En elecciones la población LGBTQ estadounidense se porta de manera bastante díscola. Hace dos años, en las presidenciales del 2016, el 52% votó por los demócratas, el 13% por los republicanos y el 35% por los independientes. Un paso ligeramente distinto a las de 2014, durante aquel zumbido del Tea Party: 50% por los demócratas, 17% por los republicanos y 33% por los independientes.
En estas de medio término se fueron con los azules con once puntos más (63%), tres menos por los republicanos (10%) y ocho menos por los independientes (27%). Un signo inequívoco de esa “ola arcoiris” con diversas expresiones a lo largo y ancho del país, indicador claro y distinto de su rechazo a una administración que, por razones obvias, desde el principio los ha estado mirando por encima del hombro e incluso adoptando políticas que de mil maneras los afectan.
Y ahora votaron con una Corte Suprema de mayoría conservadora. Si bien no resulta del todo clara la posición del juez Brett Kavanaugh al respecto, muchos sin embargo no esperan que caiga agua dorada del cielo o llueva café en el campo. “Lamentablemente, me equivoqué. La realidad es que la comunidad trans está siendo atacada implacablemente por este Presidente […]. Ha ignorado nuestra humanidad. Ha insultado nuestra dignidad. Ha convertido a las personas trans en peones políticos mientras enciende los ánimos contra nosotros en un intento de energizar el segmento más derechista de su partido”, escribió en octubre pasado en The Washington Post Caitlyn Jenner, el ex campeón olímpico convertido en esa desafiante mujer que una vez figuró en la portada de la revista Vanity Fair. Por esa razón –y no es obviamente la única–, el 80% de sus integrantes percibe que el país está tomando por el camino equivocado.
Esa ola arcoiris, en efecto, expresa un nuevo fenómeno donde se amalgaman política, género e identidades, sin dudas uno de los más interesantes de la hora. Lesbianas, gays, bisexuales, trans y queers hicieron sentir sus voces como nunca antes logrando importantes avances en su representación dentro de las estructuras de poder, gracias no solo a su capacidad movilizativa misma, sino también a un electorado que los apoyó: aquí el discurso anti, típico de conservadores, cristianos y evangélicos, como el que ahora señorea en Cuba, simplemente no funcionó. Se trata, sobre todo, de una expresión de esa terca diversidad presente en la cultura, y por lo mismo sin vuelta atrás. Bob Dylan lo cantó hace más de medio siglo, pero su mensaje cabalga de nuevo: los tiempos están cambiando, ahora en medio de un panorama complejo, divisivo y tenso.
Alrededor de 244 candidatos que se identifican como LGBTQ se postularon esta vez para competir en los niveles estaduales y federales. Con resultados aún pendientes, los datos arrojan que más de 150 lo lograron. Todos demócratas. Cuatro para las gobernaciones: Lupe Valdés, latina y lesbiana, por Texas; Christine Halquist, transexual, por Vermont; Jared Polis, gay, por Colorado; y Kyrsten Sinema, bisexual, por Arizona.
Valdés y Halquist perdieron sus escaleras al cielo. Pero los dos últimos las subieron frente a sus rivales. Después de una pelea bastante reñida (49.68% vs. 47.96%), la Sinema ha ingresado a los libros como la primera persona abiertamente bisexual de su estado en ocupar el cargo; Polis también es el primero de su identidad en llegar ahí (52.32% vs. 43.99%). “Esta noche Colorado rechazó la política de intolerancia y temor de la administración de Trump-Pence al elegir a un campeón a favor de la igualdad, Jared Polis, el primer gobernador abiertamente gay elegido en la nación”, dijo Chad Griffin, presidente de la Campaña de Derechos Humanos. Y los electores ratificaron en su puesto a Kate Brown, bisexual y gobernadora de Oregón desde 2015. Hicieron lo mismo con Tammy Baldwin (Wisconsin), quien hizo historia en 2012 al convertirse en la primera mujer abiertamente gay en ser elegida al Senado.
Por otra parte, en la Cámara tuvieron nuevas caras. Entre ellas sobresalen Sharice Davids, por el tercer distrito congresional de Kansas, nativo-americana de la nación Ho-Chumk que se identifica como lesbiana; y Chris Papas, gay, por el primer distrito de New Hampshire. “Los votantes en New Hampshire y en todo el país están transmitiendo un mensaje fuerte”, dijo celebrando su triunfo. “Cuando Estados Unidos se enfrenta a un desafío, no nos rendimos. No nos entregamos al miedo ni a la ira. Perseveramos”. También Angie Craig, queer, quien dio la talla por el tercer distrito congresional de Minnesota después de imponerse sobre el republicano Jason Lewis, de una proyección pública caracterizada por el racismo y declaraciones incendiarias sobre mujeres y personas LGBTQ.
Afirmativo: en este medio término se batieron casi todos los récords. Participación. Número de candidatos. Votaciones tempranas. Mujeres en las boletas. Mujeres electas, entre otros. “Soy como soy y no como tú quieres”, es el mensaje de la comunidad LGBTQ a la nación y al mundo. Lo que significa enarbolar la bandera arcoiris, plantarla en lo alto de la colina y gritar desde el centro del pecho: “aquí estamos”.