Por Santiago Iñiguez de Onzoño, IE University
Probablemente Elon Musk sea el fenómeno empresarial más destacado del siglo XXI. Para muchos, es el modelo ideal del emprendedor. Tiene una enorme base de fanes, sobre todo entre los mileniales, pero también es detestado por quienes lo ven como un oportunista sin escrúpulos. Pero ¿acaso los negocios no han consistido siempre en aprovechar las oportunidades?
Emprendedor en serie donde los haya, Musk cofundó en 1999 X.com, un banco en línea que se fusionó luego con la plataforma de pagos Confinity, que posteriormente se transformó, en 2001, en Paypal.
Ese negocio fue el origen de su primera fortuna, que reinvirtió luego en otros proyectos. Destaca el de SpaceX, líder en la industria de lanzamiento de naves espaciales y cohetes, y el mayor operador de constelaciones de satélites comerciales del mundo. La empresa ha puesto seres humanos en órbita reutilizando cápsulas espaciales tripuladas, un logro notable en innovación y ahorro de costes.
En 2003 fundó Tesla que es, hoy por hoy, la empresa automovilística con más valor en Bolsa y el principal fabricante mundial de vehículos eléctricos. Además, produce baterías de almacenamiento de energía, paneles solares y tejas solares.
Presente en las redes desde hace tiempo, y rara vez fuera de los titulares, Musk cumplió en 2022 uno de sus sueños al comprar Twitter, que ha rebautizado X como parte de la transformación de la plataforma.
Este artículo pretende identificar algunas de las características de los emprendedores, utilizando a Elon Musk como punto de referencia.
Retos de juventud
¿Qué tienen en común Elon Musk, Richard Branson, fundador de Virgin Group, Steve Jobs, cofundador de Apple, y Peter Diamandis, creador de Zero Gravity Corporation? Todos ellos empezaron su andadura empresarial en torno a los 20 años y crearon enormes corporaciones globales.
Además, todos tienen en común una infancia difícil, que bien puede haber contribuido a su disposición a asumir riesgos (y a su capacidad para superarlos).
En 2021, Musk reveló que tiene el síndrome de Asperger, una forma de trastorno del espectro autista que dificulta las relaciones sociales: siempre entendía lo que decía la gente en sentido literal, pero no lo que en realidad querían decir.
Era un ávido lector, no le gustaban los deportes, sufría acoso escolar y era tratado con dureza por su padre, que le obligaba a asistir a largas sesiones de lectura durante las cuales no podía hablar ni moverse. Su primera esposa, la escritora Justine Wilson, piensa que estas adversidades le ayudaron a “desconectar del miedo” y le hicieron menos reacio al riesgo que otros.
Su fascinación por el espacio viene de su afición a las novelas de ciencia ficción. En particular, las obras de Isaac Asimov y La guía del autoestopista galáctico, de Douglas Adams. A los 12 años creó el videojuego Blastar. A los 17 se fue de Pretoria, donde había crecido, para ir a Canadá y recomenzar allí su vida.
Exigen lo imposible
Los emprendedores también comparten una visión del futuro a largo plazo, anticipatoria y en la que se ven a sí mismos cambiando el mundo. Musk insiste en que está en el negocio para hacer del mundo un lugar mejor. En la universidad, escribió un trabajo sobre energía renovable titulado “La importancia de ser solar”. Obtuvo una calificación de 98 puntos sobre 100.
Formó parte del consejo asesor de Donald Trump pero dejó el cargo después de que el entonces presidente sacara a Estados Unidos del Acuerdo de París sobre el clima. Como embajador de marca de las energías renovables y los vehículos eléctricos, consideró que no tenía otra opción.
Normalmente, los emprendedores exigen lo imposible hasta el punto de distorsionar la realidad. Su biógrafo, Walter Isaacson, afirma que Musk se mueve dentro de un campo de distorsión de la realidad, como pasaba con Steve Jobs. Se refiere con esto a la capacidad de Musk de presionar a los responsables de sus proyectos para alcanzar los objetivos.
