Únanse al baile, de los que sobran
Nadie nos va a echar de más
Nadie nos quiso ayudar de verdad”.
Los Prisioneros
La noche del pasado 25 de octubre en Chile no fue otra noche más de caminar, este octubre no es otro fin de mes sin novedad. Con un 78,27% ganó el Apruebo para una Nueva Constitución Política, poniendo fin a la Constitución de 1980, uno de los enclaves fundamentales de la dictadura militar de Augusto Pinochet vigentes. Superior, con el 78,99% se impuso la opción de la Convención Constitucional. Ambos resultados marcan un hito importante en la larga transición a la democracia que durante 30 años ha vivido Chile.
Si bien es cierto que la reforma constitucional del 2005 bajo el gobierno de Ricardo Lagos, eliminó importantes enclaves autoritarios (permitió la remoción de comandantes en jefes Fuerzas Armadas y General de Carabineros, eliminación de senadores designados y vitalicios, restringió funciones del Consejo de Seguridad Nacional, entre otras), esta reforma ha sido leída también como un modo de legitimar, con “adecuaciones”, la Constitución de 1980.
El carácter de transición pactada ha estado muy presente en cada uno de los hitos del proceso de redemocratización y de institucionalización de la transición a la democracia durante estas últimas tres décadas. Chile necesitaba, tanto en lo simbólico como en lo institucional, la fundación de un nuevo Pacto social como cierre —para otros inicio— de la transición. Ello ha ocurrido este 25 de octubre con una votación histórica.
No son 30 pesos, son 30 años
Los hechos del presente tienen cola, y es difícil marcar dónde exactamente inicia y termina cuando de movimientos sociales y gestación del cambio social se trata. Sin purismos intelectuales podemos señalar el 18 de octubre de 2019 como la antesala de lo que este 25 de octubre Chile celebró. El estallido social del 18-O y su salida institucional mediante el “Acuerdo por la Paz social y nueva Constitución” del 15 de noviembre de 2019 , sellaron por la fuerza y el diálogo el camino para la institucionalización de una nueva Carta Magna.
Es un hecho histórico cómo las grandes revoluciones y estallidos sociales han estado marcadas por el aumento en impuestos, el precio de alimentos y/o insumos básicos. Ello no es más que la expresión simbólica y concreta de un sistema de injusticia social y desigualdad que en determinado punto se vuelve insostenible para una parte de la sociedad. La frase “No son 30 pesos, son 30 años”, sintetiza hermosamente esa ligazón no dicotómica entre desigualdades económicas legitimadas por desigualdades políticas.
“Nos dijeron cuando chicos/jueguen a estudiar/ los hombres son hermanos/y juntos deben trabajar/Oía los consejos, los ojos en el profesor/había tanto Sol sobre las cabezas/Y no fue tan verdad, porque esos juegos al final/terminaron para otros con laureles y futuro/ y dejaron a mis amigos pateando piedras”.
Durante estas décadas varios estudios (PNUD, 1998, 2015) han dado cuenta de dichas desigualdades y la gestación de una fractura entre experiencias y expectativas como caldo de cultivo para una política altamente polarizada (violencia política vs. despolitización). Sin embargo, lo que nos ha enseñado Chile en el último año es que estos clivajes: violencia-despolitización, democracia-dictadura, izquierda-derecha, ricos-pobres, deben ser desmitificados en la calle, en las urnas y en la deliberación cotidiana. Leamos los resultados recientes del Plebiscito Constitucional 2020 desde algunos de estos mitos.
Los resultados del Plebiscito Constitucional Chile 2020: rompiendo mitos
Mito 1: De la despolitización
La participación electoral expresa, sin dudas, una dimensión importante de la participación política. La votación de este 25 octubre tuvo un 50, 9% de participación nacional y 51,93 de participación en el extranjero, para un total del 50,9%.
En la elección presidencial primera vuelta 2017 (fuente Servel), en Chile votó el 46,69% y en el extranjero el 59,55% del padrón electoral. En la segunda vuelta presidencial 2017 la tasa de votación fue del 49,02%, con un total de votantes de 7.032.878 electores. Este 25 de octubre votaron 7.562.173. Si se observan y comparan estas tres votaciones se verá cómo lo ocurrido en el Plebiscito Constitucional, en un contexto de pandemia, demuestra un aumento en la participación electoral, sin embargo, no tan significativo.
