El Grupo de los Siete (G7), compuesto por Canadá, Estados Unidos, Alemania, Francia, Reino Unido, Italia y Japón, donará alrededor de mil millones de dosis de vacunas contra la COVID-19 para países pobres y en vías de desarrollo antes de que finalice el 2022, pero dicha cifra no será suficiente para cubrir las necesidades globales de inmunización.
Tedros Adhanom Ghebreyesus, director general de la Organización Mundial de la Salud (OMS), alertó al respecto en la recién finalizada cumbre del G7, que se celebró en Cornualles, al suroeste de Inglaterra, con la presencia de los líderes de los países con las economías más desarrolladas del mundo.
En base a los estudios realizados hasta el momento, el titular de la OMS afirmó que para vacunar al 70 % de la población mundial van a hacer falta 11 000 millones de dosis, y puso sobre la mesa del G7 el “reto” de que ese objetivo se haya cumplido cuando los mandatarios del grupo vuelvan a reunirse el próximo año en Alemania.
Además, indicó que para lograr que el 10 % de la población esté inmunizada para septiembre, son necesarios 100 millones de dosis adicionales este mismo mes de junio y 250 millones más en los tres siguientes meses.
Acelerar el proceso de vacunación durante los próximos meses será vital en la contención de la pandemia, no solo en un grupo de países, sino en todo el mundo. “En las naciones del G7, medidas de salud pública en combinación con las vacunas están reduciendo los casos y las muertes a los niveles más bajos desde que se inició la pandemia, pero hay muchos otros países que afrontan un incremento de casos y lo hacen sin vacunas”, dijo el titular de la OMS.
Al respecto, el Secretario General de las Naciones Unidas, Antonio Guterres, precisó que el plan del G7 es insuficiente y que se necesitarán mayores esfuerzos para materializar un esquema global de vacunación.
“Necesitamos actuar con lógica, con sentido de urgencia y con las prioridades de una economía de guerra, y todavía estamos lejos de lograrlo”, apuntó Guterres.
En la misma línea, Gordon Brown, ex primer ministro británico, alertó sobre la división entre los países más ricos y seguros y los países más pobres que no son seguros a partir de la cantidad de personas vacunadas.
“Luego el problema volverá a atormentar a los países más ricos, porque tendremos contagios que se propagarán y que podrían afectar incluso a las personas que estén vacunadas, debido a mutaciones y variantes”, advirtió el exmandatario.
La OMS considera poco probable que algún país alcance pronto la inmunidad colectiva
Por otra parte, Tedros Adhanom Ghebreyesus, insistió en la necesidad de suspender las patentes de las vacunas contra el coronavirus para facilitar que los países en desarrollo tengan acceso a ellas.
“Si no podemos usar una exención de la propiedad intelectual ahora, en esta situación sin precedentes, en una pandemia que ha tardado cien años en llegar, ¿cuándo la usaremos? ¿Para qué tenemos esa provisión?”, se preguntó Tedros.
Esta es una petición de los activistas, países en desarrollo y de agencias de cooperación internacional, aseguró Cyril Ramaphosa, presidente de Sudáfrica, uno de los países invitados a la cumbre junto a India, Australia y Corea del Sur.
El levantamiento temporal de las patentes de la vacuna contra la COVID-19 es una medida esencial para salvar vidas entre los 1200 millones de habitantes de África, y si no se llega a un acuerdo sobre el tema para reducir el precio de cada dosis, el costo total para los países pobres aumentaría al menos 10 veces, según la Oxfam, una confederación que reúne a varias organizaciones no gubernamentales.
A pesar del llamamiento internacional, respaldado incluso por Estados Unidos, el primer ministro británico, Boris Johnson, dijo que lo más importante es elevar la capacidad de manufactura en todo el mundo, especialmente en África, y acelerar la transferencia de conocimiento y de tecnología. “El camino a seguir es vender las vacunas a precio de coste”, puntualizó.
En otros temas abordados durante la cumbre del G7, el consejero científico del Gobierno británico, Patrick Vallance, presentó ante los mandatarios las conclusiones de un grupo de expertos sobre métodos para prevenir nuevas pandemias.
Desde que estalló la actual crisis sanitaria hasta que las primeras vacunas contra el coronavirus fueron aprobadas pasaron más de 300 días; el primer tratamiento efectivo contra la COVID-19 recibió luz verde en 138 días y la OMS respaldó un test diagnóstico rápido en 238 días.
Vallance argumentó ante los líderes del G7 que todos esos plazos pueden reducirse a tan solo 100 días si con antelación se han preparado las infraestructuras necesarias, se ha difundido la tecnología y el conocimiento imprescindible, y se ha previsto cómo movilizar la financiación adecuada.
En una charla con periodistas tras la sesión plenaria, el experto recalcó que para cumplir ese objetivo es necesario que numerosos países lleven a cabo de manera rutinaria investigaciones médicas, ensayos clínicos, y cuenten con capacidad para manufacturar y distribuir fármacos y vacunas.
Advirtió asimismo que todos esos recursos para luchar contra el virus deben estar respaldados por un sistema efectivo de identificación temprana de amenazas.
“El sistema de vigilancia debe ser global, debe contar con la capacidad adecuada para recoger muestras y debe asegurar que la información se comparte”, afirmó Vallance.
EFE / OnCuba