Las fruterías son unos de los más populares establecimientos en Miami. Allí se puede adquirir todo tipo de frutas importadas de los más disímiles parajes del planeta. Sirven jugos monumentales que ponen en riesgo los niveles de azúcar de cualquiera pero no por eso dejan de ser consumidos por litros. En los últimos años se hacen acompañar por comidas populares latinas, postres de todos tipos y han creado un ambiente propicio para el esparcimiento familiar.
Casi todas ellas son iniciativas de inmigrantes cubanos que vieron en ello un filón comercial engrandecido por la calidad y variedad y son ya parte indeleble de la ciudad cuyos habitantes lo agradecen. “Nosotros venimos todas las semanas, es un lugar barato y donde se come comida saludable. Es más fácil que nos escojan las frutas, nos propongan los jugos y es un lugar para hacer vida social sin estar encerrado en casa”, explica Joselino Gutiérrez, un cubano que acude casi siempre los fines de semana a una de las dependencias del Palacio de los Jugos.
Las fruterías están esparcidas por toda la ciudad, las hay en casi todos los barrios y hacer filas para comprar algo es algo natural dada su popularidad. Casi todas ellas tiene un espacio al aire libre lo que hace el ambiente más acogedor. Abren temprano y cierran tarde y algunas ni siquiera lo hacen y sirven a todas horas.
Y, no menos importante, la exposición de las frutas, sean mameyes, toronjas, manzanas, plátanos o piñas, le dan un color limpio y resplandeciente que contrasta muchas veces con el gris frío de los edificios que rodean los establecimientos.
Un colorido al que se junta la decoración y pintura de los dependencias todo enmarcado en un vorágine de ventas como pocas tiendas o supermercados en el sur de Florida. Las fruterías comenzaron a aparecer tan pronto como los cubanos comenzaron a arribar en masa a Miami después de 1959, acompañaron un éxodo que fue dejando atrás su país pero tambien sus fruterías. “Mi abuela siempre me dijo que los Palacio de las Frutas le recordaban las tiendas de frutas en Cuba. Cuando ella ya no podía venir mi madre venía a comprar lo que ella le pedía. Y se murió diciendo que los mangos acá le recordaban siempre a Cuba”, explica Mary Gutiérrez, la hija de Joselino, estudiante en la Universidad Internacional de Florida, cerca de la cual han abierto otro Palacio de los Jugos que a mediodía se llena de alumnos.
Si, porque las fruterías no son una cosa de ancianos nostálgicos, han logrado capturar una clientela joven que ha adoptado los hábitos de los ancianos de la tribu y al disponer de comida con la acostumbrada sazón cubana han encontrado en la calle lo que por años consumían en casa confeccionado por las abuelas y las madres. “Es la comida de abuela”, confirma Mary, quien el día que la encontramos estaba comiendo un asado de puerco con jugo de melocotón.
Las fruterías son tan populares en el sur de Florida que hace unos años, cuando todavía existía la política de pies secos/pies mojados para los inmigrantes cubanos, y el trasiego clandestino de cubanos por mar estaba en su auge, las autoridades descubrieron que estaban siendo usadas para buscar lancheros que trajeran a Estados Unidos a familiares de exiliados que vivían en la isla.
Muchos no lo querían creer, porque las fruterías son una especie de catedral de cubanía, una mesa familiar al aire libre, inviolable en sus principios y naturaleza. Fueron necesarias varias redadas policiales para que la verdad saliera a flote. Pero no acabaron con estos populares establecimientos que pese a los vendavales de la economía siguen conservando sus precios bajos y el buen servicio.
En un día normal a la hora del almuerzo el frenesí es difícil de describir. Decenas de empleados sirven, cobran y limpian, en una coreografía perfectamente diseñada por la experiencia del día a día y el gusto del buen servir.
Por eso cuando la semana pasada se desató lo que se ha llamado en decir, “la guerra de los jugos” más de uno se quedó con la boca abierta.
