La luz de Teresita Rúa

A sus 73 años y tras cinco décadas de trayectoria en el teatro, la televisión y la radio, la reconocida y querida actriz conversa con OnCuba sobre su jornada en el drama y su inesperado regreso a la pequeña pantalla tras su jubilación.

Teresita Rúa. Foto: Jorge Luis Coll.

El 14 de enero de 1951 vino al mundo esta habanera, cuya trayectoria profesional la ha convertido en uno de los rostros más destacados de las artes dramáticas en Cuba, y en una voz inconfundible en el panorama de la radio nacional. 

Su carrera empezó a gestarse en la Escuela de Formación de Actores del entonces Instituto Cubano de Radio y Televisión (ICRT), en 1970. Con el tiempo, su personalidad artística fue apuntalada por el cariño del público, que no pasó por alto no solo el talento, sino también la virtud de la excelencia profesional de Teresita. 

Con una sólida experiencia en los medios de comunicación de la isla, esta cubanísima actriz no ha dependido exclusivamente de la televisión. En su recorrido resaltan su tránsito por el teatro y la radio, que han sido otros espacios de creatividad para ella y en los que sea ha codeado con figuras de la más alta talla de nuestra escena nacional. 

En cinco décadas sobre el escenario ha saboreado aplausos por sus interpretaciones en las aventuras Tierra o sangre (1972), Rebelión y El heredero (1987), así como en las telenovelas Si me pudieras querer (1997) y Retrato de mujer (2000).

La actriz, recordada además por sus apariciones en los teleteatros La casa de Bernarda Alba, Tío Vania y Feliz cumpleaños, se describe como una mujer apasionada, directa, y entregada, tanto en el amor como en su profesión. Lo que Teresita siente por este oficio es contagioso, al igual que el cariño que destila por las personas que la han seguido desde sus inicios y que son el motor impulsor de su carrera.

Foto: Jorge Luis Coll.

¿Qué encontró en la actuación que otras disciplinas no le brindaron? 

Desde niña siempre estuve vinculada a la actuación de una forma u otra. En mi etapa de estudiante en la Universidad Pedagógica Enrique José Varona encontré la oportunidad de desarrollar esa vocación a través de grupos de artistas aficionados. Siempre soñé con dedicarme a este oficio y en ese contexto pude aprender las primeras lecciones de la mano del gran Tito Junco, que estaba al frente del taller de actuación.

Eso me indicó el camino y a partir de ese momento seguí motivada por las experiencias que estaba viviendo junto a mis compañeros. Intenté entrar a la Escuela Nacional de Arte (ENA) pero estaba pasada de edad; sabía que tenía que seguir intentándolo y afortunadamente me enteré de la convocatoria para la Escuela de Formación de Actores del Instituto Cubano de Radio y Televisión (ICRT). Me presenté, aprobé las pruebas y entré a formar parte de esta escuela, que tuvo una duración de tres años y fue dirigida por Alejandro Lugo. 

De ella egresaron actores que después tuvieron una importante presencia en los medios, como es el caso de Susana Pérez, Irela Bravo, Jorge Villazón, Idelfonso Tamayo, Mario Rodríguez Tarife, Maggie Castro, Frank Almeida, Eduardo Macías, Alex Álvarez, entre otros.

Estando en la Escuela de Formación de Actores la llama el director Silvano Suárez para debutar en la televisión. ¿Se sintió preparada para asumir ese reto en las aventuras Los indómitos (1970)

Estaba segura de que me iba a quedar bien. Tuvimos muy buena formación en la academia y los profesores nos orientaban en cada cosa que hacíamos en los medios de comunicación. Tuve la suerte de estar entre ellos y sentir el apoyo a la hora de interpretar el personaje de Sarita de la Riva en Los indómitos, que fue mi primer dramatizado en la pequeña pantalla.

Haber sido dirigida por Silvano Suárez es otra gran experiencia que atesoro, al igual que compartir con colegas de la talla de Julio Alberto Casanova.

