Sin esperanza familiares de submarinistas argentinos

Familiares y amigos de los submarinistas argentinos desaparecidos se abrazan en la base naval de Mar de Plata. Foto: Esteban Felix / AP.

Familiares y amigos de los submarinistas argentinos desaparecidos se abrazan en la base naval de Mar de Plata. Foto: Esteban Felix / AP.

Pocas familias de los 44 tripulantes del submarino argentino desaparecido hace nueve días quedaban este viernes en la base militar de Mar del Plata. Los familiares comenzaron a salir del lugar al dar por muertos a los marineros luego de recibir en la víspera la noticia de que la nave habría sufrido una explosión en el Atlántico Sur.

Algunas flores en homenaje a los marinos, fotos y carteles de apoyo podían verse en el ingreso a la base, a la que el submarino ARA San Juan, una nave clase TR-1700 construida en Alemania en la década de 1980, debía llegar a comienzos de esta semana.

Este jueves, la Armada Argentina dio un claro indicio sobre el trágico final que habría tenido el submarino al confirmar la detección de un “evento anómalo” sonoro “consistente con una explosión” en un área cercana a donde el submarino emitió su última comunicación el 15 de noviembre.

El incidente, captado por micrófonos subacuáticos y sensores situados en el fondo del mar, se produjo a las 10:31 hora local (15:31 GMT) a 30 millas náuticas al norte de la última posición reportada por ARA San Juan.

“Hasta tanto no tengamos esa localización y detección del submarino, que es fáctico, no podemos aventurar ninguna otra afirmación”, dijo el portavoz de la Armada, capitán Enrique Balbi, quien explicó que nuevas naves se sumarían al operativo de búsqueda, entre ellas un avión Antonov ruso con equipamiento especializado y un buque noruego con una cámara de rescate adaptada de la Marina estadounidense.

El trágico suceso motivó un impresionante operativo internacional de búsqueda y rescate en el que participan cerca de 4,000 personas y unos 30 aviones y barcos de Argentina, Estados Unidos, Reino Unido, Brasil y Chile. El área de búsqueda se extiende por aproximadamente 480,000 kilómetros cuadrados, aproximadamente el tamaño de España.

Este viernes, el operativo tiene que lidiar nuevamente con el mal clima, que predominó en los primeros días de búsqueda pero había cedido a comienzos de la semana.

“El tema del pronóstico no viene muy bueno, ni para esta tarde ni para todo lo que es el fin de semana, vientos fuertes a muy fuertes”, dijo a la televisión argentina Esteban Marquinez, coordinador operativo en el puerto de la ciudad patagónica de Comodoro Rivadavia, de donde salen parte de las naves en busca del submarino.

“Están todos muertos”

Desconsolados, varios familiares rompieron en llanto al conocer este jueves la noticia de la supuesta explosión y dijeron que autoridades militares les habían confirmado de manera privada que la tripulación de la nave estaba muerta.

“No sé si lo vamos a encontrar con vida, pero al cuerpo lo queremos. Él salió de acá y queremos regresarlo”, dijo a periodistas en Mar del Plata Jorge Villarreal, padre del teniente Fernando Villarreal, tripulante del ARA San Juan.

Luis Tagliapetra, padre del submarinista Damián Tagliapetra, aseguró que cuando la Armada informó sobre la explosión ocurrida a bordo de la embarcación, les confirmaron también que no había expectativas de supervivencia de la tripulación.

“Me dijeron que hubo una explosión a doscientos metros de profundidad y que están todos muertos –afirmó conteniendo el llanto– Es básico, no hay mucha vuelta para darle. Explotó a doscientos metros de profundidad y no hay ser humano que sobreviva a eso.”

Aunque las autoridades militares no confirmaron oficialmente la muerte de los tripulantes, y dijeron que no especularían sobre causas y consecuencias de la explosión, los familiares reaccionaron con rabia y dolor, y denunciaron que les ocultaron información.

“Son perversos y nos manipularon. Ellos sabían (que el submarino había explotado)”, dijo a la prensa Itatí Leguizamón, esposa del radarista del submarino German Suárez.

“No nos dijeron la palabra ‘muertos’, pero ¿qué se puede entender”, comentó.

“No nos quedó santo por rezar, no nos quedó santo por pedir. Pero cada uno tiene un destino marcado”, dijo Jesica Gopar, esposa del tripulante Fernando Santilli. “Las esposas, los hijos nos tenemos que unir, tiene que hacerse justicia”.

Por su parte, el capitán Enrique Balbi explicó que “ninguna unidad de la Armada zarpa si no está en condiciones operativas de navegar y volar con total seguridad”, en respuesta a alusiones sobre el posible mal estado del submarino.

El ARA San Juan se comunicó por última vez con tierra el 15 de noviembre cuando navegaba desde Ushuaia, en el extremo austral del país, hacia su base en Mar del Plata. Ese día el capitán del submarino había reportado una avería en su última comunicación, pero según Balbi aquél notificó que “había sido subsanada, informada y continuaba navegando”, por lo que evitó relacionarla con la explosión. La nave debía llegar el lunes a destino.

El submarino había sido reparado por última vez en 2014. El reacondicionamiento costó unos 12 millones de dólares y requirió más de 500.000 horas de trabajo. La embarcación fue cortada por la mitad y se sustituyeron sus motores y baterías.

Reacondicionar embarcaciones puede ser difícil porque implica integrar sistemas de diferentes fabricantes, explicó Rockfort Weitz, director del programa de estudios marítimos en la Facultad Fletcher de la Universidad de Tufts. Añadió que el error más pequeño en esta fase puede poner en riesgo la seguridad de la tripulación.

“Mandaron una mierda a navegar. Esto viene de hace 15 años. Inauguraron un submarino pintado en el 2014 con una bandera y adentro estaba sin equipamiento. La culpa la tiene los 15 años de abandono que tiene la Armada”, se quejó Leguizamón, en referencia a los recortes presupuestarios que ha sufrido la Armada en las últimas décadas.

La información sobre la posible explosión fue suministrada por los Estados Unidos y la Organización para la Prohibición Total de Pruebas Nucleares (CTBTO por sus siglas en inglés). Este organismo con sede en Austria indicó en un comunicado que la explosión fue detectada por uno de los 11 sensores que tiene en los océanos del mundo para rastrear incidentes nucleares.

El capitán retirado James H. Patton Jr., presidente de la consultora Submarine Tactics and Technology, dijo a la agencia AP que “si un submarino cae por debajo de su profundidad de aplastamiento (profundidad máxima de inmersión) implosionaría, colapsaría”.

Agregó que “sería una explosión muy, muy grande para cualquier dispositivo de escucha”.

La posible muerte de los tripulantes del submarino ha conmocionado a la sociedad argentina y a la comunidad internacional, y ha provocado mensajes de condolencias y numerosas reacciones en las redes sociales.

“No hay consuelo”, expresó Diego Maradona a través de su cuenta de Instagram. “Que Dios los tenga en la gloria muchachos”.

Reuters / AP / OnCuba

Salir de la versión móvil