Tres estudiantes de cine trabajaban en un proyecto escolar en la ciudad mexicana de Guadalajara cuando cruzaron caminos con otro joven con sueños de celebridad: un rapero de 24 años que tiene un canal en YouTube con más de medio millón de vistas. Sus videos con canciones describen una vida angustiada y violenta por las drogas y los crímenes.
Los estudiantes, con sueños de unirse a la ola de directores mexicanos que han ganado un premio Oscar en años recientes, cayeron en las manos de un grupo del narcotráfico con el que trabajaba el rapero. Los investigadores dicen que el trabajo del rapero en este caso fue arrojar los cadáveres de los muchachos en ácido sulfúrico para deshacerse de los restos.
Formar parte de la delincuencia organizada era el trabajo diario de Christian Omar Palma Gutiérrez, quien se hacía llamar “Qba”. En sus redes sociales tenía 50,000 seguidores y 670,000 vistas en sus videos en YouTube. El 29 de abril planeaba presentarse en un festival de rap en Tijuana.
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El hombre que produjo los videos de Palma Gutiérrez dijo que el artista mezclaba su voz con pistas instrumentales que bajaba de internet. Presumía ganar entre 3,000 y 6,000 pesos (155 a 310 dólares) al mes gracias a sus videos en YouTube, no tan mal para un joven que dejó la escuela en México, pero apenas lo suficiente para mantener a su esposa e hijos.
Por lo “poco que me contaba, que eran cosas musicales, (Palma Gutiérrez) tenía sueños de crecer, de vivir de esto, de que sus papás ya no le batallen y sacar a su familia adelante”, dijo el productor, quien se hace llamar “Sismo” Garduño.
En sus videos, Palma sale vestido con camisetas holgadas y pantalones cortos, mostrando sus tatuajes, con gorras de los Dodgers de Los Ángeles o los Raiders de Oakland y se hace llamar “modefukka”. En ellos retrata una vida donde se la pasa con sus “carnales”, bebiendo alcohol y tomando drogas.
En uno dice: “Mi voz será la casa de que descansen en paz para que se atormente la oscuridad pero les va a gustar… Como si fuera de su gusto lo que hago les dirán más y con gusto les regalo la otra mitad les va a encantar”, mientras simula que golpea y patea a un hombre atado con una bolsa cubriéndole la cabeza, al que luego quema con gasolina.
Garduño asegura que la imagen era metafórica.
“En el caso de Qba, refiriéndome al video donde sale el muchacho atado, es simbólico, refiriéndose a que él con su música los mata”, comentó el productor.
Sin embargo, no hubo nada de simbólico en el trabajo que Palma hacía para el cártel Jalisco Nueva Generación, el grupo del narcotráfico más violento del país y el de más rápido crecimiento.
Algunos de los trabajos de Palma con el cártel incluían secuestrar o torturar a rivales, de acuerdo con fuentes cercanas a la investigación que no están autorizadas a revelar su nombre. No obstante, su labor principal era “cocinar”: por 3,000 pesos a la semana, el rapero echaba cadáveres de cabeza en tambos de agua y los cubría con ácido en una casa de seguridad del cártel.
Regresaba después de dos días –una vez que el ácido había desecho los restos– y abría las válvulas para drenar los líquidos al desagüe y remover cualquier fango para tirarlo en los campos, dijeron las fuentes. Así terminaron los sueños de tres estudiantes de cine.
AP / OnCuba