Foto: Jorge Luis Coll.

¿La televisión era el medio en el que siempre quiso trabajar o aprovechó la oportunidad que se le dio?

A mí siempre me gustó la televisión, es un medio que tiene su magia y que te brinda muchos de los elementos que necesita un actor. La formación que recibimos era de teatro, pero la práctica la realizábamos en la pequeña pantalla y en la radio. 

Desde sus inicios existió un vínculo en su vida entre la televisión y la radio. ¿En qué sentido se enriquecen mutuamente?

Dos años después de empezar en la televisión llegué a la radio. Cada medio tiene su proyección y sus especificidades y en la radio lo fundamental que aprendí fue a definir mi estilo y forma de trabajo.

Aprendí a trabajar con fe y sentido de la verdad, porque con esta premisa puedes concebir el personaje lo mismo en radio, en televisión, o en cualquier otro, lo único que tienes que hacer es adecuarte. 

En la televisión hay que darlo todo con la imagen; se trata de sintetizar en ella toda una serie de emociones. Tienes que entregarte sin pasarte de medida, y hacer ese trabajo interior es difícil, porque la voz queda en un segundo plano y la imagen es lo fundamental.

La radio es la voz, ahí sí tienes que ver bien cómo canalizas los sentimientos, garantizar que también estén ahí, que no se pasen, porque estás trabajando internamente, igual que en la televisión y en el teatro, pero la proyección vocal cambia. En la radio tienes que trabajar un poco más los sentimientos para no pasarte ni quedarte por debajo. Me he sentido muy cómoda en estos dos medios tan distintos. 

Foto: Jorge Luis Coll.

¿Qué características comparten los actores de su generación?

Lo que nos distinguió fue la formación que tuvimos en el amor y la entrega incondicional al trabajo, que estaba por encima de todo, y en el respeto a la escena y a todos los compañeros que intervenían en el proceso.

Nosotros aprendimos a respetar y a venerar a esos actores que habían hecho una carrera, y un trabajo meritorio, tuvieran el lugar que tuvieran, fueran estrellas o menos mediáticos. Los admirábamos a todos. Alejandro Lugo nos enseñó a ser sencillos, honestos con nuestro trabajo, disciplinados y respetuosos.

Durante su carrera, ha tenido la oportunidad de desarrollar una gama amplia de personajes. ¿Disfruta más de un protagónico o de un secundario con una buena historia?

Una buena historia es la garantía del éxito. Un personaje puede ser protagónico y no tener una trama significativa. Todo depende del guión, del desarrollo de los personajes y de cómo estos influye en lo que se narra, sean protagónicos o no. 

Foto: Jorge Luis Coll.

¿Cuál es el director que más le ha exigido a la hora de conseguir un personaje? 

Trabajar con Nelson Dorr fue una escuela para mí. Tengo muy buenas experiencias de esa etapa en el teatro en la que tuve la suerte de aprender con quien es uno de los directores más importantes de nuestro país. 

Nelson era muy exigente, pero a la vez adorable. Me habría gustado tener más tiempo a su lado, pero coincidió con una etapa en la que tenía otros proyectos de trabajo que me absorbían. 

Tuve una relación estrecha también con Loly Buján, la mayoría de mis trabajos fueron con ella, quien era tan exigente como acertada. 

¿Qué fue lo más retador de trabajar en la telenovela Si me pudieras querer (1997)? 

Para mí fue una novela muy importante. Yo venía de hacer teleteatros, en los que defendía personajes de la literatura universal. Me habían encasillado y algunas personas no me visualizaban en otros roles.

Había mucha expectativa en torno a cómo iba a defender a mi personaje, Marisol, por lo que te mencioné anteriormente y demostré con mi trabajo que estaba lista para hacer este tipo de actuaciones. Hasta el día de hoy las personas me hablan de Marisol o “la peluquera”, como también la recuerdan. Fue un personaje con el que muchas mujeres se identificaron; me paraban en la calle y me contaban que estaban viviendo historias similares.

