El presidente estadounidense Donald Trump y el líder norcoreano Kim Jong Un llegaron a Singapur este domingo, dos días antes de una cumbre sin precedentes que busca resolver la tensión provocada por el arsenal nuclear de Pyongyang.
El avión presidencial Air Force One aterrizó en una base militar proveniente de Canadá, donde Trump participó en la cumbre del G7.
Horas antes, el avión que trasladó a Kim aterrizó entre fuertes medidas de seguridad en el aeropuerto de la ciudad estado. Tras dar la mano al secretario de Exteriores de Singapur, el presidente de Corea del Norte recorrió las calles de la ciudad en una limusina, rodeada de otros autos negros con los cristales oscuros, en dirección al lujoso y custodiado hotel St. Regis.
Kim sonreía ampliamente cuando se reunió con el primer ministro Lee Hsien Loong.
“El mundo entero está observando esta histórica cumbre entre Corea del Norte y Estados Unidos, y gracias por sus sinceros esfuerzos…seremos capaces de completar los preparativos para la histórica cumbre”, dijo Kim a Lee a través de un intérprete.
Cada movimiento del líder norcoreano hasta que estreche la mano de Trump el martes estará seguido de cerca por 3,000 periodistas que se desplazaron a Singapur para cubrir el evento, y por curiosos en todo el mundo. Esto es un reflejo del gran interés que despierta a nivel mundial el repentino giro de Kim hacia la diplomacia en los últimos meses, luego de los ensayos nucleares y de misiles del año pasado que derivaron en serios temores a una guerra.
Kim Jong Un aterriza en Singapur para preparar su histórico cara a cara del martes con Donald Trump https://t.co/yIlyWvhXPo
— Europa Press (@europapress) 10 de junio de 2018
Parte del interés en la cumbre del martes es un simple reflejo de las limitadas apariciones de Kim en el escenario internacional. Desde que asumió el poder tras la muerte de su padre a finales de 2011, solo salió del país públicamente en tres ocasiones: dos a China y una en la que cruzó la frontera que comparte con Corea del Sur hasta la parte sur de la zona desmilitarizada para encuentros con los líderes de ambos países.
Pero es el interés de Kim en lograr un arsenal nuclear para su país lo que eleva las expectativas en torno a la cumbre.
En un primer momento, la reunión tenía como objetivo hacer que Pyongyang abandonase sus armas nucleares, pero en los últimos días Trump planteó que será más bien una jornada para conocerse. El dirigente estadounidense sugirió la posibilidad de nuevas cumbres y de un acuerdo para cerrar la Guerra de Corea sustituyendo el armisticio firmado en 1953 por un tratado de paz. China y Corea del Sur también tendrían que estar entre los firmantes de un pacto de este tipo.
A dos días de la celebración de la cumbre, no está claro qué decidirán Trump y Kim durante el encuentro.
Pyongyang dijo que está dispuesto a entregar todo su arsenal nuclear a cambio de una garantía fiable de seguridad de Estados Unidos y otros beneficios. Pero muchos consideran que esto es altamente improbable dada la inversión de Kim en este armamento, que además son consideradas la principal garantía para mantenerse en el poder.
Cualquier pacto de carácter nuclear dependerá de la voluntad de Corea del Norte para permitir inspecciones externas sin restricciones a sus armas y combustible nuclear, gran parte del cual se guardaría en un vasto complejo de instalaciones subterráneas. Otros pactos previos fracasaron por el rechazo del país a abrir sus puertas a extranjeros.
Otra posibilidad es que al cumbre arroje un acuerdo para poner fin a la Guerra de Corea, algo que Pyongyang lleva años reclamando en parte, presuntamente, para sacar a los soldados estadounidenses de la península y, eventualmente, allanar el camino para una Corea unificada liderada por el Norte.
Los combates en la península coreana terminaron el 27 de julio de 1953, pero la guerra continúa sobre el papel porque en lugar de un tratado de paz, más difícil de negociar, las autoridades militares de Naciones Unidas –encabezadas por Estados Unidos–, Corea del Norte y China firmaron un armisticio que suspendió el conflicto.
El Norte podría ver un tratado –y sus presuntas garantías de seguridad desde Washington– como la mejor forma de mantener a la dinastía Kim en el poder. El consiguiente reconocimiento como un “país normal” podría permitir el alivio de las sanciones y, más adelante, la llegada de ayuda e inversiones internacionales.
El simple hecho de reunirse con Trump daría también a Kim un reconocimiento que Pyongyang lleva años buscando, presentándolo como un actor global y equiparándolo a Estados Unidos, nacional e internacionalmente, como el líder de un “país normal” merecedor de respeto.
Putin también quiere
De visita en China, el presidente ruso Vladimir Putin dijo el domingo que estaría encantado de reunirse con Donald Trump, una vez que Washington esté listo para llevar a cabo la cumbre. Putin también acogió la petición de Trump sobre reincorporar a Moscú al G7, el grupo de las siete naciones más industrializadas del mundo.
Ante los medios de comunicación en Qingdao, China, Putin dijo que algunos países, incluido Austria, se han ofrecido a albergar su cumbre con Trump, en caso de que tengan una.
“El presidente estadounidense ha dicho en repetidas ocasiones que sensato realizar dicha reunión”, dijo Putin en el margen de la cumbre de la Organización de Cooperación de Shanghái (OCS). “Tan pronto como Estados Unidos esté listo, se llevará a cabo la reunión, dependiendo, por supuesto, de mi calendario laboral”.
Putin indicó que comparte la preocupación de Trump sobre una renovada carrera armamentista, la cual expresó a través de una llamada telefónica en marzo.
“Puedo confirmar que el presidente Trump expresó su preocupación sobre una nueva ronda en la carrera armamentista en nuestra última llamada”, señaló el mandatario ruso y agregó que “estoy completamente de acuerdo con él” y que las reuniones personales y el trabajo por parte de expertos son necesarios para abordar el problema.
Los comentarios de Putin se produjeron luego reportes sobre que funcionarios de la Casa Blanca estaban trabajando en agendar una reunión. Trump ha dicho que está abierto a la posibilidad de tener una cumbre con Putin, quien los agentes de inteligencia de Estados Unidos han dicho encabezó la injerencia rusa en las elecciones presidenciales de 2016 para ayudar a que Trump ganara.
El dirigente estadounidense ha señalado varias veces que quiere mejorar las relaciones con Moscú.
Putin también acogió la declaración de Trump sobre que Rusia debería ser invitada a reincorporarse al grupo que alguna vez fue llamado G8, antes de que el resto de los miembros expulsaran a Rusia.
“No fuimos nosotros los que lo abandonamos”, indicó Putin. “Los colegas se rehusaron a visitar Rusia por motivos bien conocidos”.
“Estaremos listos para recibirlos a todos en Moscú”, agregó.
Rusia fue expulsada del grupo en 2014 luego de que invadió y se anexó la península de Crimea, y por su apoyo a los separatistas pro-rusos en Ucrania. Sin embargo, Trump sugirió que el G7 debía ofrecerle un asiento en la mesa.
“Creo que sería una ventaja tener de vuelta a Rusia”, dijo el mandatario estadounidense.
AP / OnCuba