Por María Esmeralda Correa Cortez, Universidad de Guadalajara
Del norte al sur de México, cientos de pueblos han sido tomados por grupos del crimen organizado: El Rosario (Sinaloa), Fresnillo (Zacatecas), Mazamitla (Jalisco), San Cristóbal de las Casas (Chiapas), Huasca de Ocampo (Hidalgo), Cuitzeo (Michoacán) y Lagos de Moreno (Jalisco) son algunos de ellos.
Algunos parecen estar en camino de ser pueblos fantasmas y otros han sido escenarios de cuerpos colgados, de matanzas en las plazas públicas y de desaparecidos. La desaparición de cinco chicos en Lagos de Moreno y el vídeo viral con su muerte es solo la punta del iceberg del terror y horror que viven los jóvenes en México.
Desapariciones en Lagos de Moreno
Lejos quedó el recuerdo de los paseos dominicales en busca de la paz que ofrecen los pueblos que rodean las grandes ciudades. A dos horas de la ciudad de Guadalajara, el pueblo mágico de Lagos de Moreno ofrecía a sus visitantes una hermosa vista del puente sobre el Río Lagos. Lagos de Moreno está incluido en el Camino Real de Tierra Adentro, nombrado patrimonio mundial por la UNESCO en el 2010.
Este año, pese al terror que supone una vida controlada por la guerra entre narcotraficantes, los pobladores de Lagos de Moreno se habían organizado para seguir con sus vidas, y las fiestas al Padre Jesús del Calvario no se habían interrumpido.
Los jóvenes y los mayores salieron a las calles a festejar a los patronos, la fundación de la ciudad, festivales y ferias que los hagan olvidar el miedo que viven día a día. Pero el olor a pólvora de los juegos artificiales ha terminado mezclándose con la sangre de los jóvenes arrancados de sus familias.
Roberto, Diego, Uriel, Jaime y Dante tenían una vida como la de cualquier otro joven de su edad, entre el trabajo, la escuela y la convivencia con los amigos. Pero el pasado 11 de agosto la realidad los alcanzó. Desaparecieron del Mirador de la Santa Cruz, un enclave turístico de la zona, y pasaron a formar parte de la larga lista de personas desaparecidas, víctimas de los asesinatos y secuestros del crimen organizado.
Lagos de Moreno es el municipio con más jóvenes desaparecidos en Jalisco, violentado por la pelea para ganar una plaza. En el pueblo conviven el Cártel Jalisco Nueva Generación y el Cártel de Sinaloa.
En México, el 42 % de los desaparecidos son jóvenes. Frente a esta atrocidad la investigación ha creado un nuevo concepto que facilite nombrar el escenario hostil que viven las juventudes: “juvenicidio”. Este término engloba al genocidio juvenil, la falta de trabajo para jóvenes y su exclusión de la vida pública.
Uso de la violencia viral
El caso pudo correr con la suerte que corren muchos otros, que solo terminan archivados en una oficina de la Fiscalía del Estado. Sin embargo, a la ecuación se sumó el elemento del horror.
Días después de la desaparición hicieron circular en redes sociales un vídeo donde se observa que obligan a una de las jóvenes víctimas a matar a un amigo. En poco más de un minuto de grabación se ilustra la realidad: los resultados de un país con más de 15 años de guerra, la normalización de la violencia y el dolor. La tendencia cada vez más común de mirar y compartir imágenes aborrecibles del sufrimiento humano.
No es la primera vez que el narcotráfico recurre a las redes sociales para dar un mensaje a los contrarios, a la población, a las autoridades y a sus seguidores. Desde plataformas como TikTok, donde han creado una campaña para mostrar la vida sofisticada y llena de riqueza económica que endulza el baño de sangre y que busca reclutar a los jóvenes, hasta vídeos largos en YouTube que vienen circulando al menos desde hace una década, donde explícitamente muestran a los contrarios y al gobierno la crueldad con la que trabaja su grupo.
El vídeo subido a las redes sociales el pasado 14 de agosto no fue de manera accidental filtrado por uno de los miembros del grupo criminal. El narcotráfico mexicano elabora una ruta criminal que incluye difundir vídeos violentos que se vuelvan virales. Ellos seleccionan y determinan los casos en los que es necesario recurrir a las redes sociales para cumplir su cometido.
El escenario virtual del crimen
Después de ser compartido en redes sociales, un vídeo puede tardar minutos o hasta cinco horas en llegar a Facebook y hacerse viral. Reproducir, comentar, compartir o ignorarlo son opciones que tienen los usuarios.
Las investigaciones evidencian que los espectadores comparten los vídeos por tristeza o empatía. También se da el caso en que miran el vídeo con el fin de prepararse “para lo que viene”.
Ya no es necesario estar en la calle o en espacios tomados por el crimen organizado. El escenario virtual lleva la violencia al ámbito privado. Desde la casa, en el móvil o la computadora tenemos imágenes de violencia y sangre.
El miedo líquido que se sufre y vive en México se caracteriza por dos elementos. El primero es el sentimiento interno de estar indefenso y el segundo es el sentimiento colectivo de ser víctima de hechos violentos. Los medios virtuales son hogar para la cultura del narco. La exposición a imágenes y vídeos del crimen organizado hace que la sociedad tenga una percepción de vivir en un estado indefenso y difícil de mejorar.
La violencia en los medios virtuales nos recuerda que, aunque se hagan esfuerzos por evitarla, finalmente nos atrapa. El mundo del narcotráfico irrumpe en nuestro espacio laboral y familiar, altera la convivencia social y trastoca las vidas de miles de jóvenes que tienen hora de salida de sus casas, sin la certeza de su regreso.
María Esmeralda Correa Cortez, Profesora-Investigadora en Ciencias Sociales, Universidad de Guadalajara
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.