Para Marlon Pijuan, la popularidad se basa en el trabajo constante y la aceptación del público, dos premisas que aunque parezcan sencillas, requieren de un factor de suerte y de constancia. Cualquier actor que se enfrenta al criterio del espectador sabe que es él/ella quien tiene la última palabra sobre el trabajo del artista.
La vida y la carrera del otrora miembro de La Colmenita ha cambiado con el personaje de Isidoro en el popular programa humorístico Vivir del cuento, y Pijuan lo reconoce porque, según comentaba: “no imaginé que Isidoro creciera de esa forma, que la gente lo quisiera tanto”, confiesa a OnCuba; sin embargo, ha logrado estar a la altura de las exigencias que demanda lograr la aceptación, por parte del público cubano, de un personaje de ese tipo.
“Quise también perfilar una parte de la comunidad gay que nunca se ve en televisión. Generalmente en el humor y la televisión el gay es marginado o es siempre objeto de burla, no sirve como buen ejemplo y quería mostrar un personaje contemporáneo: joven, con estudios, inteligente, cariñoso, amable, servicial y nunca una burla, al contrario, sirve en el programa como ejemplo de ideas a seguir, con los valores que tiene un joven cubano hoy y en cualquier parte del mundo”, precisa Pijuan, quien sobrepasó la experiencia inicial en La Colmenita para mantenerse en el mundo de la actuación, expandiendo su perfil en los últimos años.
Para el artista, haber nacido y aun permanecer en La Habana Vieja es un referente que lo ha ayudado a aterrizar, “a ser un poco ‘terrenal’ al convivir con los vecinos, es un lugar que me ha dado muchas experiencias de vida, desde las cosas malas y las buenas, también en la cultura, por ser una zona con tantos museos y además tener a Eusebio Leal en la comunidad fue un referente”, precisa.
¿Cómo fueron esos primeros años de experiencia en La Colmenita y el cambio en tu vida, luego que decidiste mantenerte en el mundo de la actuación?
En La Colmenita yo no me sentía un niño actor, me sentía en un lugar donde lo más importante era jugar, como un parque de diversiones en un escenario, no teníamos quizás la conciencia de cuán serio era lo que llevábamos a cabo en el inicio de esta carrera, porque no es el objetivo de la compañía.
En La Colmenita Tin [Carlos Alberto Cremata] nos enseña a no tener miedo, a enfrentarnos a todo: a bailar si hay que bailar, a cantar si hay que cantar, tocar un instrumento, cosas que ahora de adulto no ves tan lógicas, porque si ahora te mandan a tocar un instrumento tú no lo haces.
Te enseña también [Tin] que se puede hacer todo y eso ha sido muy bueno en mi formación; me encantaría poder hacer un musical bien hecho, con la preparación que lleva, lo que lamentablemente ese tipo de teatro aquí (en Cuba) está perdido y es una cosa muy loca que una Isla con tanta música no tenga un teatro musical a un nivel alto, ojalá se pudiera hacer, son cosas que pasan y uno no sabe por qué.
Eso explica también por qué la mayoría de los de mi generación en la compañía luego no siguieron en la actuación, se dedican a otras cosas, un grupo menor (en el que me incluyo) llegó a convertirse en actores y actrices, por eso no fue un cambio muy traumático.
Ya cuando entré a la Escuela Nacional de Arte (ENA), que era más serio de lo que imaginaba, por supuesto tuve encontronazos con las asignaturas y necesité ir descubriendo poco a poco otras cosas de las cuales no tenía la menor idea, y tal vez no tenía la madurez requerida para enfrentarlas.
Con 15 años decidir lo que vas a hacer con tu vida es algo loco. Los que estudiamos en las escuelas de arte decidimos desde pequeñitos qué vamos a hacer en un futuro, pero al final salir a la vida del actor se convierte en un reto, porque primero es complicado mantenerse económicamente y poco a poco uno encuentra las vías y las aristas, lo que te obligan un poco a expandirte y explotar tus capacidades al máximo para poder probar cosas nuevas y otros tipos de trabajo, pero al final tuve la suerte de irme entrenando para eso.
