El New York Times suele abordar el tema de los médicos cubanos, en especial después de la colaboración entre Estados Unidos y Cuba para combatir la epidemia de ébola en África. Ahora, los periodistas Miriam Jordan y Mitchell Ferman acaban de contar en sus páginas la historia de Dairon Elisondo Rojas, joven médico cubano que trabajó durante tres años en Venezuela.
De acuerdo con el rotativo, a su regreso a la Isla, el doctor se las arregló para salir junto a su novia hasta presentarse en la localidad mexicana de Matamoros y pedir asilo político en Estados Unidos. “Llegamos, nos presentamos y nos enviaron de regreso a México”, le dijo Elisondo a los periodistas.
Luego, ambos consiguieron rentar un apartamento junto con otros cubanos solicitantes de asilo. Ya allí, Dairon encontró trabajo en una factoría que produce cajas para cosméticos.
Un día, al pasar por el campo de migrantes, cerca del puente, vio una gran pancarta atada a una valla. Estaban solicitando médicos en una clínica, abierta en octubre por Global Response Management, organización internacional sin fines de lucro de médicos, enfermeras y médicos voluntarios que han trabajado en lugares como Iraq, Yemen y Siria.
Dairon se interesó por trabajar con ellos. Su directora ejecutiva, Helen Perry, le pidió su diploma de médico, y después de un par de días estuvieron todos de acuerdo en emplearlo. Es el único médico a tiempo completo. Más de 2.500 inmigrantes han esperado en el campamento mientras sus casos se abren paso por la corte de inmigración en Brownsville, Texas.
“Esto es perfecto, perfecto”, dijo Dairon. “Es lo que sé. Es lo que mejor hago”. En un día típico, atiende a unos cincuenta pacientes.
Pero en esos campamentos la vida es difícil. Factores como el hacinamiento y la falta de condiciones sanitarias mínimas han funcionado como obturadores de enfermedades. Muchos temen salir incluso para buscar atención médica. Frecuentemente han sido víctimas de delitos.
“Gracias a Dios por el médico cubano”, dijo Luis, un emigrante hondureño cuya familia ha estado viviendo en el campamento desde septiembre.
El Dr. Elisondo le dijo a los periodistas que no podía decir cuánto tiempo le tomaría a un juez de inmigración pronunciarse sobre su caso. El pasado 4 de diciembre cruzó el puente a Brownsville para su primera comparecencia. Su siguiente cita con las autoridades federales está fijada para fines de febrero. Carece de un abogado, pero espera ganar su caso de asilo, aprender inglés y practicar la medicina en Estados Unidos.
Tiene, dice el New York Times, “una especialidad en cuidados intensivos y experiencia de trabajo en medios desafiantes gracias al programa de capacitación médica de Cuba, que envía a médicos recién graduados a misiones en países aliados empobrecidos”.
La Sra. Perry dijo que si sus planes no funcionaban, el médico no debía preocuparse. “Él no lo sabe”, dijo, “pero lo voy a enviar a otros lugares del mundo. Está altamente entrenado”.
Dios te bendiga!