Es indudable la fuerza de la revuelta chilena desde octubre de 2019, pero del mismo modo, también es innegable el revés político que ha llegado en septiembre de 2022. ¿Cuáles son las contradicciones de estos momentos políticos? Para empezar, diré que no es solo que la derecha ganó, sino que las izquierdas chilenas perdieron el norte.
Los cambios políticos chilenos logrados en 2019 y 2020 criticaron al establishment, otrora sacramentado por todas las oligarquías nacionales. Las demandas populares intentaron ser institucionalizadas por Sebastián Piñera, pero tuvo que convocar a una Constituyente.1 La izquierda “independiente” logró una gran mayoría en la Convención Constitucional, aparentemente 100 de 155 constituyentes.2 Las izquierdas también lograron varios municipios, prefecturas y concejalías. Y por fin, Gabriel Boric, un representante joven, de la izquierda y la socialdemocracia, llegó a ganar la presidencia de Chile con el 55,8% en 2021. Sin embargo, desde la posesión de Boric, el 11 de marzo de 2022, hasta la segunda quincena del mes de abril, su popularidad bajó de 46,5% a 24,2%, y el rechazo a la Constitución subió al 40%.
El 4 de septiembre llegó el voto efectivo del plebiscito, con resultados de RECHAZO, de 61,86%, y APRUEBO, de 38,14%. ¿Qué pasó en este corto trayecto?
La Convención Constitucional
La Convención Constitucional cayó tempranamente en un gran desprestigio público, era comparada con un congresillo cualquiera y no con una Constituyente que realmente quería cambios. Los errores políticos fueron aprovechados por la oposición de derecha y de la llamada centro izquierda. Los problemas particulares de muchos constituyentes fueron generalizados a toda la Convención como un nuevo circo.3 Todo esto generó una imagen negativa de la Constituyente ante la opinión pública. Para resolver estos dislates, el gobierno de Boric y las fuerzas de la Convención apuntaron a otro lado, trataron de hacer coaliciones con la derecha y el centro.
Mientras en las formas se tildaba a la Constitución de “radical”, “socialista”, y “comunista”, aunque su articulado no pasó de ser moderado. No se alteró la estructura del poder estatal, ni la dependencia chilena. El 64% inicial de las izquierdas estaba dividido en problemas internos, y el centro y la centro izquierda llamaron a votar por el rechazo. La élite del antiguo régimen, si ganaba el Apruebo, tenía una Constitución de centro, y si ganaba el Rechazo se quedaba con la anterior. La derecha y oligarquía tradicional tenían ventajas por cualquier lado; al contrario, si perdían, Boric y las fuerzas proconstitución entraban en una paradoja: la mayoría de la población votó por cambiar la Constitución, pero no por la que llegó al referéndum el 4 de septiembre de 2022; que, además, fue un termómetro sobre la imagen de la Convención y Boric.
El gobierno de Boric
El gobierno de Boric empezó incumpliendo su mismo programa: Izquia Siches, la Ministra de gobierno, continuó la represión al Wallmapu (los mapuches) con millonarias sumas y el gobierno posicionó el discurso contra el terrorismo en el sur, por las protestas indígenas. El Estado de excepción era constante en el gobierno de Piñera, y ahora también. Boric hizo alianzas con varios partidos reformistas y con el neoliberalismo que se ha hecho llamar “progresista”. La sección del partido socialista chileno, que estaba más cerca de la gran burguesía y del orden pinochetista, ahora resucitó con el Frente Amplio. Por la fragmentación política de Chile, dijo Boric que hay una “ausencia de hegemonías”. Boric llegó, sin una base social propia, a meras alianzas circunstanciales; como el nuevo cambio de gabinete tras el rechazo a la Constitución y su llamado a un nuevo itinerario constitucional. Esta debilidad ha hecho que el presidente se ajuste, a momentos, con la socialdemocracia, con las fuerzas neoliberales, con las fuerzas bacheletistas. Hay una gran contradicción en el gobierno: dice luchar contra el neoliberalismo, pero hace acuerdos con sus promotores, hay una cesión permanente a la derecha. Los estudiantes salen a protestar por un nuevo proceso constituyente y el gobierno actúa con represión.
La gran crisis histórica de la inflación (estanflación) que golpea al mundo, también lo hace en Chile, y la gente no mira cambios.
La recomposición del conservadurismo chileno
La derecha, banqueros, y los medios hicieron su contracampaña con anticipación: vaticinaron la peor inflación por culpa de la Constitución, por aprobarse nuevas pensiones, redistribución en educación, salud y seguridad social. La rancia oligarquía chilena desempolvó su discurso racista contra lo indígena y popular, xenofóbico, contra el extranjero pobre, y rescató las “virtudes” del modelo pinochetista. Con sus distancias, en este conservadurismo también está el centro burgués de Lagos y Frei, y el llamado “socialismo bacheletista”. A la mayoría del conservadurismo chileno le preocupa un nuevo giro de movilizaciones masivas, como el Levantamiento de Ecuador.
Ecuador: El levantamiento indígena popular, experiencias y caminos truncos
El Frente Amplio y el Partido Comunista de Chile llamaron a la moderación del discurso político, pero se encontraron con una clara contradicción con los movimientos sociales que surgieron en la revuelta chilena. Mientras la derecha se iba insertando en la política del gobierno de Boric, en los acuerdos de la Convención Constitución, en las nuevas normas; en la opinión pública, los culpables eran los “izquierdosos” de la Constituyente y la cada vez menos probable Constitución Socialista.
Las fuerzas proconstitución cayeron en la estrategia de la derecha. La “casa para todos” de la derecha fue mantener los cimientos de Pinochet: tanto si ganaba la Constitución porque era moderada, cuanto si se perdía el referéndum porque quedaba la anterior. Los acuerdos con la derecha, llevaron a los movimientos sociales a alejarse del gobierno y la Convención, y esto lo aprovechó aún más el conservadurismo para rechazar la Constitución.
En medio de esta situación, hay una ebullición social de a poco, de trabajadores, de estudiantes secundarios y universitarios, como también de una izquierda crítica desilusionada de Boric. Algunos twitteros dicen que Chile es “una olla de presión” con “algo de esperanzas” o con “válvula obstruida”. El voto por el rechazo a la Constitución, muestra una reconstitución de la hegemonía hacia la derecha, mientras empieza una nueva aporía política. En 2021, el 64% de los ciudadanos chilenos pensaba que el estallido había sido positivo, hoy el 61% de los votantes piensa que la Constitución es un fracaso. El reclamo popular apunta que los representantes se alejaron de las demandas populares, de las necesidades de los trabajadores, que no se han resuelto los problemas exigidos en octubre de 2019. Un revés político para Chile, para Latinoamérica, que, para entenderlo, no hay que pensarlo solo como rechazo, sino como crítica popular a las instituciones de la supuesta transición, a la burbuja creada por el poder.
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Notas:
1 Véase nota sobre la convocatoria.
2 Sobre los resultados de las votaciones a la Convención.
3 Un constituyente habría mentido tener cáncer para su elección. Otro votaba desde la ducha en la sesión.