La experiencia en la película Cuba Libre también fue importante en tu carrera
Cuba Libre fue una película muy importante porque fue mi primera experiencia como director de casting y el personaje que interpreté, Freddy, hablaba inglés, tuve que trabajar bastante el idioma, incluso en los acentos para que fuese más creíble.
Con la experiencia como director de casting descubrí la pasión hacia esto, el cuidado o la meticulosidad para elegir un casting, cualquiera que sea, porque en ocasiones consideramos que el casting solo es importante a la hora de escoger los actores protagónicos y no, a la hora de hacer una película o cualquier material audiovisual un casting minucioso es importante, incluso hasta la persona que pasa en el fondo con una jaba, y eso lo comprendí trabajando.
El casting te levanta o te acaba un proyecto y a veces en Cuba eso se descuida muchísimo. Ojalá le diéramos el crédito y la importancia que tiene hacer un casting y la atención que lleva esa especialidad.
Isidoro, “el hijo de Consuelo”…
Es un personaje que ha dado un giro a mi carrera, sin proponérmelo. Llegué a Vivir del Cuento solo con la idea de disfrutar el trabajo con los actores, a los que conocí en un espectáculo que hicimos previamente, donde me divertí muchísimo y entendí que era un grupo con gran creatividad y respeto hacia el trabajo y el público.
Llegué a ese colectivo gracias a la suerte de que me invitaron con solo esa pretensión: disfrutar. No imaginé que Isidoro creciera de esa forma, primero que la gente lo quisiera tanto, es bonito ver cómo la gente le tiene tanto cariño al personaje, siento que es mimado por el público y eso es bonito.
Realmente armé la historia de Isidoro con el referente de las historias de amigos que tengo, excelentes seres humanos y gente talentosa que, como los tengo tan cerca, he vivido los conflictos que muchas veces tienen, conflictos que son absurdos por el simple hecho de que tengamos que defender los derechos y los gustos de alguien, pero es lo que se vive hoy.
Creo que es muy invasivo que la gente se preocupe por la preferencia sexual de otra persona porque al final nadie sabe lo que pasa en la intimidad de las parejas, da igual si eres heterosexual, homosexual, trans, bisexual.
El personaje de Isidoro parte de eso, del respeto que le tengo a tantos amigos que amo con la vida, bailarines, actores, músicos… mi experiencia y mi criterio están ahí, mediante Isidoro, defiendo muchísimo los derechos de esa comunidad porque no hay que ser gay para defenderlos, defiendo varias causas que no tengo cerca.
En la industria internacional existe cierto criterio de que los personajes gays debieran ser interpretados por actores gays…¿qué opinas sobre esto?
Discrepo con ese criterio. Lo creía desde antes y lo reitero ahora con la experiencia de Isidoro donde parte del público piensa que soy gay y eso me fascina, porque me lo tomo como un halago al trabajo.
Cuando la gente se da cuenta de que no soy gay, le da más valor al trabajo, creo que si aplicáramos esa regla tendríamos que aplicarlo a todo: un personaje músico tendría que interpretarlo un músico y no un actor, por ejemplo.
Una de las razones por las cuales decidí ser actor fue por los retos, el poder de interpretar un hombre gay hoy, mañana un músico o un constructor, un pelotero, ese tipo de retos que aquí en Cuba faltan demasiado porque nosotros, los actores, necesitamos ese tipo de desafíos, siempre encontramos historias cotidianas y no vamos a la particularidad de historias de deportistas, músicos y es algo que debe explotarse más.
¿Cómo ha resultado la experiencia en la conducción?
La conducción llegó por azar de la vida y me apasiona, me gusta mucho conversar, no me callo al punto de que mis amigas siempre me lo dicen y disfruto la espontaneidad de la conversación y la improvisación en televisión.
Quisiera para un futuro que la televisión nacional creciera más y nos permitan hacer como late shows (programas nocturnos) donde podamos desdoblar un poco a las personas y sacarlas de lo que conocemos, porque creo que siempre hablamos de lo mismo en la televisión (respecto a las figuras públicas) y necesitamos abrir el diapasón, darles a las personas contenido desde otro punto de vista y personalmente me encantaría llevar un show de ese tipo, ayudaría un poco a modernizar nuestra televisión.
