A escasas dos semanas del 3 de noviembre, y después de suspenderse el segundo debate, remplazado por entrevistas separadas en TV, Donald Trump y Joe Biden intercambiaron golpes por última vez el jueves 22 de octubre en la Universidad de Belmont, en Nashville, Tennessee.
El candidato demócrata llegó a esa noche con ventaja en casi todas las encuestas nacionales y en las de varios estados clave. De acuerdo con una medición de Fox News, implementada entre el 17 y el 20 de octubre mediante teléfonos fijos y celulares, en Michigan, Pennsylvania y Wisconsin — tres territorios que se perfilan como críticos en los resultados finales— , Biden iba delante por diferencias porcentuales bastante holgadas e incluso por encima del margen de error. En el primero, el 52% de los probables votantes dijeron preferirlo. Solo el 40% dijeron votar por Trump.
En los dos siguientes, Biden lideraba por 5 puntos porcentuales, obteniendo el 49% y el 50% del apoyo de los posibles votantes, respectivamente. Trump se fue con las palmas del 44% de los encuestados de Wisconsin y del 45% de Pensilvania.
Expertos varios han venido señalando que datos como estos — y, desde luego, distan de ser los únicos— , colocan al presidente ante obstáculos difíciles, pero no imposibles de sortear posterior a los errores cometidos antes y después de su salida del Hospital Militar Walter Reed, donde estuvo como paciente de la COVID-19 al cabo de un evento altamente contaminador celebrado en los jardines de la Casa Blanca. Para Trump, el camino para no abandonarla pasa por mantener en su bolsillo al menos uno de esos tres estados, así como el resto de su mapa electoral ganador, incluyendo imponerse en Arizona y Florida.
De acuerdo con esos mismos analistas, a escasas dos semanas del día de las elecciones el neoyorkino está obligado a implementar cambios esenciales en su campaña y sus mensajes en la perspectiva de aumentar su capacidad de convocatoria y llegar más allá de su tradicional base política.
Por otra parte, en cuanto a Biden, con más de 42 millones de votos ya emitidos, este debate podría constituir también la última oportunidad de mantener esa ventaja. De ahí la importancia de no perder el equilibrio en esta suerte de ballet político, y sobre todo de no cometer errores estratégicos.
Modulado por la periodista Kristen Welker, de la NBC, fue sin dudas un ejercicio bastante tenso, pero ordenado y coherente si se le compara con el caos que prevaleció en el primero. Los contrincantes pasaron revista a una agenda previamente concertada que abarcó temas como la pandemia de coronavirus, las políticas de salud, las protestas raciales, la seguridad nacional y el cambio climático, todo ante una audiencia televisiva estimada en 63 millones de personas.
Y un evento que sirvió para reafirmar, una vez más, las diferencias irreconciliables entre dos figuras, dos lenguajes, dos programas. Dos visiones, en suma, de lo que deben ser los Estados Unidos actuales y futuros en un contexto divisivo y polarizado difícil de hallar en la historia nacional desde la época de la Guerra Civil.
Respondiendo a la pregunta de cómo lidiar con el aumento de casos de la COVID-19, Trump dijo que la tasa de mortalidad había disminuido y que los aumentos desaparecerían. “Lo estamos luchando y lo estamos luchando duro”, dijo. “Hay algunos picos y oleadas en otros lugares, y pronto desaparecerán”. Hizo entonces lo usual: culpar a China por el virus y señalar que otras partes del mundo también han luchado por contenerlo.
Trump dijo que Biden adoptaría un enfoque más restrictivo que sacaría del negocio a los bares y restaurantes y dejaría las escuelas cerradas, lo cual dañaría a los niños y a los padres. “Estamos aprendiendo a vivir con eso. No tenemos otra opción”, dijo el presidente.
En sus intervenciones, Biden siguió la línea de atacar el manejo oficial de la pandemia: “220.000 muertes”, dijo. “Si no escuchan nada más de los que yo diga esta noche, escuchen esto. Cualquiera que sea responsable de tantas muertes no debe seguir como presidente de Estados Unidos. Estamos en una circunstancia en la que el presidente todavía no tiene un plan”, dijo. “Yo me ocuparé de eso”.
También aludió a los comentarios de Trump a Bob Woodward en los que ofreció un relato mucho más terrible de lo que admitía públicamente hasta entonces. “Pero no quería decírnoslo”, dijo Biden. “No quería decírnoslo porque no quería que entráramos en pánico. Los estadounidenses no entran en pánico. Él entró en pánico”.
“Estamos doblando la esquina. Estamos doblando la esquina. Se va”, dijo Trump. “”enemos una vacuna que está por llegar, está lista, se anunciará en unas semanas”.
Una encuesta de la Universidad de Quinnipiac encontró que en Estados Unidos casi 6 de cada 10 personas piensan que el coronavirus está fuera de control.
“La gente está aprendiendo a morir con eso. Voy a acabar con el virus, no con el país”, ripostó el exvicepresidente de Obama.
En materia de inmigración, el pie forzado lo dio el hecho de que aún no se han podido encontrar a los padres de más de quinientos niños migrantes por haber sido deportados a Centroamérica. La administración Trump comenzó a separarlos de sus padres en 2017, antes de instituir oficialmente la política de “tolerancia cero” con el objetivo de disuadir a las familias a presentarse en la frontera sur.
“¿Qué pasó?”, preguntó el candidato demócrata. “Ahora no pueden encontrar a más de 500 padres. Y esos niños están solos, no tienen a dónde ir. Es un crimen”. También dijo que esa política convierte a Estados Unidos en un hazmerreír y que “viola toda noción de quiénes somos como nación”.
