La están llamando “Declaración sobre Migración y Protección” al comunicado final de la IX Cumbre de las Américas, quizás el único resultado sólido de una reunión continental deslucida por la ausencia de adversarios y de algunos aliados de Estados Unidos.
Al punto de que la vicepresidente Kamala Harris regresó a Washington antes de que el evento terminara.
Horas antes del anuncio de la declaración final, un par de funcionarios de la administración intentaron explicar a un grupo de periodistas asistentes a la Cumbre el tema de la declaración final.
“La Declaración de Los Ángeles sobre migración y protección se centra en el reparto de responsabilidades y el apoyo económico a los países más afectados por los flujos migratorios y de refugiados, establece un marco para una forma coordinada y predecible para que los estados gestionen la migración”, dijo uno de ellos.
Aunque el funcionario de la administración describió la declaración como “ambiciosa”, no se sabe cuántos países la firmarán, ni cómo se espera que financien el aumento de la seguridad fronteriza y otras iniciativas. Varios países que se encuentran entre los mayores emisores de migrantes no fueron invitados a la Cumbre o no enviaron a sus jefes de Estado.
El asunto es que Washington ha intentado escurrir el bulto del atractivo de su sociedad y quiere ahora que los países emisores de emigrantes acepten nuevas reglas del juego y colaboren a la hora frenar el ímpetu de los inmigrantes.
La declaración final, según un resumen al que OnCuba tuvo acceso, apunta dos datos de los que se ha hablado poco: Colombia y México han sido los dos países de la región que más refugiados han recibido y protegido. Por ello, Estados Unidos ha tratado de presionar a los demás a hacer lo mismo.
Pero Centroamérica, cuya mayoría de mandatarios no se apareció por Los Ángeles y produce la mayoría de los emigrantes hambrientos, miedosos y descalzos, se ha quedado fuera. No tiene grandes compromisos que asumir o cumplir. Por eso muchos creen que esta pudiera ser la última de las Cumbre de las Américas.
Pero hay otro detalle: por ley, muchas de las entrelíneas de este acuerdo deben pasar por la aprobación del Congreso estadounidense para que Washington cumpla.
Un “petit detail”, como diría Goscinny.