Google sufrió este lunes un duro revés al ser considerado culpable de violar la ley antimonopolio en el mercado de los motores online de búsqueda, en el primer gran juicio de este tipo contra uno de los gigantes de Internet.
“Google es un monopolista y ha actuado como tal para mantener su monopolio”, dictaminó el juez Amit P. Mehta.
Según el magistrado, la empresa tecnológica violó la sección 2 de la Ley Sherman al mantener prácticas monopolistas en servicios de búsqueda y publicidad general.
Dicha norma declara ilegal monopolizar, conspirar para monopolizar o intentar monopolizar un mercado de productos o servicios.
El juez concluyó que los acuerdos exclusivos de Google con Apple y otras empresas clave en el ecosistema de la telefonía móvil son anticompetitivas.
A su vez, destacó que la empresa también ha cobrado precios elevados en la publicidad en búsquedas que reflejan su poder de monopolio en los procesos de procura de información. Y lo ejemplificó con que una de las herramientas publicitarias de Google estaba diseñada para dar a la empresa una ventaja sobre Bing, de Microsoft.
La parte acusatoria, el Departamento de Justicia de Estados Unidos, argumentó al presentar su demanda que Google utiliza su posición dominante en el mercado de los buscadores para poner barreras a otras compañías y generar una suerte de círculo vicioso a su favor.
Asimimo, esa instancia federal dijo que había pedido al juez Mehta sancionar a Google por lo que el Gobierno calificó de “destrucción sistemática” de los mensajes de los empleados y “abuso flagrante” del privilegio abogado-cliente que protege las comunicaciones con los abogados.
Por su lado, la empresa esgrimió en su defensa que solo son necesarios unos clics para utilizar un buscador alternativo.
Pagos millonarios para prevalecer
Durante este juicio, la empresa tecnológica notificó que pagó 26 mil 300 millones de dólares en 2021 para ser el principal motor de búsqueda predeterminado en dispositivos electrónicos. Ese monto principalmente fue a parar a Apple.
Nacida en California en 1998, y propiedad del consorcio Alphabet, la compañía Google ha gastado decenas de miles de millones de dólares en contratos exclusivos para asegurar una posición dominante como proveedor de búsqueda predeterminado del mundo en teléfonos inteligentes y navegadores web.
Aunque en el tribunal no encontró que Google tenga el monopolio de los anuncios de búsqueda, el dictamen representa la primera decisión importante en una serie de demandas de competencia lideradas por la administración Biden, dirigidas a las grandes empresas tecnológicas, entre ellas Meta, Amazon o Apple, que se enfrentan a demandas similares.
Según datos recientes, Google acapara 83 % de la cuota de mercado de motores de búsqueda del mundo y procesa unas 70 mil búsquedas por segundo, lo que equivale a 8 500 millones de búsquedas diarias.
Desde su lanzamiento, el volumen de búsquedas en Google ha aumentado más de un 10 % cada año. Alrededor del 35 % de las búsquedas de productos comienzan en Google, que también posee la friolera de 95 % de la cuota de mercado mundial de motores de búsqueda para móviles.
Se afirma que las poderosas tecnológicas son los nuevos monopolios del presente. Apple acapara el mercado de los teléfonos inteligentes; Google no tiene rival en las búsquedas ni en la publicidad digital; Amazon domina el comercio electrónico; Microsoft, los sistemas operativos y Meta tiene una posición privilegiada en las redes sociales con Facebook, Instagram y WhatsApp.
Monopolios en la era digital
En marzo, una demanda del Departamento de Justicia acusó a Apple de construir un monopolio de forma ilegal con el iPhone.
Solo la presentación de la demanda hizo perder a la compañía unos 110 mil millones de dólares de valor en la Bolsa en un solo día.
“El Departamento de Justicia tiene un legado perdurable, enfrentándose a los mayores y más duros monopolios de la historia. Esto incluye casos históricos contra Standard Oil, AT&T y Microsoft”, afirmó Jonathan Kanter, fiscal responsable de la división antimonopolios, al anunciar la demanda.
Los monopolios de la era digital son, sin embargo, diferentes a los de la época industrial, como explica Tom Wheeler, autor del libro Techlash.
La palabra, literalmente “latigazo tecnológico”, es un neologismo que refleja la reacción negativa al creciente poder e influencia de las grandes tecnológicas.
Wheeler señala que las leyes antimonopolio “se basaban en conceptos industriales”. “El reto de la era de internet es que muchas prácticas digitales son difíciles de clasificar con arreglo a normas basadas en supuestos industriales. Por ejemplo, mientras que la actividad industrial se centra en el producto per se, la actividad digital se centra en los datos creados por el consumo del producto.
Un fabricante de automóviles no puede regalar vehículos, por ejemplo, pero plataformas como Facebook y Google sí pueden regalar sus servicios como el gancho que les permite recopilar la información privada de los usuarios, que luego pueden reutilizar para obtener ingresos”, explica en su libro reseñado por el diario español El País.