Nicolás Castañeda es un ingeniero boliviano que vive hace 22 años en Miami y tiene dos obsesiones: comer bien — como dice, “a la alta cocina”– y pasar por la barbería cada dos semanas, es decir, cada catorce días. Durante los últimos sesenta días sufrió un poco con los restaurantes y las barberías cerradas debido a la Covid-19.
Este lunes era un hombre feliz. “Al fin puedo salir de casa. He ido a cortarme el pelo y a almorzar como Dios manda”, cuenta mientras se alista para pedir lo que va a comer en un restaurante peruano en Kendall, al sur de Miami.
Normalmente el restaurante tiene capacidad para unos cien comensales, pero las órdenes del condado Miami-Dade limitan el espacio a apenas cincuenta personas a fin de mantener la distancia de seguridad entre los clientes.
Sin embargo, el caso de Castañeda es todavía poco común. Entre el lunes y el martes la gente no ha acudido en masa, parecen desplegar precaución en espera de lo que ocurra durante los próximos días y semanas. “Hoy no hemos tenido ningún cliente habitual. Unos pocos que han venido, más por curiosidad que por hábito. Creo que la gente va a esperar unos días a ver cómo se comportan las cifras de contaminación. Me da la idea de que también con la pérdida de trabajos y sueldos, no van a empezar a gastar dinero tan rápidamente”, explicó el lunes Carlos Alfonso, el administrador del restaurante peruano donde almorzaron Castañeda y OnCuba.
Cuando el viernes el alcalde del condado, Carlos Giménez, decidió levantar parcialmente las restricciones por la pandemia, abrió las puertas a varios servicios no esenciales como restaurantes, peluquerías y barberías, tiendas de ropa, zapaterías, campos de golf, varios parques y centros comerciales; pero mantuvo cerrados cines, teatros, piscinas públicas –una medida poco popular con más de 30 grados centígrados en el ambiente–, y algunas iglesias, que siguen diseminando la fe por la Internet. Anunció un plan de normalidad basado en una tabla de colores.
El condado Miami Dade se encuentra ahora en el color naranja que, como el de los semáforos, permite ciertas libertades pero en medio de restricciones. “El uso de la máscara y el distanciamiento social [de metro y medio] sigue siendo obligatorio. Aunque hemos mejorado la situación, todavía hay cierto peligro, la posibilidad de un repunte”, dijo.
Este martes en el condado se habían contabilizado 15,942 casos de coronavirus y alcanzado los 578 fallecidos, cifras que indican una disminución sustancial del impacto de la pandemia. En el estado de Florida, son 46,944 casos y 2,052 muertos, una disminución de la velocidad de transmisión de la enfermedad.
Sin embargo, durante los últimos días han surgido varias dudas sobre la veracidad de las cifras oficiales. En un ambiente normalmente permeado por la corrupción pública, han surgido versiones diciendo que, presionados por empresarios y dueños de negocios, los políticos de la alcaldía han cedido a presiones para abrir, quizás antes de tiempo, la actividad comercial.
Todo comenzó el 5 de mayo, cuando el Departamento de Salud Pública de Florida despidió a una científica conocedora de la evolución de la pandemia, Rebekah Jones, quien ha creado un portal informático sobre la Covid-19 en Florida. Afirma que la licenciaron porque rehusó falsificar la cifras de enfermos y muertos.
En un correo electrónico divulgado por el diario USAToday, Jones dijo que creó dos aplicaciones en dos idiomas, inglés y español, cuatro placas numéricas, seis mapas con 32 variables que abarcan medio millón de cifras y datos sobre la evolución del coronavirus en Florida y en tiempo real.
“Trabajé sola en ello, 16 horas por día durante dos meses, ni me compensaron y ahora me pasa esto [el despido]. Quizás jamás me van a pagar”, dijo Jones en el correo. Según el canal de televisión CBS de West Palm Beach, agregó que la despidieron porque le ordenaron que “censurara algunos datos”, pero rehusó alterarlos para apoyar la reapertura del estado a las actividades económicas.
Este lunes OnCuba contactó al Departamento de Salud Pública del estado. Nadie estuvo disponible para comentar la denuncia. En la oficina de prensa del condado Miami Dade, el martes tampoco nadie quiso hablar del asunto.