En una ocasión, el ingeniero Tom Mueller, por entonces jefe de motores en SpaceX, protestó cuando Musk volvió a pedirle que redujera a la mitad los plazos de producción. Musk le preguntó si quería seguir al frente de su unidad. Cuando Mueller dijo que sí Musk le contestó: “¡Entonces, cuando te pida algo, me lo das!”.
Les importan más los proyectos que las ganancias
Los emprendedores enfocan su estrategia en los proyectos, productos y servicios más que en los aspectos financieros del negocio. Esta es la diferencia entre un emprendedor, que tiene un profundo interés personal en sus proyectos, y un gestor, más preocupado por cumplir los plazos, evaluar las contingencias y manejar los recursos.
Se dice que a Musk no le motiva el dinero sino implantar ideas. Sin embargo, no ignora los aspectos financieros del negocio. Una de sus prácticas constantes, y clave del éxito de SpaceX, es cuestionar todos los costes. Pidió a sus ingenieros que se replantearan todas las especificaciones y esto lo llevó a fabricar prácticamente todos los componentes de sus cohetes.
Un miembro de su equipo recuerda un incidente que ilustra el planteamiento de Musk. Un grupo de ingenieros respondió a una pregunta sobre el diseño de componentes de cohetes diciendo: “Hay una especificación militar que dice que esto es un requisito”. A lo que Musk replicó: “¿Quién escribió eso? ¿Qué sentido tiene?”.
El equipo comprendió entonces que, para Musk, los requisitos formales son meras recomendaciones. Los únicos inmutables son los decretados por las leyes de la física. Esto ha supuesto un gran mejora en los plazos de entrega de SpaceX.
Obsesionados con hacer realidad sus sueños
Otra característica de los emprendedores es su inquietud, su determinación e incluso su obsesión por sacar adelante un proyecto. Son perfeccionistas y tienen una capacidad de trabajo aparentemente ilimitada.
Musk, que al parecer trabaja 100 horas semanales, ha gastado gran parte de su fortuna en SpaceX, Tesla y Twitter, todas ellas consideradas, en el mejor de los casos, inversiones arriesgadas, e incluso para algunos, de dudosa cordura.
Su hermano Kimbal dice que no deja de asombrarle la determinación de Musk. Isaacson le retrata con el carácter de un luchador callejero: combativo, pero capaz de aceptar la derrota. Dice de él que vive en un permanente sentido maníaco de urgencia.
Rodeados de equipos excelentes
Aunque seguros de sus capacidades, los empresarios de este calibre también son conscientes de sus limitaciones, por lo que suelen rodearse de los mejores profesionales, a los que luego exigen lo imposible sobre lo imposible.
“Si eras negativo o pensabas que algo no se podía hacer, Musk no te invitaba a la siguiente reunión”, recuerda Mueller. “Él sólo quería gente dispuesta a hacer que las cosas sucedieran”. Y parece que era una buena forma de empujar a la gente a hacer lo que creían imposible.
¿Tienen un gen que los distingue?
Aunque no hay pruebas que lo demuestren, para el profesor de Astronomía Chris Impey los emprendedores podrían compartir la variante 7R del gen DRD4, que controla la dopamina, la sustancia química asociada a las personas arriesgadas, extrovertidas y exploradoras. Para Impey, la voluntad de explorar está “incorporada a nuestro ADN”, lo que significa que, tarde o temprano, estableceremos una presencia en el espacio.
En el caso de Musk, quiere colonizar Marte lo antes posible. Quiere que le entierren allí.
Sin embargo, el profesor Kenneth Kidd, experto genetista de la Universidad de Yale, resta importancia al papel de la genética en el comportamiento, señalando: “No se puede reducir algo tan complejo como la exploración humana a un solo gen. La genética no funciona así”.
Tiempo de relax
Por último, ¿encuentran alguna vez los empresarios tiempo para descansar o para escapar de las innumerables presiones que ellos mismos se han creado? Isaacson dice que Musk se relaja jugando a videojuegos, leyendo –especialmente ciencia ficción– y en fiestas, que al parecer pueden prolongarse, aunque siempre mantiene el control, sobrio, probablemente con su próxima empresa en sus pensamientos. Esperamos con impaciencia.
La versión en inglés de este artículo se publicó en LinkedIn.
Santiago Iñiguez de Onzoño, Presidente IE University, IE University
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.