Pasada la medianoche del viernes último, el teléfono de Adeiny Hechavarría sonó. La llamada era un boleto solo de ida rumbo a la Gran Manzana, donde se uniría a la disciplina de los Yankees de Nueva York, proveniente de los Piratas de Pittsburgh, equipo en el que militó todo el mes de agosto tras ser designado para asignación por los Rays de Tampa al terminar julio.
La historia parece un trabalenguas, más o menos lo que ha sido la actual temporada para el torpedero santiaguero, quien ha vestido tres camisetas diferentes en un lapso de 40 días, víctima de los constantes movimientos que se viven en las Ligas Mayores durante el verano.
Pero al final del cuento, la “Pantera” ha tenido algo de suerte, pues, salvo sorpresa, debe terminar la campaña jugando en los play off con los Yankees, novena que, a falta de unas semanas para que concluya la clasificación, se encuentra muy cerca de asegurar su boleto al duelo de comodines contra los Atléticos de Oakland, previsible rival.
Esta podría representar tan solo la primera aparición en postemporada de Adeiny luego de siete años en MLB, pues no tuvo ni la más mínima suerte en su paso por los Azulejos de Toronto, los Marlins de Miami o los Rays de Tampa Bay, novenas que terminaron con cota negativa mientras el indómito defendía las paradas cortas.
Ahora Hechavarría ha desembarcado en Nueva York con la misión de ejercer como refuerzo defensivo, una medida preventiva de los Yankees ante la lesión en el tobillo izquierdo de su torpedero titular, el holandés Didi Gregorius, quien ha estado ausente de los diamantes desde el 20 de agosto.
Si bien se espera que el estelar campo corto regrese a la acción antes del 10 de septiembre, los Bombarderos del Bronx no quieren correr riesgos de una recaída y por ello apuraron las negociaciones para hacerse con los servicios del cubano, quien garantiza una cobertura defensiva absoluta en todo el infield.
“Nos sentimos contentos de tener a Hechavarría en nuestras filas como una alternativa en caso de que el regreso de Didi se alargue”, aseguró el gerente general de los Yankees, Brian Cashman, quien ha tenido un verano muy movido en pos de apuntalar un equipo con lagunas en el pitcheo abridor, el bullpen y los jardines, en estas dos últimas áreas por las lesiones de los estelares Aroldis Chapman y Aaron Judge.
Hechavarría se ha ganado una gran reputación en Estados Unidos por su magia con el guante, su amplísimo rango de cobertura y la potencia y precisión de su brazo, valores que serán determinantes para los Yankees, tanto en la recta final del curso clasificatorio, en el cual se juegan la localía del pleito de comodines, como en la postemporada.
El antillano puede ser un activo importante para sellar los encuentros, dada la fragilidad defensiva de los novatos Miguel Andújar y Gleyber Torres, quienes han cometido exactamente 30 errores en el infield.
Si bien Hechavarría ha desarrollado casi toda su carrera en las Mayores como torpedero (771 duelos en esa posición), no se descarta que el mentor Aaron Boone pueda utilizarlo de recambio en segunda o tercera, según las demandas de los partidos, eso en caso de que Gregorius se recupere totalmente y esté disponible para el día a día en el campo corto.
“Tengo que estar listo para cualquier oportunidad que reciba. Sea lo que sea que el equipo me pida hacer, voy a estar listo para contribuir”. Esas fueron las primeras palabras de Adeiny como Yankee, consciente de que puede encontrarse con los más disímiles retos en la novena neoyorquina, una de las más exigentes de las Mayores por su largo historial ganador.
Por ahora, Hechavarría ha cumplido con las expectativas, defendiendo a las mil maravillas, dibujando jugadas de fantasías y calentando la pista con el madero, pues despachó jonrón en su cuarto juego con la camiseta rayada. Ese batazo de vuelta completa contra Oakland lo convirtió en el quinto cubano que pega cuadrangular con los Yankees, tras José Canseco, Willy Miranda, Bobby Ramos y Juan Miguel Miranda.
Además, la “Pantera” es el primer pelotero antillano que se lleva las cercas con los Bombarderos desde el 21 de julio del 2010, cuando el primero pinareño Juan Miguel Miranda despachó la bola más allá de los límites contra Scot Shields, serpentinero de Los Ángeles de Anaheim.