Tras un fin de semana de intercambio de acusaciones de fraude y ocultamiento de boletas electorales entre republicanos y demócratas, el recuento sigue en el condado Broward, al norte de Miami.
Sobre la mesa se encuentra el hecho de que los márgenes de diferencia en las carreras floridanas para la gobernación y el senado federal son inferiores a 0,5% y en la medida que recuento avanza se van estrechando aún más los márgenes.
En el senado, la diferencia entre el republicano Rick Scott y el demócrata Bill Nelson es ya de 0,15%, a favor de éste, cuando el viernes era de 0,4%. Para la gobernación la distancia entre el republicano Ron DeSantis y el demócrata Andrew Gillum se mantiene inalterable: 0,41% a favor del primero.
Esto ha provocado una batalla mediática después que ambos partidos enviaron a Broward una legión de abogados y movilizaron a sus seguidores que protagonizaron sendas manifestaciones en las afueras de la junta electoral del condado durante el fin de semana.
El sábado, tras acusar a los demócratas de querer robarle la elección, Scott demandó en un tribunal del condado a la supervisora de elecciones, Brenda Snipes, por intento de ocultar miles de boletas que le serían favorables y retrasar el recuento. Ella lo ha negado y ha explicado que la lentitud del proceso se ha dado porque hubo “dificultades técnicas” con el arranque de las máquinas de recuento, lo que retrasó el inicio de la tarea por casi medio día el mismo sábado. Según el diario Sun Sentinel, el arranque falló tres veces seguidas.
Un Juez desestima demanda de Scott
De todos modos, las gestiones de Scott ante el tribunal no prosperaron. Este lunes en la mañana, un juez de Broward le tiró un cubo de agua fría al actual gobernador de Florida al negarle mérito a la demanda porque sus argumentos y pruebas son muy débiles.
“Si alguien tiene pruebas de un fraude electoral debe informarlo a las autoridades policiales. Hay que tener cuidado en lo que se dice porque las palabras tienen su significado”, ha dicho el juez de circuito Jack Tuter.
La preocupación del magistrado se centra en el hecho de que “las apariencias tienen su peso” más aún cuando se trata “de asegurar a los electores de que el proceso de recuento se lleva a cabo en la forma correcta”.
Por eso, Tuter ha ordenado a los abogados de Scott y Nelson de que bajen la retórica verbal de sus argumentos y que se pongan de acuerdo entre ellos para acabar una discusión que, en su opinión, está saboteando la confianza del público en el proceso electoral.
A su vez, aunque se encuentra en París, el presidente Donald Trump ha contribuido a la guerra de palabras con un agresivo tuit este lunes. “Las elecciones en Florida deben ser atribuidas a favor de Rick Scott y Ron DeSantis en esa enorme cantidad de boletas nuevas que han aparecido no se sabe de donde, muchas boletas están perdidas o fueron falsificadas. Ya no es posible un recuento honesto -las boletas están infestadas masivamente. Hay que (cumplir) lo sucedido en la noche electoral”, afirmó el mandatario, sin presentar pruebas de la perdida de boletas o su falsificación.
The Florida Election should be called in favor of Rick Scott and Ron DeSantis in that large numbers of new ballots showed up out of nowhere, and many ballots are missing or forged. An honest vote count is no longer possible-ballots massively infected. Must go with Election Night!
— Donald J. Trump (@realDonaldTrump) November 12, 2018
La policía en el recuento
Amén del hecho de que hay diferencias sobre la necesidad del recuento, el otro gran problema entre demócratas y republicanos es quién vigila el proceso.
En estos momentos hay tres policías vigilando los funcionarios municipales que llevan a cabo el recuento automático. Pero los republicanos se quejan de que éstos responden apenas a la supervisora de elecciones, a quien acusan de estar alterando los resultados.
Para el juez Tuter, ambas partes deben acordar entre si la cuestión de los policías, no el magistrado, dando a entender claramente de que no está de acuerdo con los argumentos de los abogados de Scott.
“No veo pruebas para ordenar una paralización obligatoria (del recuento)”, ha afirmado el magistrado. Sin embargo, recomendó que ambas partes acuerden a quien deben responder los policías. O sea, Tuter negó el pedido de Scott y se retiró del caso.
El diseño de la boletas
En la crisis electoral del año 2000, cuando por cinco semanas los estadounidenses se quedaron esperando por saber quién seria su Presidente, por una diferencia de 537 votos a favor de George W. Bush frente a Albert Gore. Entonces las boletas emitidas en el condado de West Palm Beach fueron la manzana de la discordia.
Se les llamó estilo “mariposa” y su diseño provocó una confusión en el electorado que tenía que insertarla en un registrador metálico y ponchar en el medio, con los nombres de los candidatos a cada lado. Esto se prestó a confusiones porque el electorado en West Palm Beach está constituido, en su gran mayoría, por ancianos jubilados que tenían dificultad en insertar la boleta en el modelo y después ponchar en el medio.
Ahora, en Broward el problema es de cierta forma parecido. Parece que las boletas también tienen un diseño confuso. Aunque no son en estilo “mariposa” sino en varias hojas donde se escribe una cruz, los nombres de los candidatos están demasiado cercanos y es fácil equivocarse. Por ejemplo, el nombre de Scott se encuentra arriba del de Nelson pero la diferencia de renglones es mínima.
La alarma se ha disparado porque, en un condado tradicionalmente demócrata, los candidatos republicanos han aparecido en la delantera para la gobernación del estado y el senado federal, mientras que en el caso de las postulaciones a la legislatura estatal, jueces de distrito y otros pequeños referendos muy locales, han ganado los demócratas. “Si fuera en West Palm Beach, todavía se pudiera entender porque en los últimos años hubo una cierta ascensión en el censo de los republicanos, aunque (el 2016) Hillary Clinton ganó la presidencia allí. Pero en Broward, los demócratas registrados son más”, ha explicado a OnCuba el abogado especialista en temas electorales, Mattew Anderson.
Quedan por el medio, claro está, aquellos electores independientes que nunca se sabe por quien van a votar. Pero su cifra no es significativa.