Dirigiéndose al mundo entero en su tradicional Mensaje de Pascua, el Papa Francisco recordó la guerra en Ucrania, a los países atormentados por largos conflictos y violencia y afectados por tensiones sociales y crisis humanitarias. En la Plaza de San Pedro se congregaron alrededor de 100 000 personas por primera vez desde el comienzo de la pandemia de la COVID-19.
“Nuestros ojos también están incrédulos en esta Pascua de guerra. Hemos visto demasiada sangre, demasiada violencia. Nuestros corazones también se han llenado de miedo y angustia, como lo han tenido tantos de nuestros hermanos y hermanas”, dijo Francisco en su mensaje.
Francisco dijo que el mundo había emergido de dos años de la pandemia “que cobró un alto precio” y debería haber emergido “juntos, de la mano, aunando nuestras fortalezas y recursos”. “En cambio, estamos mostrando que todavía no tenemos dentro de nosotros el espíritu de Jesús, sino el espíritu de Caín, que vio a Abel no como un hermano, sino como un rival, y pensó en cómo eliminarlo”, dijo.
El Papa ha sido un crítico abierto de la guerra en Ucrania desde que Rusia la invadió en febrero y dedicó gran parte de su mensaje de este domingo a trabajar por la paz. La semana pasada llamó a una “tregua de Pascua” entre Rusia y Ucrania. “Que haya paz para una Ucrania devastada por la guerra, tan duramente probada por la violencia y la destrucción de una guerra cruel y sin sentido a la que fue arrastrada”, dijo.
“En esta noche terrible de sufrimiento y muerte, ¡que pronto aparezca un nuevo amanecer de esperanza! ¡Que se decida por la paz!”.
En un aparente mensaje al presidente Vladimir Putin, Francisco dijo que deseaba que “los líderes de las naciones escucharan la súplica de la gente por la paz”.
“Tengo en mi corazón a todas las muchas víctimas ucranianas, los millones de refugiados y desplazados internos, las familias divididas, los ancianos abandonados a sí mismos, las vidas destrozadas y las ciudades arrasadas. Veo los rostros de los niños huérfanos. huyendo de la guerra”, dijo.
El Papa también dijo que la guerra en Europa mostró “signos alentadores” para la humanidad como las puertas abiertas de todas aquellas familias y comunidades que acogen a migrantes y refugiados. “Que estos numerosos actos de caridad se conviertan en una bendición para nuestras sociedades, a veces degradadas por el egoísmo y el individualismo, y ayuden a hacerlas acogedoras para todos”, dijo.
“Que el conflicto en Europa también nos haga preocuparnos más por otras situaciones de conflicto, sufrimiento y dolor, situaciones que afectan a demasiadas áreas de nuestro mundo, situaciones que no podemos pasar por alto y no queremos olvidar”.
Francisco también pidió la paz en el Medio Oriente para que tanto los israelíes como los palestinos puedan “disfrutar del libre acceso” a los lugares sagrados en Jerusalén, y oró por una reconciliación entre las personas en el Líbano, Iraq y Siria.
“Que haya paz también para Libia, para que encuentre la estabilidad tras años de tensiones, y para Yemen, que sufre un conflicto olvidado por todos, con continuas víctimas: que la tregua firmada en los últimos días devuelva la esperanza a su pueblo”, dijo.
“Pedimos al Señor resucitado el don de la reconciliación para Myanmar, donde persiste un escenario dramático de odio y violencia, y para Afganistán, donde las peligrosas tensiones sociales no cesan y una trágica crisis humanitaria provoca grandes sufrimientos a su pueblo”.
Al finalizar su mensaje, Francisco también abordó el empeoramiento de las condiciones sociales en América Latina y sus “casos de delincuencia, violencia, corrupción y narcotráfico”.
“Que Cristo resucitado acompañe y asista a los pueblos de América Latina que han visto empeorar sus condiciones sociales”.