Autoridades de los dos lados de la frontera entre Estados Unidos y México dijeron el miércoles a las miles de personas congregadas en un estadio de béisbol en El Paso que el amor triunfará sobre el odio luego de una masacre perpetrada por un hombre que, según la policía, atacó a mexicanos que compraban en una tienda de Walmart en la ciudad de Texas.
La gente esperó en fila durante horas antes del inicio del acto y llenó el estadio del centro de la ciudad, con capacidad para alrededor de 8.000 personas.
Nueve círculos y 22 estrellas formados por luminarias (linternas tradicionales hechas de bolsas de papel, arena y luces LED) adornaron el terreno de juego en recuerdo de las nueve víctimas mortales de un tiroteo en Dayton, Ohio, y de las 22 de El Paso.
El acto de Southwest University Park recordó a los asesinados en la ciudad de mayoría latina a manos de un hombre que, de acuerdo con la policía, confesó haber conducido desde Dallas para perpetrar el ataque. La mayoría de los muertos tenían apellidos latinos y ocho eran ciudadanos mexicanos. Casi dos docenas de personas más resultaron heridas.
“El odio nunca superará a nuestro amor. El odio nunca superará a quienes somos”, dijo el alcalde de El Paso, Dee Margo.
El regidor elogió a la comunidad bilingüe y binacional de la región fronteriza: “Tenemos éxito gracias a nuestra gente. No hay ningún lugar en América del Norte como El Paso-Juárez”.
El Paso y Ciudad Juárez, al otro lado de la frontera, están separadas por un puente, y algunos de los muertos en Walmart eran mexicanos que estaban comprando.
El gobernador de Texas, el republicano Greg Abbott, recibió una ovación de la ciudad de mayoría demócrata al decir que “desmantelaré a los proveedores de odio”.
Antes en el día, Abbott anunció que el estado destinará más efectivos a investigaciones relacionadas con grupos supremacistas blancos luego del tiroteo. Texas creará una nueva unidad de terrorismo doméstico para ayudar a “erradicar las ideologías extremistas que alimentan el odio y la violencia en nuestro estado”, agregó.
Una parte del estadio estaba reservada para empleados de Walmart como Rosa Fernández, de 65 años y nacida en El Paso. Fernández escuchó los disparos pero no vio al pistolero.
“Recuerdo los disparos afuera, en el estacionamiento “, dijo en una mezcla de español e inglés. “Ver a la gente muerta tirada en el piso”.
En tanto, las autoridades informaron que terminaron de analizar la escena del ataque en busca de evidencias. La policía de la ciudad fronteriza dijo que devolverán el control de la propiedad a Walmart.
La tienda sigue siendo una “locación resguardada con acceso controlado”, informó LeMia Jenkins, portavoz de Walmart. Alrededor del perímetro del inmueble habrá una valla, agregó la vocera señalando que la tienda contrató guardias de seguridad para evitar entradas ilegales. La firma no dijo cuándo reabrirá el local.
Patrick Crusius, de 21 años, está acusado de asesinar a 22 personas. Un grupo de investigadores online dijeron que habló de una “invasión hispana de Texas” y de teorías sobre que los migrantes de color estaban reemplazando a los blancos.
También el miércoles, el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, dijo que quiere que Estados Unidos extradite a Crusius para que también pueda ser enjuiciado en el país.
Cynthia Murillo, de 27 años, acudió a la ceremonia para presentar sus respetos a su jefe, Leo Campos, que falleció en la balacera. Durante la lectura de los nombres de las 22 víctimas, los asistentes iluminaron el estadio con las linternas de sus celulares.
Murillo dijo que sigue asustada y confundida por los motivos del agresor.
“Hay que intentar entender cuánto odio tienes que tener contra una raza para hacer algo así”, señaló reconociendo que desde el incidente evita las grandes superficies comerciales.
“Pero supongo que no podemos vivir con miedo para siempre”, manifestó.
Durante mucho tiempo, El Paso ha sido una ciudad importante tanto en la cultura mexicano-estadounidense como para la inmigración. Sirvió como puerto de entrada para los migrantes del interior de México que ingresaron a Estados Unidos antes de la Segunda Guerra Mundial y a veces suele hablarse ella como la “Isla de Ellis” de la frontera sur.
“Aquí no somos racistas”, contó Rosa Fernández, la empleada de Walmart. “Nunca imaginamos que algo así podría pasar aquí en El Paso”.