A pocos días de las elecciones en EE.UU., el cerebro de la política antimigratoria de la Casa Blanca ha levantado el velo de lo que será la continuación de esta política si Donald Trump es reelecto. Una advertencia: va a empeorar las cosas y reafirma que el mandatario no quiere más hispanos en el país.
En una entrevista NBC News, Stephen Miller describió las cuatro prioridades principales: limitar las concesiones de asilo, castigar y prohibir las llamadas ciudades santuario, expandir la prohibición de viajar a Estados Unidos ejerciendo controles más estrictos en la concesión de visas y disminuir las visas de trabajo. Esto último es principalmente preocupante para las empresas de desarrollo de nuevas tecnologias, principalmente las informáticas de Silicon Valley, que buscan sus trabajadores en países como India, Pakistán y Bangladesh que tienen un gran mercado de matemáticos.
Aún así, para Miller el objetivo, dijo, es “elevar y mejorar la calidad de los que entran a Estados Unidos”. Algunos de estos planes requerirían de legislación nueva, pero la Casa Blanca cuenta con lograr el control de la rama legislativa. Otros, en cambio, podrían lograrse a través de una orden ejecutiva, método en el que la administración Trump se ha basado en gran medida ante la falta de una reforma de la ley de inmigración.
“En muchos casos, solucionar estos problemas y restaurar una apariencia de cordura en nuestros programas de inmigración implica una reforma regulatoria”, dijo Miller. “El Congreso ha delegado mucha autoridad y eso destaca la profundidad de la elección que enfrenta el pueblo estadounidense”.
Miller, quien se desempeña en un doble papel como asesor en la Casa Blanca y en la campaña de reelección de Trump, enfatizó que estaba hablando de las prioridades del segundo mandato solo en su calidad de asesor de campaña.
La inmigración se ha visto ensombrecida por el aumento del número de casos de coronavirus y una economía destrozada por una pandemia de casi un año. Aún así, ha sido fundamental para el refuerzo del presidente en el Partido Republicano, y Miller ha sido el cerebro detrás de las políticas a menudo controvertidas de la administración para tomar medidas enérgicas contra la emigración ilegal e imponer obstáculos a los aspirantes a inmigrantes legales.
Miller ha encabezado una política de inmigración que los críticos describen como cruel, racista y antitética, contraria a los valores estadounidenses como nación de inmigrantes. Pero él se burla de esas afirmaciones, insistiendo en que su única prioridad es proteger la seguridad y los salarios de los estadounidenses. Y agrega que tiene toda la intención de seguir en la mansión presidencial con el mismo trabajo.
“Sobre Miller no hay mucho que decir. Es un hombre despiadado, cruel, antiamericano y completamente desprovisto de sentimientos”, comentó a OnCuba el abogado especialista en inmigración, Jorge Prieto.
Miller aseveró que a corto plazo la administración no va a levantar el congelamiento de la entrega de las residencias que expiran a fin de año que dependerá únicamente “del estado del mercado de trabajo”. Sin embargo, aunque sigue la política de separación de las familias de inmigrantes, la administración está comprometida con mantenerlas unidas aunque no especificó a partir de cuando. Por el momento, “se podría mantenerlas juntas pero en detención”, dijo.
La semana pasada se supo que los servicios de inmigración en lo que va de año han separado a 545 niños de sus padres.
Por otro lado, bajo la administración Trump, las concesiones de asilo se han desplomado. Miller insiste en que seguirá así y se mantendrán las deportaciones de cubanos y venezolanos, lo dos estamentos que el presidente está cortejando a todo vapor para conquistar Florida en estas elecciones.
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Además, Miller subrayó que en un posible segundo mandato, Trump buscaría expandir los acuerdos de devolver inmigrantes a Honduras, Guatemala y El Salvador mientras esperan sus audiencias de asilo en Estados Unidos.
“Al presidente le gustaría ampliar eso para incluir al resto del mundo. Si creamos terceros socios seguros en otros continentes y otros países y regiones, entonces habrá capacidad de compartir la carga de los solicitantes de asilo a nivel mundial”, precisó.
Una de la innovaciones de admisión en Estados Unidos en una administración renovada, explicó Miller, es examinar las “simpatías o inclinaciones ideológicas”de los solicitantes de visas para evaluar su potencial de reclutamiento por parte de radicales. Esto puede incluir cambiar el proceso de entrevistas, agregar entrevistas o hablar con personas cercanas a los solicitantes sobre sus creencias, enfatizó.
A su vez, las visas de trabajo H-1B y las loterías de visas fueron colocadas en el colimador de inmigración y están a punto de ser eliminadas. Tendrán prioridad los que sean contratados con altos salarios y quepan dentro de la cuota anual de inmigración de cada país que existe hace mucho tiempo. El promedio es de 12.000 a 125.000 dependiendo del país.
Miller dijo que una administración de Trump en un segundo mandato finalizaría los esfuerzos para reducir el uso de programas de trabajadores invitados como las visas H-1B, incluso eliminando el sistema de lotería utilizado en el proceso cuando las solicitudes exceden la cuota anual y dando prioridad a los que se les ofrece los salarios más altos.
Todo esta desgracia, claro está, si Donald J. Trump es reelecto.