La presión sobre el costo de los alimentos, determinada por la guerra en Ucrania, dejará a 10 millones de personas en pobreza extrema por cada punto porcentual que avance la inflación en estas mercancías, dijo el presidente del Banco Mundial, David Malpass, en un discurso antes de las Reuniones de Primavera que se realizan con el Fondo Monetario Internacional (FMI).
“Las obligaciones financieras de los países en desarrollo han aumentado a un máximo de 50 años, representan aproximadamente 250% de los ingresos de los gobiernos. La mayoría de estas economías no están preparadas para enfrentar el shock de la deuda que se avecina”, añadió.
Explicó que los mercados mundiales de alimentos básicos son grandes, están bien establecidos y tienden a autoajustarse cuando hay interrupciones en la producción, pero los retrasos en el suministro de fertilizantes, los precios de la energía y las restricciones en las exportaciones de comida agudizarán el problema.
Y enfatizó: “antes de la guerra en Ucrania, la recuperación en 2022 ya estaba perdiendo impulso debido a la inflación y los cuellos de botella persistentes en el suministro. Si bien se esperaba que las economías avanzadas regresaran en 2023 casi a sus tasas de crecimiento previas a la pandemia, los países en desarrollo se estaban quedando sustancialmente rezagados”.
Dijo que las políticas monetarias y fiscales que las economías avanzadas impusieron al inicio de la pandemia, y que se mantienen, “han impulsado aumentos de precios y empeorado la desigualdad en todo el mundo”, al tiempo que no hay precedentes de una recesión simultánea en tantos países como se registra en la actualidad.
Al bajo crecimiento se suma la violencia. “La tendencia hacia la inseguridad es profundamente preocupante”, concluyó.