas del número uno, el referido cubano Ortega. Ocho centésimas que en materia de velocidad puede sonar a mucho, pero que en este caso no debe sonar a tanto.

Mientras que en la gira de verano, menos activa, no estuvo tan bien. Únicamente  ubicó un 13.32 segundos dentro de las cien primeras marcas. La conclusión es que Dayron, en materia de deportiva, está más vivo que muerto. El paso dado deviene en inspiración, en incentivo. Fallar esta vez sería una derrota personal, no colectiva. Robles, lo sabe, como nosotros sabemos que su reincorporación es un avance positivo para otros casos. Supone un cambio de estrategia, un comienzo.

Su entrada exige, además, a Portilla, a OFarrill, a los juveniles y cadetes que vienen detrás,  a su nuevo coach. El diapasón de estrategias, de decisiones, de preguntas y respuestas se amplió. Ahora, Robles hace kilómetros y los nuevos valores lo hacen sudar –un día él hizo lo mismo con Anier García, por ejemplo-, y sabe que su actitud estará en un catalejo, de lejos o de cerca, todos mirarán, por eso camina como si nada pasara, concentrado en la faena, con la mente fría y el corazón contento.

El regreso de Barrios

También tenemos el regreso de la discóbola Yarelis Barrios. En una modalidad que hoy toca las nubes con la flamante reina mundial Denia Caballero y su homóloga Yaimé Pérez, cuarto lugar en la lid del orbe del gigante asiático hace un par de meses.

Yarelis Barrios

Barrios,  ganadora de una plata y un bronce olímpico y cuatro veces medallista planetaria, tiene en su historial el sexto mejor registro de Cuba (68.03). Su ausencia de casi un año del deporte por maternidad, dejó un puesto de primera figura vacante que fue ocupada y de forma descomunal.

Su objetivo, manifestó a la prensa nacional, es participar en Rio-2016 y el Mundial de Londres-2017. Una exponente guapa, competitiva, y que viene a poner al rojo vivo este implemento a nivel ecuménico. Sus contrarias son conocedoras de su capacidad.

Ya entrena en el cuartel general del campo y pista cubano, el estadio Panamericano. Trabaja el físico, busca el peso ideal, aumenta su masa muscular, aunque se desconoce su actual condición. La etapa de adiestramiento general es incipiente, pero sí se entiende que resulta otro retorno que suma glamour al grupo de figuras de esta Isla que busca marcas para la cita estival.

Robles y Barrios llegan con metas claras. Dos atletas de diferentes pasados, de disímiles condiciones actuales, aunque de mentalidades ganadoras y objetivos similares. Con sus regresos ganan el atletismo nacional e internacional y el movimiento deportivo cubano, carente de figuras mediáticas en los últimos años. Por suerte, Yarisley Silva y Pedro Pablo Pichardo llegaron, nos mantuvieron atentos y, de paso,  se robaron el corazón de la mayoría, porque no había hacia dónde mirar.

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