El presidente Donald Trump desistió de su amenaza de cerrar la frontera de Estados Unidos con México, y en su lugar advirtió el jueves que impondría aranceles en los automóviles producidos en México a menos que su vecino del sur haga algo más para frenar el flujo de migrantes y drogas que llegan a territorio estadounidense.
Trump comentó a los reporteros que trataría de tomar una “medida menos drástica” antes de recurrir a la amenaza que había hecho anteriormente.
“México entiende que vamos a cerrar la frontera o que voy a imponer aranceles a los automóviles. Haré una o la otra, y probablemente me decida por los aranceles”, dijo el mandatario en la Casa Blanca. Más tarde agregó: “No creo que tengamos que cerrar la frontera porque la sanción de aranceles sobre automóviles que llegan a Estados Unidos de México, de un 25%, será inmensa”.
Fue el intento más reciente y repentino de un presidente que lucha para resolver lo que su gobierno ha descrito como una “crisis” en la frontera. Y fue un cambio drástico para Trump, quien la semana pasada tuiteó que cerraría la frontera o largas secciones de ella esta semana a menos que México detuviera inmediatamente “toda la inmigración ilegal que viene a Estados Unidos”, lo que parece una labor imposible.
En ese momento, Trump dijo “no estoy bromeando”, y su jefe de despacho interino, Mick Mulvaney, dijo durante una entrevista televisiva transmitida el domingo que se requeriría “algo espectacular” para que Trump no cerrara los cruces fronterizos.
Sin embargo, desde entonces tanto asesores de la Casa Blanca como gobernantes de ciudades fronterizas estadounidenses y economistas han alertado que una acción de ese tipo tendría enormes consecuencias económicas para ambos lados de la frontera, interrumpiendo las cadenas de suministro y aumentando los precios al consumidor de Estados Unidos en productos que van desde los aguacates hasta los automóviles.
En los últimos días, Trump también a dado marcha atrás de su esfuerzo para que los republicanos vuelvan a ocuparse de la atención médica del país y sorprendió a su propia secretaria de Educación al suspender un plan para eliminar la ayuda federal para la organización Special Olympics.
Esas acciones sólo se han sumado a las inquietudes sobre si se puede confiar en las palabras de Trump. El mandatario, que ha dicho que su impredecibilidad es una de sus ventajas más grandes a la hora de negociar, también ha cumplido algunas de sus amenazas más severas, incluido someter al país al cierre gubernamental más largo de la historia por el financiamiento para la frontera.
En los últimos días, Trump pareció suspender su amenaza. Aunque dijo el martes que todas las opciones seguían sobre la mesa, cambió su postura y pidió al Congreso aprobar una propuesta de inmigración que evitaba un cierre y elogiaba al gobierno mexicano por hacer más para detener a los migrantes que viajan por el país desde Centroamérica, aunque no está claro si algo cambió.
El secretario de Relaciones Exteriores de México, Marcelo Ebrard, dijo el martes que su gobierno no había cambiado sus políticas. Y el jueves, la embajadora mexicana en Estados Unidos, Martha Bárcena, comentó a The Associated Press que el país trabaja para hacer que su frontera sea más ordenada, pero que no detendrán el flujo de migrantes.
Jesús Seade, el subsecretario mexicano para América del Norte, también restó importancia de la amenaza sobre nuevos aranceles, y dijo que las autoridades no estaban preocupadas, al tiempo que hizo notar que los gravámenes no forman parte del tratado comercial entre México, Estados Unidos y Canadá que los países acordaron, pero que no han ratificado.
Trump también amenazó el jueves con aplicar aranceles si México no detiene el flujo de drogas a través de la frontera. Dijo que le está dando al país “un año de advertencia” para que cumpla.
“Impondremos aranceles si no lo detienen y, por ende, vamos a darles un periodo para que lo hagan. Pero si dentro de un año las drogas siguen entrando, vamos a imponer los aranceles”, manifestó. “No estoy jugando”.
En cuanto a las inquietudes sobre si sus acciones podrían interferir con el tratado comercial que tanto peleó, Trump dijo que la frontera era “más importante para mí que el T-MEC”.
Trump tiene un amplio poder para imponer aranceles sobre cuestiones de seguridad nacional, que ha usado en repetidas ocasiones como una herramienta contra otros países. Pero el tratado comercial fue redactado para proteger a México contra los aranceles a los automóviles basados en preocupaciones de seguridad nacional. El abogado comercial Daniel D. Ujczo dijo que dichas cláusulas ya entraron en vigor bajo una carta por separado.
“En resumen, este es el escenario exacto que el equipo de negociadores mexicano pronosticó y por el que aseguró unas protecciones en el T-MEC”, comentó. “México blindó su sector automotriz a ‘prueba de Trump y de tuits’”, y la Casa Blanca “necesitaría ponerse muy creativa para imponer aranceles a los autos de México”.
Además, pese a lo que Trump insinúa, México, China y otros socios comerciales de Estados Unidos no pagan los aranceles estadounidenses directamente. Los importadores estadounidenses pagan los aranceles en la frontera y luego deciden cuánto del incremento en el costo pueden pasarle a los consumidores del país.
Los aranceles sí ponen en aprietos a los fabricantes que exportan a Estados Unidos desde otros países al hacer que sus productos sean más caros en Estados Unidos. Pero, nuevamente, eso puede afectar a las compañías estadounidenses, como a General Motors, que es uno de los fabricantes de autos más grandes de México.
Trump se ha sentido cada vez más exasperado por su incapacidad para frenar los crecientes números de migrantes que ingresan a Estados Unidos, incluidos miles que han sido liberados tras llegar al país debido a que los agentes fronterizos no tienen espacio para mantenerlos bajo resguardo. Las detenciones a lo largo de la frontera sur se han incrementado significativamente en los últimos meses, y los agentes fronterizos presumiblemente habrían realizado 100,000 arrestos o denegaciones de ingreso en marzo, lo que representaría la mayor cantidad en 12 años. Más de la mitad de esas personas son familias con niños, que requieren más atención.
El presidente está “bastante frustrado”, dijo el senador republicano John Cornyn, quien habló con Trump esta semana y se ofreció a trabajar con el gobierno para “tratar de sugerir más ideas específicas”, incluidos cambios en las remesas que van a México. Trump insinuó que trabaje con el secretario del Tesoro en torno a la idea, señaló Cornyn.
Trump ha recurrido a otros poderes del Ejecutivo, incluido el hacer una declaración de emergencia nacional en un intento por conseguir dinero para construir el muro fronterizo que ha prometido desde su campaña presidencial. El Congreso aprobó una medida para bloquear la declaración, pero Trump vetó la medida.
La presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, dijo el mismo jueves que los demócratas interpondrían una demanda para impedir que Trump “robe” miles de millones de dólares de los programas federales y desvíe el dinero a la construcción de barreras a lo largo de la frontera.
Funcionarios del gobierno habían estudiado formas de minimizar el impacto económico de un posible cierre en caso de que Trump cumpla su amenaza, incluido mantener los carriles de camiones abiertos o sólo cerrar algunos cruces fronterizos.
Pero incluso sin esa medida, las demoras en los puestos fronterizos han aumentado luego de que unos 2.000 agentes de la frontera fueron reasignados de sus labores de revisar vehículos a manejar a las multitudes de migrantes.