Es cierto que la variable COVID-19 incide en este resultado, pero también lo es la alta politización que se ha vivido en el país en el último año y el carácter totalmente nuevo de esta votación para muchas generaciones posteriores a 1989. Considerando ambas variables, deberían observarse con detenimiento estos resultados sobre todo para el camino de aquí a un año, contando que tendremos al menos 5 elecciones desde el 29 de noviembre 2020 hasta el 21 noviembre 2021, donde tendrán lugar las Elecciones Generales de Presidente de la República, Senadores, diputados y CORE. De todas ellas la que más atención amerita es sin dudas el próximo 11 de abril debido a la complejidad política de la misma: Elecciones Generales de Gobernadores Regionales, Alcaldes, Concejales y Constituyentes a la Convención Constitucional.
Una de las tensiones de la política chilena es precisamente esta disputa entre “la calle” y “la institucionalidad”, disputa y no clivaje. Los movimientos sociales, especialmente el movimiento estudiantil, ha expresado una fuerte politización y participación política por fuera de la institucionalidad existente y en confrontación con ella. El reto tanto para el sistema de partidos políticos como para “la calle” está en poder ampliar la participación en ambos frentes si de cambio social estructural se trata.
Mito 2: De la izquierda vs derecha
El voto del Plebiscito fue abrumador respecto del Apruebo, con un 78,27% vs. un 21,73% el Rechazo. ¿Significa eso que la izquierda es mayoría en Chile? El voto del Plebiscito Constitucional 2020 no puede ser leído en términos de Izquierdas vs. Derechas. El amplio y muy heterogéneo campo del Apruebo expresa las diversidades y tensiones políticas de un Chile con opciones políticas bastante divergentes.
La participación de la centro-derecha, e incluso de una parte de la extrema derecha dentro del Apruebo, da cuenta de cambios políticos al interior de las derechas chilenas que ha impactado fuertemente a sus partidos, así como el campo de participación política. Cuando Joaquín Lavin, militante UDI y posible candidato presidencial en 2021, propone un gobierno de “Convivencia Nacional” en donde entrarían sectores de centro izquierda, e indica “Votamos lo mismo con Daniel Jadue pero no somos lo mismo”, expresa la ruptura de los clivajes izquierda-derecha y a la vez las diferencias entre polos dinámicos reales.
Mito 3: De los Ricos vs. Pobres
Finalmente, la votación ¿cuánto de “lucha de clases” expresa? La complejidad para comprender las clases sociales más allá de las teorías estructuralistas, debe acompañar la lectura de las estadísticas en la votación y la distribución del voto. El análisis general de la misma en la Región Metropolitana muestra evidentemente cómo el Rechazo ganó en tres comunas del sector Oriente: Vitacura, Lo Barnechea y Las Condes. Estas tres comunas cuentan con los índices menores de pobreza multidimensional y de prioridad social, según Informe Índice de prioridad social de comunas 2019. Seremi de Desarrollo Social y Familia Metropolitana, 2019. Pero la realidad es que son comunas también heterogéneas, especialmente Las Condes, donde residen grupos poblacionales de recursos medios y bajos. A su vez, otras comunas con indicadores muy parecidos como La Reina, Providencia y Ñuñoa, dieron otros resultados, ganando el apruebo.
Quiere esto decir que también tendría que tenerse mucho cuidado con polarizar en términos de análisis de clase estructuralistas los resultados de la votación del Plebiscito 2020. Lo que sí es un indicador “duro” es que fueron en estas comunas, especialmente Lo Barnechea y Vitacura, donde la participación fue más alta dentro de la región Metropolitana.
Elaboración propia. Fuente Servel.
Unos cuentos sobre el futuro
Chile no es un país que se debate solo entre experiencias vs. expectativas —algo común cuando una sociedad vive procesos de modernización acelerada como han sido las últimas tres décadas—, ni entre ricos vs. pobres, derechas vs. izquierdas, dictadura vs democracia. Es un zigzag en transición pujando por modificar culturas políticas, estructuras de poder, formas de ejercer la ciudadanía liberales y autoritarias a la vez.
En el centro de todo ello está el individuo, un individuo muy fortalecido por el modelo y la ideología neoliberal y por lo tanto muy desinstitucionalizado. En lo adelante, el próximo paso será seguir cuidando el Pacto y a la vez avanzar en la construcción de un Proyecto Político (siempre es económico y social), donde los clivajes antes señalados puedan ser superados, de lo contrario o la institucionalidad se come a la calle —como ha ocurrido en la historia reciente—, o la calle se come a la institucionalidad —como ocurrió en este histórico 25 octubre.