Al deplorar los “vientos de guerra” que azotan el mundo, el papa Francisco en su tradicional mensaje navideño llamó el lunes a una solución de dos estados para hallar la paz en el Medio Oriente y oró por la superación del enfrentamiento en la Península Coreana.
Además se refirió a la situación de Venezuela, que enfrenta una profunda crisis.
En Venezuela se debe retomar el “diálogo sereno” entre los diversos sectores por el bien de la población, agobiada por una crisis económica, social y política, dijo el pontífice.
“Confiamos Venezuela al Niño Jesús para que se pueda retomar un diálogo sereno entre los diversos componentes sociales por el bien de todo el querido pueblo venezolano”.
El gobierno y la oposición venezolana iniciaron en septiembre en República Dominicana unas reuniones exploratorias para un eventual diálogo. En medio de ese proceso las autoridades han liberado en las últimas 48 horas más de una treintena de detenidos que eran considerados presos políticos.
El papa se refirió en particular a las zonas de tensión global donde el presidente estadounidense Donald Trump cumple un papel crucial. La decisión de Trump de reconocer a Jerusalén como la capital de Israel ha reanimado la violencia en la región, en tanto el enfrentamiento con Corea del Norte debido a sus ensayos nucleares ha escalado las tensiones en Asia.
“En este día de fiesta, invoquemos al Señor pidiendo la paz para Jerusalén y para toda la Tierra Santa; recemos para que entre las partes implicadas prevalezca la voluntad de reanudar el diálogo y se pueda finalmente alcanzar una solución negociada, que permita la coexistencia pacífica de dos Estados dentro de unas fronteras acordadas entre ellos y reconocidas a nivel internacional. “
Los “vientos de guerra y un modelo de desarrollo ya caduco sigue provocando degradación humana, social y ambiental”, dijo el papa en su mensaje tradicional y bendición “Urbi et orbi” (a la ciudad y el mundo) desde el balcón central de la Basílica Vaticana.
Mientras los cristianos festejan el nacimiento de Jesús, el pontífice habló del sufrimiento “en los rostros de los niños”, hablando de las guerras y tensiones en el Medio Oriente y África.
Pidió la paz para Jerusalén y Tierra Santa y rezó para que “entre las partes implicadas prevalezca la voluntad de reanudar el diálogo y se pueda finalmente alcanzar una solución negociada, que permita la coexistencia pacífica de dos Estados dentro de unas fronteras acordadas entre ellos y reconocidas a nivel internacional”.
También rezó por el fin de los enfrentamientos en la Península Coreana y para que “aumente la confianza mutua”.
En sus mensajes navideños los papas suelen pasar revista a los lugares de sufrimiento en el mundo y exhortan a buscar soluciones. “Que nuestros corazones no estén cerrados como las casas de Belén” a María y José cuando nació Jesús, rogó Francisco.
“Vemos a Jesús en los rostros de los niños sirios, marcados aún por la guerra que ha ensangrentado ese país en estos años. Que la amada Siria pueda finalmente volver a encontrar el respeto por la dignidad de cada persona, mediante el compromiso unánime de reconstruir el tejido social con independencia de la etnia o religión a la que se pertenezca. Vemos a Jesús en los niños de Irak, que todavía sigue herido y dividido por las hostilidades que lo han golpeado en los últimos quince años, y en los niños de Yemen, donde existe un conflicto en gran parte olvidado, con graves consecuencias humanitarias para la población que padece el hambre y la propagación de enfermedades”.
Deploró que Siria siga “marcada por la guerra”, recordó que Irak sigue “herido y dividido por las hostilidades que lo han golpeado en los últimos quince años” y mencionó el “conflicto en gran parte olvidado” en Yemen.
Recordando su viaje reciente a Bangladesh y Myanmar, el papa exhortó a la comunidad internacional a no dejar de “trabajar para que se tutele adecuadamente la dignidad de las minorías que habitan en la Región”.
El pontífice recordó también a los niños que arriesgan sus vidas a manos de los traficantes de seres humanos para ir a países más seguros, que sufren porque sus padres no tienen trabajo o porque se les obliga a trabajar, incluso a combatir como soldados.
EFE / OnCuba