Rusia intensificó ayer los ataques en las regiones de Járkov y Donietsk (noreste y este de Ucrania). El portavoz del Kremlin, Dimitri Peskov, le admitió en el canal estadounidense MSNBC que “será una larga crisis, pero nunca volveremos a confiar en Occidente”.
En Severodonietsk se ha concentrado las últimas semanas la ofensiva para tomar control del Donbás, la cuenca minera del este controlada parcialmente por los separatistas prorrusos desde 2014.
El gobernador de Lugansk confirmó la caída de Metyolkine en manos de los rusos y reconoció que el ataque Toshkivka “tuvo un grado de éxito”. Ambas localidades están ubicadas en la periferia de Severodonietsk.
Añadió que la situación en la ciudad era “muy difícil”, y que las fuerzas rusas siguen desplegando más tropas y equipamiento en esa zona. “Esto es un infierno. Todo está envuelto en llamas, los proyectiles no cesan ni por una hora”, dijo.
El alcalde de Severodonietsk, Oleksander Stryuk, informó que los rusos controlan alrededor de dos tercios de la ciudad.
En el frente sur, el ejército ucraniano aseguró que las fuerzas rusas “son incapaces de avanzar el terreno” y solo siguen bombardeando.
El ministerio ruso de Defensa dio a conocer que atacó con misiles crucero una fábrica en Mikolaiv y destruyó “diez obuses y veinte vehículos blindados suministrados a Kiev por Occidente en los últimos diez días”.
Mikolaiv se encuentra en la carretera hacia Odesa, el mayor puerto de Ucrania, donde millones de toneladas de grano ucranio están bloqueadas.
En Odesa, un almacén de alimentos fue destruido ayer en un ataque con misiles rusos, informó el ejército ucraniano.
Las fuerzas de Kiev atacaron plataformas de perforación en el Mar Negro propiedad de una empresa petrolera y de gas de Crimea, dijo Serguei Askyonov, líder regional designado por Rusia.