Gary Kauffman dice que no se asusta por cualquier cosa. Por eso, cuando individuos con banderas de Donald Trump pasan por su casa en el centro de Gettysburg, Pensilvania, se planta en la puerta y agita una bandera de Joe Biden y Kamala Harris.
“A veces les grito algo y ellos me gritan cosas a mí”, comenta Kauffman, de 54 años.
No obstante, observa bien quiénes son y lo que llevan consigo a medida que se acercan las elecciones del 3 de noviembre. Las tensiones han ido en aumento en esta ciudad, escenario de una de las batallas más sangrientas de la guerra civil de 1861/65. Hace poco hubo fuertes enfrentamientos entre partidarios de Trump y manifestantes liberales. Kauffman dice que vio a algunos trumpistas que portaban armas.
“Si hay armas, me cuido más”, dijo.
El electorado no está acostumbrado a preocuparse por la violencia, ni por su seguridad de cara a una votación. Es un lujo que se podía dar como resultado de años de consultas mayormente pacíficas y democráticas. Pero después de meses de enfermedades, desmanes y agitación, la gente teme que el día de la votación haya problemas.
Hay muchas razones para preocuparse. Más de 226.000 personas han fallecido por el coronavirus en Estados Unidos y los contagios aumentan en todo el país. Un verano de manifestaciones contra las injusticias raciales, con enfrentamientos a veces violentos, tiene a todo el mundo tenso. Se baten los récords de ventas de armas. Trump pidió a sus partidarios supervisar los centros de votación y se niega a comprometerse con una transferencia pacífica del poder y a condenar explícitamente a una agrupación de supremacistas blancos.
Hubo un complot para secuestrar a la gobernadora de Michigan, Gretchen Whitmer, y otra ola de manifestaciones violentas esta semana en torno a la muerte de un individuo de raza negra a manos de la policía en Filadelfia.
“Los humanos no nos sentimos cómodos cuando hay incertidumbre. Y este año ha habido mucha incertidumbre”, expresó Mara Suttmann-Lea, profesora de Ciencias Políticas del Connecticut College que estudia el proceso electoral. “No hay duda de que hay altos niveles de ansiedad, de una ansiedad existencial. ¿Cuál es el estado de nuestra democracia?, se pregunta la gente”.
Esa inquietud se refleja en las encuestas. Siete de cada diez votantes dicen que las elecciones los ponen nerviosos, de acuerdo con una consulta de AP-NORC de este mes.
Algunos tienen la sensación de que los problemas pueden presentarse de varias maneras: peleas en un centro de votación, protestas por los resultados o porque estos se demoran. Conflictos estos que pueden agravar las divisiones ya existentes.
“Lo percibes en el aire”, sobre todo en las redes sociales, dice Josh Holsten Sr., un vendedor de autos de 42 años, de Cincinnati. “Hay muchas tensiones adicionales que no deberían estar allí”.
Holsten dice que votará por Trump, pero cree que ni el mandatario ni Biden hacen lo suficiente para calmar a la gente. Cuenta que tiene almacenada comida, agua y chalecos a prueba de balas para su familia en caso de que pase algo grave.
La policía y los funcionarios electorales también se preparan. El FBI y las autoridades de varios estados han estado llevando a cabo ensayos e instalando centros de operaciones para responder a eventuales disturbios.
Los funcionarios electorales ofrecen talleres al personal de los centros de votación para calmar las aguas en caso de conflictos y se aseguran de que tienen bien en claro las reglas sobre intimidación de votantes y hostigamiento.
“Los procedimientos siempre estuvieron allí. Solo que nunca tuvimos que usarlos”, dijo Ellen Sorensen, jueza electoral de Naperville, Illinois, en las afueras de Chicago. “Tal vez en esta ocasión debamos hacerlo”.
Una agrupación llamada Protección Electoral de Arizona dice que está capacitando a cientos de personas de los centros de votación, enseñándoles cómo reducir tensiones.
La reverenda Joan Van Becelaere, directora ejecutiva de Unitarian Universalist Justice de Ohio, dice que el COVID-19 aumenta los temores y las divisiones.
Indicó que hay sitios “con grandes tensiones que no queremos que se reflejen en los centros de votación”.
Una encuesta de agosto del Centro de Investigaciones Pew revela que mucha gente cree que en estas elecciones hay más en juego que de costumbre. Hace 20 años, la mitad del electorado opinó que era importante quién ganaba. En agosto, el 83% opinó lo mismo.
Hay quienes creen que la sensación de que se vive un momento clave, combinada con la irritación y la polarización, pueden generar conflictos.
“Noviembre va a ser un mes difícil porque ninguno de los bandos va a ceder”, expresó Bob Stanley, de 66 años, partidario de Trump de Johnstown, Pensilvania. “Ojalá alguien gane en forma abrumadora, porque de lo contrario, vamos a tener problemas”.
Otra residente de Johnstown, Fran Jacobs, de 76 años, partidaria de Biden, dijo: “nunca me sentí atemorizado por el país. Pero esta vez lo estoy”.
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