Todo comienza por un problema de nombres. En Miami hay el Palacio de los Jugos y el Patio de los Jugos, entre otras fruterías. Es precisamente la semejanza en los nombres que ha llevado a los dueños del primero a demandar a los propietarios del segundo porque, según argumentan en los documentos de la demanda, la clientela pueda confundir los dos establecimientos y cada uno tiene su orgullo propio.
En un lenguaje jurídicamente muy técnico, El Palacio indica que los establecimientos tienen un “parecido físico” en su decoración y diseño, el nombre es además muy similar, incluso al ser pronunciado y es puede “confundir la clientela”.
El Palacio fue fundado en 1977 por la familia Bermúdez, que no ha hecho comentarios públicos sobre la demanda y tampoco su abogado, en la esquina de la calle Flagler con la avenida 57. Desde entonces ya han abierto 10 establecimientos similares y es una cadena que ha logrado ser ya una imagen de marca de Miami.
El Patio de los Jugos, que por ahora se restringe a un establecimiento en la ciudad de Hialeah, en el condado Miami-Dade, parte de la misma base pero ha desarrollado el negocio de una forma diferente. Mientras en el Palacio de los Jugos los precios son individualizados por productos y mercancías, en el Patio de los Jugos los clientes pueden montar un combo con la comida que les sale mucho más barato que si lo compraran individualmente.
Pero el propietario del Patio de los Jugos la demanda lo tiene sin cuidado. No cree que los clientes se confundan y entre las dos empresas pueden dar abasto a todo el que se aparezca en los establecimientos. Tienen además personalidades diferentes. “Es completamente diferente. El Patio es el Patio y el Palacio es el Palacio”, dijo al diario Miami Herald el propietario Yoel Hernández, quien se hizo con el local hace más de un año y le mantuvo el mismo nombre. Por eso no entiende bien el origen de la demanda. “Quizá están demandando por mi comida es mejor”, especula.
Si fuéramos a juzgar por las similitudes en los nombres las demandas no acabarían nunca porque en Miami, además del Palacio y el Patio, también existe la Capital de los Jugos, el Rey de los Jugos y el Castillo de las Frutas. El Palacio ha demandado a dos de estas fruterías pero el proceso fue desestimado por los jueces.
Pero las “guerras” entre la gastronomía o frutería cubana no se quedan por aquí. Hace una década los duelos de “la verdadera pizza cubana” también llevaron a los tribunales al “Rey de la verdadera pizza cubana”. El proceso se ha perdido en el pozo profundo de los archivos de los tribunales y el rumor es que se llegó a un acuerdo al margen del tribunal porque las dos pizzerías siguen con las puertas abiertas y llenas de clientes, especialmente en horas de la noche.
Lo más natural que suceda es que en esta “guerra de los jugos” termine en lo mismo, porque hay espacio para que ambos establecimientos puedan convivir ya que, como señaló Martha Stewart, este tipo de restaurantes y fruterías sirven “las mejores comidas de Miami”.
Es poco probable que una similitud de nombre cause alguna confusión en la mente de los clientes que buscan siempre el establecimiento más cercano. Lo que quieren es tener al alcance del estómago a cualquier hora la carne de puerco frita, la ropa vieja, los sándwiches cubanos, todo tipo de jugos y café y, de paso, un plato de chicharrones para acomodar el hambre y satisfacer el gusto.
Pronto habrá paz en esta “guerra” y las fruterías seguirán siendo lo que han sido desde que se crearon en Miami, un oasis de jugos sanos y deliciosos.
ojala la guerra de frutas se haga en cuba , y no la guerra que el gobierno de EU le hace a los cubanos de aqui , que con el ferreo bloqueo no podemos tener ni frutas , todas se van para Miami con los cubanso emigrados que hacel alla , lo que no pudioeron hacxer aqui , es muy lamentable Allá tienen el palacio y aqui un bohio vacio de frutas