Coronando una semana de protestas e indignación por el baleo policial contra un hombre negro en Wisconsin, miles de activistas por los derechos civiles resaltaron el viernes el flagelo de la violencia de la policía contra los afroestadounidenses al conmemorar la Marcha de 1963 a Washington por Empleos y Libertad.
Miles de personas se reunieron frente a los escalones del monumento a Lincoln, donde el reverendo Martin Luther King Jr. pronunció su histórico discurso “Tengo un sueño”, una visión de igualdad racial que sigue siendo elusiva para millones de estadounidenses.
El mitin de este año tenía un significado especial luego de un incidente más en el que policías blancos balean a hombres negros, esta vez Jacob Blake, de 29 años, en Kenosha, Wisconsin. El hecho ocurrió el domingo y desató días de protestas y violencia.
“Quiero darles espacio a las personas negras en la concurrencia para digan que no están bien”, dijo el defensor de pueblo de la ciudad de Nueva York, que les habló a los presentes al iniciarse el programa.
“Somos como las abuelas anónimas que salieron a la calle y dijeron: ‘Vamos a hacerte cumplir las expectativas de lo que el país dice que es'”, dijo Williams. “Aquí estamos. No nos vamos a ninguna parte”.
El activista Frank Nitty, que dijo que caminó 750 millas (1.207 kilómetros) en 24 días desde Milwaukee, Wisconsin, hasta Washington para la marcha del viernes, habló sobre la persistencia en la lucha por la justicia.
“¿Están cansados? Porque yo estoy cansado”, dijo Nitty. “Ellos creen que esto es una negociación, pero yo vine aquí a exigir cambios. Mi nieto no va a marchar por las mismas cosas por las que marchó mi abuelo. Esta es una revolución”.
Un participante en la marcha, Jerome Butler, de 33 años, se hizo eco de los comentaros de Nitty. “Mi esperanza es que mi hijo no tenga que salir en otros 50 años a protestar por lo mismo”, afirmó.
Desde el inicio la marcha parecía que iba a ser la mayor concentración política en Washington desde el estallido de la pandemia de coronavirus. Muchos participantes lucían camisetas con la imagen y palabras del difunto representante John Lewis, que, hasta su fallecimiento el mes pasado, era el último orador sobreviviente de la marcha original en Washington. Ese mitin en la capital estadounidense se volvió una de las concentraciones políticas más famosas en la historia de Estados Unidos y una de las mayores congregaciones en la urbe, con más de 200.000 personas demandando justicia social.
Participantes que llegaron para la marcha el viernes por la noche formaron filas que se extendían varias cuadras, con los organizadores insistiendo en tomar la temperatura de los asistentes como parte de los protocolos del coronavirus. Los organizadores les recordaron a los participantes que practicaran el distanciamiento social y que usaran mascarillas.
Martin Luther King III, hijo del ícono de los derechos civiles, y el reverendo Al Sharpton, cuya organización de derechos National Action Network, organizó la marcha del sábado, pronunciaron los discursos centrales del evento, para exigir reformas federales a los cuerpos policiales, condenar la violencia racial y demandar protecciones del derecho al voto para las elecciones de noviembre.
“No vinimos aquí por un espectáculo”, dijo Sharpton. “Una manifestación sin legislación no llevará a cambios”.