Si Me Pudieras Querer 1 - Telenovela cubana

¿Qué unió a ese elenco?

El respeto, la camaradería y la solidaridad para que todo quedara con la mayor calidad posible. Todo el mundo estaba puesto para el proyecto; se trabajó con el corazón. 

Los actores de más experiencia nos hicimos responsables de los más jóvenes, que estaban dando sus primeros pasos en esta propuesta audiovisual. Establecimos una relación familiar desde los ensayos que se reflejó en la pantalla.

Foto: Jorge Luis Coll.

¿Cómo fue trabajar con Mario Balmaseda y Frank González?

Con Mario Balmaseda me gustaba compartir escenario porque sabía que siempre iba a salir algo bueno de ahí. Me encantó trabajar con él; era muy profesional y muy cercano con todos los que le rodeaban. Un hombre con su trayectoria se interesaba porque todos los que estaban en su entorno resaltaran y se vieran a su altura.

En el caso de Frank González, había trabajado con él antes. Tengo que comenzar diciendo que fue un gran actor y ser humano. Desarrolló una brillante carrera en todos los medios de la interpretación en los que se probó. Frank era un amigo que esta profesión me regaló y con el que tuve la oportunidad de coincidir en la radio, en doblajes y en espacios dramatizados. Era de esos actores de talla mayor que prestigiaron nuestros medios de comunicación y que todos los que nos dedicamos a este oficio tenemos como referentes.

¿Cómo acabó siendo la protagonista de la serie Retrato de mujer (2000)?

El director Paco Anca me llamó y cuando me dio los guiones lo que más me atrajo fue que mi personaje era el hilo conductor de una serie de historias que se interrelacionaban dentro de la trama. Se iban desarrollando a partir de la intervención de ella. Ada era un personaje interesante y la disfruté, al igual que la mayoría de las cosas que he realizado a lo largo de mi carrera. 

Ha expresado que le gustaría incursionar en el humor. ¿La comedia es más complicada que el drama?

La comedia tiene sus características, y es difícil cogerle el ritmo. Respeto a los profesionales que se dedican a hacerlo, aunque hoy en día los géneros están imbricados. 

Hasta el momento el público me ha visto mayormente en producciones de corte dramático, pero recientemente trabajé en un teledrama con pinceladas humorísticas (Abuelas y mazmorras, 2024). Fue interesante desarrollar esa línea con la que normalmente no me asocian los televidentes.

Hay quienes señalan que la televisión que se hacía en décadas anteriores es mejor que la actual. ¿Hoy en día es más difícil crear algo que perdure en el tiempo?

Indiscutiblemente se han hecho producciones buenas en los últimos años, lo que sucede es que la televisión ha decaído mucho en la exigencia y la calidad en sentido general. 

Antes había un nivel mayor de dramatizados; en la actualidad este nivel ha disminuido considerablemente, y eso no les da margen a los profesionales del medio para desarrollarse. Esto no excluye que se hayan hecho cosas con un alto nivel artístico, pero lo que antes era lo normal hoy es excepción. Antes había un equipo que respaldaba la programación en todos los sentidos, desde su propósito y visión institucional como desde la calidad de todas las especialidades del medio.

¿Qué es lo más significativo que le ha dejado la actuación?

Haber llegado al corazón de la audiencia con sinceridad y deseos de hacer las cosas con calidad es de lo más significativo que me ha dejado la actuación. Esa interacción con el público, que me ha visto en varias facetas de la profesión, es algo que me reconforta y que me mantiene activa. 

Me encuentro a diario con personas que me recuerdan de espacios que marcaron sus vidas. El esfuerzo que he realizado durante estos años esas personas me lo han devuelto en cariño. Es la recompensa más grande que tengo en mi carrera.  

