Voz incomparable, narrador de excelencia y persona única fue ese señor que todas las noches nos decía "Un saludos tengas todos", justo para iniciar la transmisión televisiva de la Serie Nacional de Béisbol. Y es que Héctor Rodríguez dejó de existir físicamente entre los cubanos, pero queda ahora en el recuerdo de un pueblo netamente deportivo.
Recitando poemas de Neruda y Buesa llegó a los medios de comunicación allá en su natal Ciego de Ávila. Desde entonces no se apartó de los micrófonos dándole la vida la oportunidad de hacer historia por sus descripciones insuperables, como la carrera de Juantorena en 1976 de la que el mismo dijo "Viví cada segundo como si estuviera corriendo junto a él. Muchas personas me han dicho que a ellos, con mis comentarios, les pasó igual".
Héctor estuvo siempre presente en los grandes momentos deportivos cubanos, como juegos olímpicos, de los que rememoró de manera especial los de Barcelona en 1992, por la magistral actuación de Cuba y los de Beijing en el 2008 como los más grandes por toda su organización y lo magnífico de todo lo allí acontecido.
El béisbol fue su pasión de siempre. Vibraron los cubanos junto a él, con el jonrón de Lourdes Gourriel en Parma 1988 y poco después con cada jugada que describió en varios torneos, en especial, el choque en el Latinoamericano contra los Orioles y el Primer Clásico mundial de Béisbol haciendo dupla de lujo con Eddy Martín.
Un cáncer le quitó la vida a los 66 años de edad, precisamente este domingo 22 de julio, en un día en el que se sentiría muy feliz por la victoria cubana en el torneo beisbolero de Haarlem. Evento con el que se alegró y sufrió en ediciones anteriores.
Ya lo extrañábamos y ahora será más porque decir en Cuba, Héctor Rodríguez es decir pelota, es decir pasión.