Lázaro Alonso tiene el somatotipo de un jugador de fútbol americano. Mide 6 pies y tres pulgadas y pesa 230 libras, cifras por encima de la talla promedio de la popular Liga NFL. Pero es un pelotero cubano y quiere jugar en la MLB.
Desde que firmó contrato con los Marlins de Miami, el pinareño de 22 años busca llegara a la Gran Carpa. Él forma parte de esa oleada de talento cubano que abandonó el país para probar suerte en los Estados Unidos.
La odisea de Lázaro fue menos publicitada que otras, y su llegada menos explosiva. Salió de Cuba en febrero de 2015 y en mayo de 2016 realizó un showcase privado en el Marlins Park junto al matancero Yadiel Hernández.
“Comenzó algo lento, pero a medida que avanzó la práctica de bateo dio muestras de su poder con algunas conexiones de largo alcance”, escribió Jorge Ebro sobre la demostración de Alonso.
Los Marlins han tenido un interés en la contratación de peloteros provenientes de la Isla. El lanzador José Fernández, fallecido en un accidente de bote, es una de las pruebas más recientes de esta relación histórica.
Los Peces terminaron firmando a Alonso por 100 000 dólares en septiembre pasado.
“Siempre voy a estar agradecido con los Marlins por brindarme esta gran oportunidad. Por eso trabajo día a día, dando lo mejor de mí, para lograr cada uno de mis objetivos en este béisbol”, contó Alonso a OnCuba.
Comenzó a jugar con los Batavia Muckdogs, en días recientes. En la página oficial del conjunto de Clase A Corta, en Ligas Menores, aparece como primera base, donde más jugó en Cuba, pero está “siempre listo para lo que sea y donde tenga que jugar”, dice.
Lázaro permaneció inactivo durante mucho tiempo por una lesión en una mano. En el regreso al terreno, ahora con los Muckdogs, lleva 4 hits en 10 turnos al bate, y cinco impulsadas.
“Sí es un béisbol diferente y muy exigente. Se requiere de mucho trabajo y disciplina, pero me acostumbro trabajando día a día. Poco a poco le voy tomando el ritmo”, comenta “el gigante pinareño”.
En su temporada de novato con Pinar del Río en la Serie Nacional, Lázaro impresionó por su poder descomunal y su rápida adaptación. En 38 juegos dejó una línea ofensiva de 299/436/494, con 4 jonrones. Ahora, pretende confirmar los reportes que lo sitúan como un bateador de poder, pero con necesidad de hacer algunos ajustes a su swing.
“Siempre hay algo que perfeccionar. Cada día me esfuerzo, mejorando cada uno de mis aspectos en el béisbol”, asegura el pelotero.
La vida en las Menores no es sencilla, sobre todo para quienes no son estadounidenses. Según cifras de Baseball Reference, unos 18.663 jugadores han debutado en las Grandes Ligas desde 1871 hasta 2015; y de esa cantidad, 2.327 jugadores han nacido fuera de los Estados Unidos.
Para los cubanos, el proceso puede ser más traumático. Suelen dejar la familia detrás sin saber cuándo regresarán, para ir a desarrollarse en un entorno altamente competitivo.
“Hay algo de diferencias, porque en Cuba no teníamos abundancia de materiales de trabajo y condiciones. Pero en Cuba se trabaja a pesar de todas esas adversidades. Se puede ver, claramente, qué hay calidad porque los cubanos aquí lo hemos demostrado”, dice Alonso, para quien la verdadera odisea rumbo al gigantesco Marlins Park, comienza ahora.