Voleibol cubano sin rumbo fijo

Cuando parecía que el voleibol masculino cubano volvería a acercarse al primer nivel mundial, ocurrieron los tristemente célebres hechos de la gélida Finlandia, una noche de 2016. Con aquel penoso episodio, que incluyó penas de cárcel para varios voleibolistas, se desarmó el equipo que había conseguido la clasificación olímpica tras 16 años de ausencia a una cita estival.
Cuba debió resignarse otra vez a un comienzo desde cero, como sucedió tras la partida de aquella generación dorada que ganó la Liga Mundial a fines de los 90, y como pasó luego con la subcampeona mundial de 2010. Como ha pasado una y otra vez a lo largo ya de dos décadas.
No obstante, el volley masculino de la Isla tiene capacidad para regenerarse, aun cuando viole los tiempos, queme etapas y exija constantemente a sus imberbes jugadores que enfrenten a hombres de mayor recorrido.
Con esta presión, la nueva hornada de voleibolistas cubanos alcanzó el cupo al Mundial del año próximo, no sin dramatismo, hace unos meses en Pinar del Río, a pesar de una inesperada derrota ante México.
Después vendría una más fácil clasificación al Torneo de Retadores, también en tierras vueltabajeras y ya con una mayor experiencia de varios de sus hombres en ligas foráneas.
El evento de Portugal, que ofrecía un cupo a la Liga de las Naciones, parecía a priori una meta posible, pues ninguno de los rivales que enfrentaría la selección cubana estaba en el primer nivel mundial.
Sin embargo, la realidad se encargó de liquidar las esperanzas y devolver a Cuba a su lugar.
En tierras lusas, los cubanos comenzaron cayendo ante República Checa 0-3 (25-19, 25-22 y 25-21), a pesar de los 24 puntos de Miguel David Gutiérrez. Luego, consiguieron una victoria bien sufrida 3-1 ante Chile, un rival al que hubieran paseado hace algunos años y que ahora los dejó en evidencia. Era el adelanto de lo que estaba por venir.


El cruce semifinal ante los locales portugueses fue otra dura prueba para los dirigidos por Nicolás Vives. La barrida lusa (22-25, 21-25, 24-26), aunque con un marcador bastante parejo por set, demostró que al joven elenco de la Isla le falta todavía el extra para ser considerado un contendiente de peso.
Otra vez Miguel David Gutiérrez, con 21 puntos, fue la nota más destacada pero aun así resultó insuficiente. Pareciera por momentos que el jugador villaclareño es el único recurso de este equipo, lo único rescatable.
La derrota, por demás, privó a Cuba de discutir el título y, con él, el boleto a la Liga de las Naciones de 2019. Las aspiraciones iniciales se fueron por el caño; también la motivación.
Ante Estonia, en la discusión del bronce, los cubanos se fueron desinflando. Dieron una fuerte lucha en el primer set pero otra vez la historia concluyó con una barrida increíble (30-28, 25-21 y 25-16).
Cuba lució indefensa ante equipos europeos con oficio, pero que ni remotamente se acercan a la élite de este deporte. Faltaron ideas, concentración, precisión; solo con fuerza en el ataque no se ganan los partidos.
El voleibol masculino cubano tiene talento, pero necesita la solidez que ya mostraba aquella generación perdida en Finlandia. La que venció a Canadá y clasificó a los Olímpicos de Río para luego tirarlo todo por la borda.
Para sus noveles jugadores, conseguir el oro en los Juegos de Barranquilla sería un buen comienzo. No será cosa de coser y cantar, pero es una meta posible.

Voleibol cubano: tres mundiales y sensaciones encontradas

Metralla cubana en voleibol europeo

Mujeres aún más lejos

Mientras entre los hombres la incubadora del volley ha seguido trabajando, para las féminas las deudas crecen día tras día. Los tres títulos olímpicos consecutivos quedan en el recuerdo, y ya ni siquiera en su zona geográfica muestran algo de poder.
Al premundial sub-20 de Aguascalientes en México, las cubanas llegaron con serias pretensiones de alcanzar el único cupo en disputa. Días antes, la sub-19 masculina había logrado el título de Norte, Centroamérica y el Caribe, y dejaron el listón alto a las muchachas.
Sin embargo, ellas no pudieron emularlos y el fiasco fue tan grande que se fueron sin medallas.
La cerrada derrota durante la fase clasificatoria, en cinco parciales (20-25, 25-18, 25-19, 22-25, 15-11) ante las favoritas estadounidenses, a la postre ganadoras del torneo, parecía un buen presagio para Cuba.
Pero nuevamente apareció su principal rival de los últimos años en el área. República Dominicana arrolló a las discípulas de la otrora estelar Regla Torres en semifinales (25-17, 25-17, 25-21), y bajó del sueño mundialista a las antillanas.
Por si fuera poco, cayeron en la discusión del bronce ante México en cuatro parciales (25-13, 20-25, 27-25, 25-23) y se marcharon sin siquiera subir al podio. Ni la guía de la mejor jugadora del siglo XX, pudo insuflarle fuerzas a un grupo de jovencitas con condiciones físicas, pero con carencias técnicas y falta de fogueo.

Regla y Mireya


Ailama Cesé, la mejor atacante del torneo, fue su principal figura. Sin embargo, como mismo les sucedió a los hombres, en este deporte una golondrina no hace verano.
La entrenadora cubana fue clara en una entrevista televisiva: las muchachas jugaron al nivel que tienen. No se les puede pedir lo que no pueden hacer. Lo de Aguascalientes fue, en realidad, un baño de año de agua de fría.
Ante este panorama, la corona en Barranquilla parece una quimera para el voleibol femenino cubano. Cierto que no será exactamente el mismo equipo, pero el plantel mayor peca de carencias similares al de las noveles.
Sin ir más lejos, por estos días celebran un choque frente en República Dominicana y ya suman par de derrotas por barridas. El tope es preparatorio para la Copa Panamericana que también se jugará en tierras quisqueyanas y en el que el primer escollo de las cubanas serán las boricuas, bronce en la edición anterior.
En una justa donde estarán Estados Unidos, Dominicana, Brasil, Argentina, Perú, Canadá y el propio Puerto Rico, además de México, Colombia y Trinidad y Tobago, las opciones de Cuba parecen muy limitadas. Si logra conseguir uno de los cinco boletos a los Panamericanos de Lima 2019 sería toda una hazaña.
El deporte de la malla alta de la Isla marcha sin rumbo fijo. La próxima participación mundialista de ambas selecciones este año se antoja anecdótica, e incluso en los torneos regionales estar entre los primeros se hace difícil.
¿Podrá recuperar Cuba su linaje en un deporte en el que brillaba a nivel mundial? Los remates, por el momento, tienen poca efectividad.

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