El gobierno de Donald Trump pretende reducir “drásticamente” sus gastos en ayuda internacional, según reseña la revista Foreign Policy. La publicación, que cita un documento de presupuesto interno y a fuentes gubernamentales, refiere también un plan para fusionar la Agencia para el Desarrollo Internacional (USAID) con el Departamento de Estado.
El presidente estadounidense, escudado en su doctrina de “America first”, lo había anunciado un mes atrás al presentar su propuesta presupuestaria. Entonces había defendido la idea de reducir la ayuda a los países en desarrollo en más de un tercio y recortes superiores al 28 por ciento a su cancillería, para compensar el aumento de los gastos militares y de seguridad nacional.
La propuesta, que podría entrar en vigor en el año fiscal 2018, afectaría de manera particular a América Latina. Programas de desarrollo, apoyo económico, humanitario y de salud, podrían ser cancelados o reducidos. De acuerdo con Russia Today, “países como Venezuela, Cuba, Ecuador, Nicaragua, Brasil, Jamaica y Paraguay no recibirían ni un solo dólar de ayuda”.
Además, se eliminarían más de treinta misiones internacionales de la USAID y se cerraría hasta el 65 por ciento de las oficinas regionales de esa agencia, que actualmente está presente en cerca de cien países.
Andrew Natsios, ex Administrador de USAID durante la administración de George W. Bush, opina que de ser efectiva la propuesta “será un desastre absoluto a largo plazo”.
“Lo que básicamente están haciendo es destripar la herramienta más importante de influencia estadounidense en el mundo en desarrollo”, dijo Natsios en referencia al gobierno de Trump. “No creo que entiendan cuál es el papel de USAID”.
Expertos en política exterior y seguridad nacional argumentan que esta reducción presupuestaria plantea riesgos concretos para los intereses de seguridad de los Estados Unidos.
En febrero, un centenar de generales y almirantes retirados envió una carta abierta a la Casa Blanca y al Congreso advirtiendo contra la recortes a la ayuda externa y la diplomacia. La carta destacaba al Departamento de Estado y al papel de USAID en el mantenimiento de la estabilidad global. Además, expresaba el temor de que una disminución del presupuesto afectara la influencia estadounidense en el resto del mundo.
Los expertos también vaticinan que los recortes a la financiación de programas internacionales de salud pondrían en riesgo a personas de todo el planeta, incluidos los propios estadounidenses. Tom Kenyon, director ejecutivo de Project Hope, ONG global sin fines de lucro asegura “que la gente morirá por esto”.
“He visto de primera mano cómo el dinero de Estados Unidos para el desarrollo salva millones de vidas”, dijo.
Por su parte, John Norris, director ejecutivo de la Iniciativa de Seguridad Sostenible y Construcción de Paz en el Centro para el Progreso Americano y ex empleado de USAID, cree que con los recortes el territorio estadounidense sería “mucho más vulnerable a la propagación de enfermedades infecciosas como vimos con la crisis Ébola. Las cosas que comienzan en el extranjero pueden estallar rápidamente aquí”.
Un informe de CCN sitúa a los Estados Unidos como el mayor donante a las crisis humanitarias en términos de contribuciones financieras. Un portavoz de la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA, por sus siglas en inglés) dijo a la cadena televisiva que ese país donó aproximadamente 6.400 millones de dólares en 2016, el 29 por ciento del gasto mundial por este concepto.
La propuesta de la administración Trump enfrenta una fuerte oposición bipartidista en el Congreso. No obstante, se espera que el presupuesto aprobado finalmente reduzca los niveles de gasto en asistencia y ayuda internacional, algo que el periodista estadounidense Tracey Eaton considera “impruedente”.
“Sería contraproducente recortar los presupuestos sin un cuidadoso examen de los numerosos programas valiosos y eficaces de ayuda internacional que se llevan a cabo en todo el mundo”, dijo Eaton a OnCuba.
El autor del blog Along the Malecón —fuente imprescindible para el seguimiento a las partidas del gobierno estadounidense a los llamados “programas de promoción de la democracia en Cuba”– reconoce que “hay un gasto derrochador en los presupuestos USAID y del Departamento de Estado”, pero advierte que “muchos problemas que enfrenta Estados Unidos son de naturaleza global y no pueden ser resueltos por ninguna nación por sí sola. Requieren cooperación”.
“Los cortes sin sentido en la ayuda extranjera socavan cualquier esfuerzo para trabajar con otras naciones –dice– en problemas que van desde el hambre y la pobreza hasta el terrorismo y el crimen organizado internacional. Cortar los presupuestos de las agencias es exactamente el enfoque equivocado si queremos tratar de llevarnos bien con otras naciones”.
Los presupuestos de las agencias de ayuda internacional representan apenas poco más del 1 por ciento del presupuesto federal de los Estados Unidos. Una contracción de estas cifras representará, de acuerdo con Eaton, “puntos políticos para Donald Trump entre sus partidarios, pero el movimiento sería miope, contraproducente y –como Trump tuitearía– ‘TRISTE’”.
Usaid y Cuba
En cuanto la repercusión de los posibles recortes para Cuba, Tracey Eaton no tiene un vaticinio concluyente.
Eaton apunta que “los fondos destinados a la Isla son una pequeña fracción de los presupuestos de USAID y del Departamento de Estado”.
En su opinión, hasta el momento “es difícil comentar sobre el impacto que el presupuesto de Trump tendría en esos programas [dirigidos a Cuba] sin saber más acerca de lo que el presidente pretende hacer con respecto a la Isla”.
Durante la administración Obama, la USAID llevó adelante diferentes operaciones en Cuba con la intención de “promover la democracia”. Estas operaciones, entre las que estuvo el programa Zunzuneo –una especie de twitter diseñado especialmente para influir en la situación política interna de Cuba mediante mensajes de teléfonos celulares– fueron denunciadas por el gobierno de la Isla como “injerencia extranjera para la subversión política” y cuestionadas por una comisión del congreso estadounidense.
El Departamento de Estado, la Agencia para el Desarrollo Internacional y la Fundación Nacional para la Democracia han invertido 304,3 millones de dólares en programas de democracia relacionados con Cuba desde 1996. La Junta de Gobernadores de Radiodifusión, que supervisa Radio y TV Martí, ha gastado otro $700 millones más o menos. Eso hace un total de alrededor de $1 mil millones.
La administración Trump no ha definido una posición concreta con respecto a Cuba, aunque ha anunciado una “revisión completa” de las políticas hacia la Isla implementadas durante el mandato de Barack Obama. Recientemente, diferentes voces de la política y la sociedad estadounidense han pedido al actual gobierno mantener y profundizar el diálogo con la Isla.
Para Cuba lo mejor es que la USAID desapareciera, por injerencista.