Para mí no hay nada más importante que respetar al público. Lo manifiesto con calidad y exigencia en cada escena que hago y demando también calidad a mi alrededor. En el proyecto que esté tiene que haber respeto al trabajo y a los espectadores y ese principio lo mantengo por encima de todo.

Foto: Jorge Luis Coll.

¿Qué razones han influido en que una actriz de su calibre no haya hecho cine?

A muchos colegas de mi generación nunca los han llamado para trabajar en el cine. Para saber la respuesta a esa pregunta habría que cuestionar a la institución que rige los destinos del séptimo arte en nuestro país. 

En Cuba se produce poco por problemas de presupuesto y encima de eso no siempre llegan las oportunidades a actrices que no están constantemente en el ojo público. A lo mejor en eso ha influido también lo que te comentaba anteriormente, que algunos directores tienden a encasillarte, o que no estuve en el lugar adecuado.  

¿Cómo vivió el regreso a la pequeña pantalla en este 2024? 

Yo me jubilé en 2011, pero seguí trabajando en varias obras de teatro y radio, principalmente. Hasta hace muy poco no me había llegado ningún proyecto interesante de televisión.

Por eso fue tan inesperado que me convocara Yaremis Pérez para el telefilme Abuelas y Mazmorras (2024), dirigido por Alain Finalé, para interpretar al personaje de Eva. Considero que regresé a la televisión con un proyecto que tenía los elementos que anhelaba. 

Fue una buena experiencia. Trabajé con gente en este teleplay que tiene muchos deseos de hacer y que se toma muy en serio cada proyecto. 

No puedo dar muchos detalles de la historia, porque no se ha estrenado todavía. Espero que lo disfruten como mismo lo hicimos todos los que conformamos el elenco de actores y técnicos de esta producción audiovisual.

¿Considera que a un actor o actriz los debe definir el talento o el reconocimiento? 

La vida del actor y de la actriz es complicada. A veces me he puesto a pensar en cómo es posible que entablemos relaciones con personajes e historias que no tienen nada que ver con uno. 

Sin dudas, lo importante es el talento. Si tú nada más estás en esta carrera para que te conozcan, no vas a llegar a ningún lado. Hay que prepararse y entregarse a todos los proyectos con la misma intensidad, porque en esta profesión la primera impresión es determinante. Si el trabajo que hacemos es bien recibido, se agradece, pero debemos enfocarnos en ser cada día mejores.

Hay quienes no poseen ese gran talento, pero tienen otras cualidades, como el carisma, y han podido establecerse, pero no es la regla. Lo que debe perseguir una persona que se dedica a este oficio es la preparación y la excelencia.

Si tuviera la oportunidad de viajar en el tiempo y traer de vuelta a un colega ¿a quién elegiría? 

Traería de vuelta a Álex Álvarez. Además de ser mi pareja por muchos años, era actor, director, lo tenía todo. Indiscutiblemente lo traería porque fue muy importante en mi vida. Era una persona muy exigente y, a pesar de la relación afectiva que teníamos, era mi primer crítico, me aterrizaba cuando creía que no estaba haciendo las cosas bien y me aplaudía cuando las hacía correctamente.

En más de 50 años de trayectoria, ¿qué ha cambiado y qué mantiene? 

La niña que soñó con ser actriz sigue estando en mí, lo único que cambió es que esas ilusiones se materializaron. A lo largo de estas cinco décadas he ganado en madurez y mucha más visión en sentido general desde el punto de vista personal y profesional.

No soy perfecta ni mucho menos, pero he aprendido de la vida a tratar de ser mejor en todos los ámbitos. Lo que nunca he cambiado es mi esencia. Sigo siendo la misma, ahora con más madurez, con más pausa, porque no es lo mismo tener 30 años que 73. 

A pesar de que hay muchas cosas que no he podido hacer, lo que he hecho en cada momento lo he disfrutado y me he realizado.

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