¿Será el fin de los conjuros de la USAID?

“Con emociones encontradas informé al Presidente Obama y al Secretario de Estado Kerry que voy a dimitir en el medio de febrero de 2015″, dijo Rajiv Shah, director de la USAID, comprendiendo que la política de su país va por derroteros muy diferentes a los de su agencia.

Es lo menos que podía hacer el Sr. Shah, después de que el Presidente Obama anunciara una política diametralmente opuesta a la que ha llevado la agencia que él dirigió durante años. Pocos lo van a extrañar, defraudó a unos por su falta de ética y a otros por su torpeza.

Las operaciones de la USAID en Cuba eran manzanas podridas que lo contaminaban todo. Convirtieron  la oposición en “mercenarios” pagados por el imperio, a los críticos en “ingenuos” que caen en las redes enemigas y fortaleció a quienes creen que la apertura debilita la nación.

El asunto es ya tan evidente que dos senadores estadounidenses, Patrick Leahy y Jeff Flake, calificaron de “irresponsables y estúpidas” las tácticas utilizadas por la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional encaminadas a desestabilizar al gobierno cubano.

Desde hace bastante tiempo el acceso pleno a Internet ha sido uno de los temas de debate interno en Cuba. Mientras muchos consideran que debe ser un derecho de todos los ciudadanos, unos pocos alertan sobre el uso que “el enemigo” puede darle para desarmar conciencias.

Las torpes maniobras de la USAID llevaron agua a esos molinos que pretenden limitar y controlar el acceso a internet. Los planes para crear redes que promuevan la caída del gobierno se convirtieron en el principal argumento del extremismo anti aperturista.

Nada hizo la USAID por amor al arte

Como si estuviéramos en rebajas, la agencia estadounidense se lanzó también a comprar el alma de los músicos cubanos sin averiguar primero si estaban en venta. Jugaron más sucio que Satanás, quien al menos deja siempre la opción de decirle que no.

Los funcionarios de la USAID crearon mecanismos enredados para esconder los hilos de los títeres. Confiados en que nunca los descubrirán, contratan una empresa estadounidense que subcontrata a promotores serbios que crean una empresa fantasma en Panamá.

Para ser una simple agencia promotora del desarrollo, utiliza bastantes mecanismos similares a los servicios de inteligencia. Sus homólogas europeas, por ejemplo, no trabajan de forma clandestina y siempre cuentan con la anuencia de los gobiernos beneficiados por la ayuda.

Pero la USAID no necesitó permiso de nadie para “ayudar”, ni siquiera de quienes recibirían los fondos. Así financiaron a cientos de músicos cubanos sin que estos supieran que formaban parte de una operación encubierta ni que el dinero provenía de los EEUU.

El caso más destacado fue el de Los Aldeanos, cuya inocencia fue ratificada por el Viceministro de Cultura de Cuba, Fernando Rojas, quien los consideró “víctimas” de las acciones encubiertas de EEUU aunque recalcando que en el futuro deben ser menos “ingenuos”.

Lo curioso es que Los Aldeanos no necesitaban ser “comprados” para ser críticos. Durante años sus canciones cuestionaron la realidad cubana sin pelos en la lengua, lo que hacía que sus mensajes tuvieran bastante peso en ciertos sectores de la juventud.

Pero la USAID los contaminó con su dinero y –aunque ellos no sabían de donde procedía- esa sombra generará inevitablemente dudas sobre la integridad de Los Aldeanos y sobre la honradez de sus críticas, reduciendo la influencia de sus mensajes.

Un reconocimiento a la USAID

Los políticos cubanos más inmovilistas deberían agradecer a la USAID por confirmar que pagan millones a la disidencia, por sembrar dudas sobre las intenciones de los artistas más críticos y por dejar mal parados a quienes piden mayor acceso a Internet.

Y también por gentileza de la agencia de enviar al estadounidense Alan Gross a contrabandear equipos de comunicación a la isla. Gracias a eso se pudo realizar un canje que benefició también a los 3 agentes cubanos que permanecían presos en  los EEUU.

El presidente Barack Obama reconoció que estas estrategias habían fracasado y no se equivocó. Los funcionarios de la USAID se habían transformado en una especie de “aprendices de brujo” cuyos conjuros solo sirvieron para convertir a todos los que tocaban en sapos.

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