La definición más a mano de una bomba de tubería sostiene que se trata de un dispositivo improvisado que utiliza una sección de tubería herméticamente sellada y llena de explosivos, cuya carga puede resultar mortal.
Como en una pesadilla, los paquetes con bombas de tubería han pasado a ser el centro de atención de las noticias en los Estados Unidos, mucho más cuando su secuencia puede no haber terminado y, por consiguiente, amenaza con seguir extendiéndose como una mancha de petróleo de la BP en un mar revuelto de zargazos.
Empezaron por George Soros, los Clinton, los Obama y Maxine Waters. Y ayer por la mañana se supo de dos nuevos. El primero fue enviado al actor Robert De Niro a los locales de su TriBeca Productions, apenas a unas cuadras del río Hudson. Un empleado de seguridad, de ojos de águila según el alcalde de Nueva York, lo descubrió alrededor de las 5 de la mañana y llamó al Departamento de Policía, que de inmediato envió a su escuadrón de bombas. Este saldría del edificio alrededor de hora y media después con el artefacto, para neutralizarlo en sus instalaciones.
El segundo se lo mandaron al ex vicepresidente Joe Biden, a quien ya le habían destinado uno apenas 24 horas antes. Lo encontraron en una instalación de servicio postal en Delaware. Como en el caso del sobre de manila amarillo destinado al ex fiscal general Eric H. Holder Jr., estaba mal dirigido y en proceso de ser devuelto al falso remitente, Debbie Wasserman Schultz, congresista de la Florida y ex presidenta del Comité Nacional Demócrata.
Pero en cuestión de horas esto se ha convertido en una tormenta con rayos. A los antes mencionados hoy les siguieron envíos a John Brennan, en el Midtown de Nueva York –el segundo paquete–, al senador Cory Booker (D-NJ) y a la senadora demócrata Kamala Harris, en Sacramento, California, dos de las voces mas incisivas al interrogar al juez Kavanaugh durante su proceso de confirmación en el Senado.
El factor común consiste en que esos bultos –trece en total desde que empezó esta nueva danza macabra– están dirigidos a figuras públicas impopulares para nacionalistas blancos y grupos de odio, a menudo tomadas como pivotes por el presidente Donald Trump. Y no se limitan ciertamente a miembros de la clase política al incluir al actor de Taxi Driver y otros filmes ya clásicos, evidentemente por su sostenida posición anti-Trump, e incluso por su voluntad de sonarle un piñazo en la cara. Visto desde cierto ángulo, el mensaje parece en todos los casos obvio: sonaría a algo así como “no te metas con mi presidente”.
Este pareció estar en sintonía con los tiempos al declarar desde la Casa Blanca: “Tenemos que unificarnos”. Y antes: “condenamos los ataques contra el ex presidente Obama, los Clinton, la CNN y otros. Estas cobardes acciones son despreciables y no tienen cabida en este país. Agradecidos por la respuesta del Servicio Secreto, el FBI y las autoridades locales. Los responsables serán llevados a la justicia”.
Pero en un mitin político nocturno en Wisconsin, al activar su tradicional modo de campaña y su no menos clásica actitud mercurial, adoptó un tono bien distinto responsabilizando a uno de sus objetivos predilectos: los medios de comunicación, esos mismos que etiquetea cada vez que puede como “enemigos del pueblo”.
Trump interrumpió su discurso varias veces para señalar que estaba “tratando de ser amable”, pero sentenció: “Los medios de comunicación también tienen la responsabilidad de establecer un tono civil y de detener la hostilidad sin fin y los constantes ataques y las historias negativas, y muchas veces falsas”.
Después, en otro giro destinado a seguir cambiando el foco de la conversación, lanzó otro de sus tuits: “Gran parte de la ira que vemos hoy en nuestra sociedad la causan los reportajes deliberadamente falsos e inexactos de los principales medios de comunicación, a los que me refiero como noticias falsas. Se han vuelto tan malos y odiosos que están más allá de toda descripción”.
De ese modo, dejó sin respuesta convincente una de las preguntas cruciales: ¿Por qué enviaron un paquete bomba al edificio donde radica la CNN en Nueva York, junto a The New York Times uno de los punching bags predilectos de su discurso?
Las reacciones no se hicieron esperar. El ex jefe de la CIA, John Brennan, el frustrado receptor del sobre enviado a la CNN, le respondió: “Deja de culpar a los demás. Mírate en el espejo. Tu retórica inflamatoria, insultos, mentiras y estímulo a la violencia física son vergonzosos […] Trata de actuar de manera presidencial. El pueblo estadounidense se merece algo mucho mejor. Por cierto, tus críticos no serán intimidados…”.
El senador Chris Murphy (D-Conn.) también condenó el tuit del presidente “Levántate, Estados Unidos”, dijo. “El presidente ahora está culpando el intento de asesinato de los demócratas a las críticas de la prensa. No pensé que su narcisismo pudiera hundirse en este lugar tan feo”.
Pero estos sucesos no operan sobre el vacío. El año pasado un antitrumpista furibundo le cayó a tiros a varios congresistas republicanos mientras entrenaban en un campo de beisbol en Alexandria, Virginia. Uno de los heridos fue Steve Scalise, representante por el primer distrito de Lousiana, y casi fallece en el intento.
Para no salir de la propia Virginia, en Charlottesville un joven neonazi y supremacista blanco, igual de furibundo, le tiró encima su automóvil y mató a una muchacha durante una protesta violenta que sus correligionarios armaron por retirar de parques y otros lugares públicos monumentos confederados. El presidente no los condenó.
“Esta es la conclusión lógica de nuestro venenoso ambiente político”, escribió con razón el comentarista Chris Cilliza”.
“Todas las flechas apuntan a la Florida”, dijo ayer un funcionario federal. El día cerró con una noticia: el FBI cree que varios de esos paquetes se originaron en el sur de la península, en particular en Opa-locka.
Tenían razón. La detención en horas de la mañana en Plantation, Florida, de Cesar Sayoc Jr., un fanático del presidente Trump con una hoja de antecedentes penales, abre un nuevo capítulo en esta historia.
Según trascendidos, la furgoneta blanca en la que se movía, tenía dentro nombres y fotos de destacados demócratas y figuras de los medios: la ex Secretaria de Estado Hillary Clinton, la ex primera dama Michelle Obama, el ex fiscal general Eric Holder, la senadora Elizabeth Warren, el cineasta Michael Moore…enmarcados todos dentro de un colimador.
Ahora se verá si era un lobo solitario o se movía en una manada.