Ruanda y la República Democrática del Congo añadieron trabas para cruzar su frontera, en un intento de impedir que el contagioso brote de ébola siga expandiéndose.
Las restricciones a los viajes forman parte de un paquete de medidas aprobado por las autoridades sanitarias ruandesas y congoleñas, que se reunieron en Ruanda el martes por la noche.
Las personas que crucen la frontera por motivos no esenciales, como asistir a cursos y peregrinaciones religiosas, necesitarán autorización de ambos gobiernos, según un comunicado emitido tras la reunión en la provincia de Rubavu, en el oeste de Ruanda.
El brote de ébola en el este de República Democrática del Congo ha matado a más de 1.800 personas, casi un tercio de ellas niños.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) advirtió que el riesgo de contagio de la fiebre hemorrágica en la región es “muy alto”, pero no recomendó las restricciones de viajes.
El cierre de la frontera podría hacer que los viajeros eviten los puestos de cruce oficiales, donde se realizan comprobaciones para detectar indicios de fiebre u otros síntomas de la enfermedad. Las fronteras de la región son porosas y los residentes suelen tomar caminos no oficiales para viajar a un país vecino.
En junio, tres personas que cruzaron por una senda no custodiada a Uganda murieron allí antes de que su familia fuese llevada de vuelta a Congo para recibir tratamiento. A pesar de ese incidente, Uganda ha mantenido la frontera abierta.
Ruanda cerró brevemente su frontera con el país vecino la semana pasada después de que se confirmara un caso de ébola en Goma, una ciudad congoleña de más de 2 millones de personas situada a unos 7 kilómetros de la importante ciudad fronteriza de Gisenyi, en Ruanda. El gobierno de República Democrática del Congo criticó la decisión de las autoridades ruandesas antes de que el paso quedase nuevamente abierto unas horas más tarde.
La OMS declaró este brote del virus una emergencia global de salud –el quinto en la historia– días después de la confirmación del primera caso en Goma.
En otra medida para controlar el contagio de la enfermedad, las iglesias en Ruanda aconsejaron a la gente que no estreche la mano a nadie.
No hay un tratamiento certificado para el ébola, que se contagia por el contacto directo con los fluidos corporales de los infectados, y la supervivencia depende de la rapidez con la que se reciba asistencia médica. Pero muchos en la región creen que el virus no es real y deciden quedarse en casa cuando enferman, infectando a quienes los cuidan, según el personal médico.
Este brote es el segundo más letal de la historia, solo por detrás del que azotó el África Occidental entre 2014 y 2016 y causó más de 11.300 muertos.