La recta final de la presidencia de Donald Trump ha tomado un giro horrible, incluso peligroso.
Aumentan las amenazas de muerte. Los funcionarios electorales se ven obligados a esconderse. Un abogado de la campaña del presidente declara públicamente que un funcionario federal que defendió la integridad del proceso electoral debería ser “arrastrado y descuartizado” o simplemente se le debería pegar un tiro. Aludía a un viejo castigo en el que una persona era arrastrada por caballos antes de ser ejecutada.
Funcionarios públicos neutrales, demócratas y cada vez más republicanos que no están dispuestos a seguirle la corriente a Trump se ven envueltos en el ambiente turbio que genera el mandatario con su insistencia en que no perdió las elecciones ante Joe Biden.
“Amenazas de muerte, amenazas físicas, intimidación… es demasiado y no está bien”, dijo Gabriel Srterling, funcionario electoral republicano de Georgia que imploró a Trump que “deje de alentar a la gente a cometer potenciales actos de violencia”. Trump respondió reiterando sus quejas sobre las elecciones y no condenó las exhortaciones a la violencia de otros.
Trump se caracteriza por encender pasiones. Su movimiento político se forjó en actos en los que se gritaba “que encierren” en la cárcel a Hillary Clinton, su rival de 2016. En los últimos cuatro años motivó a sus partidarios con sus burlas constantes, sus alusiones a los “enemigos del pueblo” y el uso de apodos ofensivos para sus rivales tipo “Joe el soñoliento”. Ese es uno de los más suaves.
Las últimas semanas de su presidencia, no obstante, se tornaron más tóxicas todavía a medida que estado tras estado confirma la victoria de Biden, juez tras juez rechaza las denuncias de irregularidades de Trump y su gente, lo que aumenta la frustración de sus partidarios. Mientras Biden empieza a armar su futuro gobierno, Trump sigue siendo un foco de atención con actitudes agitadoras que probablemente mantenga después de irse de la Casa Blanca.
“No creo que esto se acabe el 20 de enero”, expresó Eric Coomer, director de seguridad de Dominion Voting Systems, hablando desde el escondite donde se encuentra tras recibir amenazas de muerte. “Creo que seguirá por mucho tiempo”.
Mala suerte, dice el abogado de Trump, Rudy Giuliani, al referirse a los funcionarios estatales que temen por su seguridad.
“Ellos son los que deberían tener el valor de dar la cara”, sostuvo Giuliani el miércoles en Michigan. “Hay que recordarles que al jurar respetar la Constitución se exponen a veces a ser criticados. Y a veces hace falta incluso amenazarlos”.
Para Coomer, los problemas empezaron cuando abogados de la campaña de Trump denunciaron falsamente que su firma había arreglado las elecciones.
Salas de chat de extrema derecha publicaron su foto, detalles de su familia y su dirección. “Casi de inmediato llegaron las primeras amenazas de muerte”, declaró Coomer a la Associated Press. “Los primeros días fueron las amenazas típicas a través de Twitter. ‘Que lo cuelguen, es un traidor'”.
Pero luego llegaron llamadas telefónicas, mensajes de texto y una carta manuscrita enviada a su padre, un veterano del ejército, de una supuesta milicia, que decía: “¿Cómo se siente tener un hijo traidor?”. Incluso hoy, semanas después de que se instaló en un sitio secreto, Coomer sigue recibiendo mensajes de gente que dice que sabe dónde se encuentra y que lo van a ir a buscar.
“Es horrible”, expresó. “Trabajé en elecciones en países que salían de conflictos, en los que la violencia electoral es real y hay gente asesinada. Y siento que estamos cayendo en eso”.
Esta semana Joe diGenova, un abogado de la campaña de Trump, declaró en un programa radial que un funcionario electoral que había sido despedido por cuestionar las denuncias de fraude de Trump, debía ser “arrastrado y descuartizado”. Funcionarios electorales y contratistas a cargo de la logística electoral de Georgia, Arizona, Michigan y otros estados han recibido amenazas por hacer su trabajo.
“Las amenazas de ese tipo desatan una avalancha de amenazas similares”, dijo Louis Clark, director ejecutivo del Government Accountability Project, una organización que protege a los informantes. Sostuvo que lo que dijo diGenova “es digno de un abogado de la mafia”.
DiGenova dijo posteriormente que bromeaba. El funcionario al que aludía, Christopher Krebs, declaró al Washington Post que “mis abogados hablarán por mí, en los tribunales”.
Un exfuncionario de Seguridad Nacional, Miles Taylor, escribió anónimamente un relato sobre cómo funcionaba el gobierno de Trump, tras lo cual el mandatario dijo que a este “traidor” le pasarían “cosas muy feas”. Ahora que se conoce su identidad, Taylor tiene guardaespaldas por recomendación del Servicio Secreto.
“Esto es algo sin precedentes en Estados Unidos”, dijo Taylor. “Nosotros no somos esto. Esta no es la sociedad abierta que se supone que somos”.
La intimidación de Taylor parece ser un arma efectiva para desalentar las críticas desde adentro. “Hablé con altos funcionarios que hubieran querido decir la verdad durante la campaña presidencial y muchos tenían miedo de que eso hubiera puesto a sus familias en peligro”, dijo Taylor.
“Esto es repugnante”, afirmó Matt Blaze, experto en seguridad electoral, en alusión a las amenazas. “Todas las conversaciones que tengo con funcionarios electorales comienzan con las amenazas que recibieron. No hay excusa para esto. Nunca llegamos tan bajo. ¿Es que no tienen vergüenza?”.
“Alguien va a resultar herido”, dijo Sterling, el funcionario electoral republicano de Georgia. “Alguien va a resultar lastimado. Le van a pegar un tiro a alguien. Van a matar a alguien. No está bien”.
Sterling dijo que cuando Trump describió la semana pasada al secretario de estado de Georgia Brad Raffensperger, un republicano, como un “enemigo del pueblo”, ayudó a “abrir las compuertas a este tipo de basura”. La esposa de Raffensperger ha recibido amenazas.
La secretaria de estado de Arizona Katie Hobbs, demócrata, dijo que su familia también recibió amenazas.
La portavoz de Trump Kayleigh McEnany dijo que la Casa Blanca condena todo tipo de violencia. “Debo decir, no obstante, que se difundió información privada de los abogados del presidente”, algo que atribuyó a “organizaciones izquierdistas”.
Expresó que “ambos bandos” incurren en este comportamiento.
Hay una diferencia, sin embargo: las amenazas a los republicanos no vienen de la cúpula del Partido Demócrata.
Joe Biden se ha mantenido al margen de todo esto.