Visto lo visto, es hora de hacerse las preguntas correctas

La economía cubana ha perdido su capacidad de crecimiento y por lo tanto se ha convertido en una máquina de generar pobrezas y dificultades de todo tipo.

Foto: Kaloian.

Pedirle a una isla pobre, subdesarrollada, estancada, agredida, aislada, que solucione los grandes problemas prácticos y teóricos acumulados por el socialismo histórico no solo es inútil (por imposible de resolver), es, además, absurdo.

Eso lo solucionará la historia y el mundo probablemente en un largo periodo de tiempo. Las condiciones para el socialismo en Cuba peores no pueden ser: sin apenas industria, con una agricultura atrasada, aislado en medio de occidente, sin grandes alianzas internacionales.

¿Quiere decir eso que hay que renunciar al socialismo en Cuba? Obviamente, ¡no! No hay que renunciar a nada. Hasta aquí nos ha traído la historia. Pero hay que poner los pies en la tierra, en las realidades, y plantearnos claramente, qué puede ser el socialismo en este país, en esta difícil época. Y para eso hay que hacerse y responderse muy bien las preguntas necesarias. Lo fundamental es mantener la soberanía del país, la justicia social y encontrar una manera de salir del pantano donde han metido la economía.

La economía cubana ha perdido su capacidad de crecimiento y por lo tanto se ha convertido en una máquina de generar pobrezas y dificultades de todo tipo. Eso hay que solucionarlo y bajarse de fatuidades teóricas. Claro que no solo hay que ser prácticos, hay que ser teóricos, pero desterrando la ortodoxia y la “citología”; poner la perspectiva en la historia de este país concreto, repensar el país y su evolución sobretodo desde el siglo XIX hasta hoy.

Bastante daño que hicieron ya los manuales soviéticos y también una mala y descontextualizada lectura de los pensadores clásicos y los dirigentes del socialismo histórico. Y cómo hay de eso todavía. Lo vemos con frecuencia en los medios masivos de comunicación. Hay que entender que el mundo de hoy no es el de hace 60, 50 o 30 años atrás.

Socialismo, ¡sí!, pero sin telas de araña, sin permitir que el mundo progresista le exija a Cuba que solucione los problemas teóricos e históricos del socialismo.

Creo que por ahí empezó el despegue chino y también vietnamita. Se hicieron las preguntas correctas para ellos, como quiera que los pongas y con todos los debates que se puedan y se deban hacer. Ambos países han dinamizado tremendamente la economía y han sacado a millones de personas de la pobreza.

Claro que esos países no están bloqueados, que tienen recursos, escalas, etc. Por eso tener muy en cuenta sus experiencias no quiere decir copiarlas, obviamente.

Ahora les voy a poner mis conclusiones de lo que hemos visto en los últimos días, los informes presentados, etc.

Con la desarticulación del sector azucarero, la crisis del turismo, la crisis demográfica salida de jóvenes y profesionales en magnitudes preocupantes, los desequilibrios incontrolados, la suma de todos los errores, la extendida corrupción en muchos niveles, la afectación de servicios sociales esenciales como la salud, afectada no solo por la escasez de medicamentos sino también por corrupciones en muchos de sus servicios; los daños ambientales y la insalubridad en las calles, más la gente mandada a trabajar desde la casa por los problemas energéticos; la infraestructura destruida, la deuda sin pagar y la efectividad mayor del bloqueo, la economía cubana perdió su capacidad de crecimiento.

Si no es con un cambio radical, articulado e integralmente diseñado es muy difícil de recuperar la economía. Esto es imprescindible, más allá de los discursos y no se aprecia bien por ningún lado.

Esta es la realidad, dicha con honestidad y dolor. A pesar de eso hay que seguir insistiendo hasta el último aliento para recuperar un camino de prosperidad socialista para este país, ¡pero muy cubano!

Muchas veces hemos expresado en detalle para someterlas a debate, nuestras consideraciones y propuestas sobre la reforma integral del modelo económico: recuperar los equilibrios macroeconómicos, buscar formas para bajar la deuda y abrir los créditos, reformar el subsistema de producción agropecuaria, reformar profundamente la empresa estatal no para que deje de ser pública, sino para que deje de ser ineficiente, integrar todos los mercados y todos los actores económicos en una dinámica única lo socialista es el sistema, no un tipo de empresa, cambiar el carácter de la planificación burocrática, cambiar las prioridades de la política inversionista, atender la infraestructura, hacer más efectivas las politicas sociales, etc. Y todo eso con la secuencia adecuada y las urgencias del caso.

No se puede dejar de tener en cuenta que existe la probabilidad de que haya que lidiar dentro de poco con una administración norteamericana aún más agresiva. Mejorar las condiciones económicas de la población es esencial para enfrentar ese escenario. Esa es una vez más mi conclusión breve de todo lo que he visto en estos últimos días sobre la situación actual del país, basado en la información, las estadísticas y las evidencias presentadas.


*Este texto fue publicado originalmente en el perfil de Facebook de su autor. Se reproduce con su expreso consentimiento. 

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