Trump, por su parte, respondió que los niños migrantes en Estados Unidos están bien cuidados y señaló que la administración Obama construyó “jaulas” para contener a los migrantes.
En lo que va de año la administración Trump ha separado a 545 niños de sus padres
Pero Biden corrió la conversación hacia las políticas de asilo de Trump, que han limitado/recortado severamente la elegibilidad. “Este es el primer presidente de Estados Unidos de América que dice que cualquiera que busque asilo tiene que hacerlo en otro país. Eso nunca había sucedido antes en Estados Unidos”, dijo.
Presionado por la moderadora acerca de su historial de inmigración, Biden señaló que él y el ex presidente Barack Obama cometieron un error porque no lograron una reforma migratoria integral. “Cometimos un error. Nos tomó mucho tiempo hacerlo bien. Seré presidente de Estados Unidos, no vicepresidente de Estados Unidos”, dijo.
Y respaldó a los dreamers: “Han estado aquí, muchos son ciudadanos modelo, más de 20 000 son socorristas que se ocupan de las personas durante esta crisis”, dijo. Y señaló que uno de los primeros pasos que daría como presidente consistiría en proponer una legislación para dar un camino a la ciudadanía a unos 11 millones de indocumentados traídos a Estados Unidos por sus padres a una edad temprana.
“Serán certificados nuevamente de inmediato para permanecer en este país y emprender el camino hacia la ciudadanía” en vez de “ser enviados a casa a un país que nunca han visto antes”, dijo.
En el tema racial, criticó las negativas de Trump de condenar a los supremacistas blancos y sus ataques al movimiento Black Lives Matter. El presidente, dijo, “le echa leña a cada fuego racista”.
Trump respondió mencionando sus esfuerzos en la reforma de la justicia penal y criticando el apoyo de Biden a un proyecto de ley contra el crimen de los años 90 que afectó de manera desproporcionada a los afroamericanos.
Biden reconoció la existencia de racismo institucional en Estados Unidos y acusó a Trump de hacer retroceder el país en materia de igualdad. “Un padre negro, sin importar cuán rico o pobre sea, tiene que enseñarle a su hijo a no usar una sudadera con capucha cuando cruza la calle”, dijo. “El hecho es que hay racismo institucional en Estados Unidos”, dijo, nunca se ha “cumplido plenamente” el principio de que “todos los hombres son creados iguales. Constantemente hemos estado moviendo la aguja hacia la inclusión, no hacia la exclusión”, dijo Biden. “Este es el primer presidente que ha dicho: ‘Tenemos que ponerle fin a eso'”.
Trump respondió: “Soy la persona menos racista en esta sala”…
Para Biden, uno de los desafíos consistía en no dar la pelea en las esquinas en las que su adversario lo intentaría meter a base de golpes bajos y ataques personales. Desde el principio ocurrió lo anticipado: el presidente se dirigió a reforzar la imagen de los anuncios políticos de su partido al presentar a una persona débil escondiéndose en un sótano. Biden devolvió el golpe acusando a su oponente de jugar golf en vez de negociar un paquete de ayuda con el Congreso.
Sin dudas, el punto más oscuro fue el ataque a la familia. Trump dijo que los Biden eran como una “aspiradora” con dinero del extranjero. “El vicepresidente de Estados Unidos y su hijo, su hermano y su otro hermano se están enriqueciendo. Son como una aspiradora. Están absorbiendo dinero en todos los lugares a los que van”. Y trató de presionar sobre el tema de Hunter Biden, el hijo de Biden, y sus negocios en países como Ucrania y China mientras el padre era vicepresidente.
Pero Biden no entró en el juego: calificó sus afirmaciones de “malsanas” y señaló que sus declaraciones de impuestos personales demuestran lo contrario, mientras que Trump no ha dado a conocer las suyas. Y aludió a un informe reciente en el sentido de que el presidente tiene una cuenta bancaria secreta en China.
Biden dijo que “no ha recibido ni un centavo” de ningún país. “No he tomado ni un centavo de ninguna fuente extranjera en mi vida. El tipo que se metió en problemas en Ucrania fue este, tratando de sobornar al gobierno ucraniano para que dijera algo negativo sobre mí, lo que no hicieron porque nunca, nunca, sucedió… El único tipo que hizo dinero de China es este..”.
Gracias a la moderadora y a que los candidatos, en general, funcionaron con las reglas, este último round tal vez pueda dar a los votantes indecisos más información para lanzarse a marcar la boleta.
Al concluir, una encuesta de CNN arrojó el siguiente resultado: el 53% de los votantes vieron ganar a Biden, mientras que el 39% dio la victoria al presidente Trump.
La revista Time lo puso de otra manera: “si las encuestas son correctas, era el debate que Joe Biden debía perder, pero no parece que esto haya sucedido….”.
y segun Granma: Biden 90% vs Trump 10%, pero a pesar de la reputacion y credibilidad que caracteriza a este diario yo le voy al cresti-amarillo. Los medios reflejan una cosa y la calle refleja otra muy distante, el apoyo a Trump es mayor.
Existe el que vota por Trump porque reconoce su gestion y liderazgo, existe el que vota por Trump por que es la unica propuesta viable y existe el que vota en contra de Trump, al final todo es Trump. El contrario puede llamarse Biden, Sanders o Bloomberg. Sin lugar a dudas el ganador sera Trump.
Según Fox, Trump arrasó. Según CNN, ganó Biden. La verdad está por el medio. Trump salió ligeramente mejor, pero no parece que eso influya mucho en las elecciones.
A no ser que aparezcan datos/chismes como aquellos correos que Assange sacó en el 2016 (esperemos que se pudra en Guantanamo por eso), Biden va a ganar y hasta hallarán el Senado los demócratas.