El trabajo durante la pandemia…
He tenido la suerte de trabajar durante la pandemia con Vivir del cuento y también Jazz (Vilá) tuvo la excelente idea de hacer la serie Vestuario o Maquillaje (VOM), esa experiencia fue súper creativa.
Había que hacer cosas y buscar la manera de seguir, de no apagarnos del todo y aproveché eso con Jazz, que es de las personas que más quiero porque me dio la posibilidad de regresar al teatro y es algo que le agradeceré toda la vida. Adoro el teatro, es algo vivo y orgánico, que no tiene comparación con nada, (Jazz) me permitió ese contacto con el público que tanto agradecen los actores, y luego me propone que haga la canción de VOM.
Tengo la suerte de tener entre mi familia a Efraín Chivás (Pacho), excelente arreglista y pianista, con él me senté con la letra que había hecho pensando en la serie y me gustó la experiencia; ojalá pueda seguir componiendo y salieran otras cosas, pero estoy ejercitando eso todavía porque es algo que respeto, es muy complicado.
La pandemia en general nos ha hecho replantearnos la vida, cambiar la manera de pensar, de actuar porque tenemos que seguir viviendo y trabajando y eso va de cómo cada uno asuma el problema, por eso siempre pienso en positivo.
¿Cómo has manejado esta súbita popularidad?
La popularidad es el fruto del trabajo y la aceptación. Soy una persona que escucha mucho a la gente y creo que el arte no se hace ni para los críticos ni para los especialistas, sino para el público, para la gente “común”, da igual si el vecino del barrio o cualquiera que te vea por YouTube porque uno no sabe quién te está mirando.
Las críticas son la manera de medir si lo que estás haciendo está bien o mal, es algo muy relativo y no me afecta para nada, me detengo y escucho a todas las personas que se me acercan, también en las redes a veces lo paso un poco mal porque trato de responder cada comentario que me hacen, cada elogio y cada crítica.
Trato de leerlo todo, porque al final me debo al público, nosotros los actores, los artistas, nos debemos a ellos porque, aunque hagamos algo muy bien, si no lo ve nadie el arte no avanza. Agradezco siempre lo que me dice cualquiera que se me acerca.
Pijuan eres un ejemplo de buen cubano y buen artista.. Felicidades
Muy interesante la pagina
Excelente actor. Es una lástima que no se estén grabando capítulos nuevos del programa Vivir del Cuento. Muy pocos programas humorísticos y muy pocos actores calan en el pueblo como lo hacen ellos. Esto debería tenerse en cuenta antes de detener la grabación de un programa.
Mis felicitaciones para ti hermano, Estás haciendo muy bien tu trabajo, te deseo mucha salud y suerte en tu presente y futuro tanto como actor como de ser humano que se nota eres especial, continúa preparándote y esforzándote para que recojas los frutos de ese sacrificio que siempre te premiará…. Cosas buenas para ti y tu familia….
Buen artista,lo vi en la película,lo vi en la colmenita y ahora en vivir del cuento,ha crecido y me alegro mucho
Felicitaciones a Marlon, excelentes actuaciones en Vivir del cuento, muchos éxitos en el futuro, te admiramos muchisimo
Eres súper a mi me encanta tu personaje y ese Perdón te queda espectacular. Y te admiro como profesional. Felicidades. Vas bien. A mi me encanta como dice Esterlvna
Bella persona, eres muy GRANDE con el tiempo lo descubrirás. Bendiciones Marlon
Bendiciones para ti por encarnar tan bien tu papel en el programa la tv cubana le falta mucho de modernidad y belleza entre otraas cosas
Sin dudas un excelente actor,hace tan bien su papel que parece absolutamente real,natural, hasta pensé que era guey,de lo tan natural que actúa,eso lo hace mas convincente,le auguro muchos éxitos,de seguro tendremos un valiosísimo actor.¡ Felicidades,Marlon!.
Excelente actor, felicidades y exitos